¿tienes una pastelerĂ­a?

DEZA: A todos los amigos foreros:...

A todos los amigos foreros:
Hacía muchos días que B miraba con el ceño fruncido el camino del Alto de las Escaleras, pero aquel día, mientras volcaba la petaca y extendía distraídamente sobre el papel de zig-zag un puñado de picadura de cuarterón, cualquiera que le conociera diría que había encontrado solución al proyecto que le rondaba por la cabeza.
Mi pariente B tenía merecida fama de ser el mejor carretero del pueblo; y creo que lo era. Había que verlo arrear a las mulas subiendo la empinada Cuesta de la Parra, atravesar la plaza, hacerles doblar el ángulo recto de la calle de las Heras y escuchar sus juramentos y gritos mientras hacía restallar la tralla. Daba la sensación de que la estrechez de la calle no permitiría el paso del carro con el cuadro suplementario que se colocaba para el acarreo; además, sujetos al cuadro se colocaban los espigueros, -unas estacas para sujetar los fajos de mies-. Los animales tiraban con toda su alma, clavando las herraduras en el centro de la calle y, cuando llegaban a la era del Cabezuelo, jadeaban y sudaban debido al esfuerzo realizado.
Para llegar al Cabezuelo, podía haber accedido por la carretera de La Alameda hasta la ermita de la Soledad, tomar el camino que pasa por la antigua parada de sementales y acercarse a la era entre pajares y bodegas, pero B siempre decía que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta; por eso cuando le sorprendí pensativo observando el tortuoso camino del Alto de las Escaleras mientras soplaba la mecha del chisquero, adiviné su descabellado proyecto: pensaba subir con el carro por aquel sinuoso y descarnado camino, proyecto que para cualquier carretero resultaba imposible debido al pésimo estado del firme y a las cuatro curvas de trescientos sesenta grados del final de la cuesta.
B tenía una finca en la Zarzuela, justo enfrente del camino de la Venta de Tanas y, para llegar a ella, debía dar un gran rodeo por la carretera de San Roque pero, si conseguía subir de vacío por el atajo, ganaría mas de media hora. Además, pensó, no esta tan malo; hace unos días que habían estado de zofra y habían reparado las chorreras de las últimas tormentas.
Hizo recular a la mula Jardinera entre las varas, le colocó la silla con la sufra, le sujetó bien la barriguera y la retranca, enganchó los francaletes al collerón y levantó los tentemozos. Después, puso los tirantes a la Mora y la situó de delantera, atando detrás a la Pastora para manejar mejor el carro en vacío. La Mora me tenía intrigado: era muy mansa y decían que era ciega, pero trillaba sin salirse de la parva y sabía los caminos mejor que cualquier otra mula, en cambio, con la Jardinera había que ir con mucho cuidado, porque soltaba coces sin previo aviso.
Cuando nos manifestó sus intenciones no lo podíamos creer. Nunca había subido carro alguno por ese peligroso camino bordeando el peñón por un lado y el precipicio por el otro, por eso, cuando se extendió el rumor, todos lo consideraron con incredulidad.
Ante nuestros atónitos ojos, condujo el carro hasta el camino del Suso donde comenzaba la cuesta, se colocó delante de la rueda izquierda manejando el ramal de la jardinera con una mano mientras en la otra aguantaba la cuerda de la máquina del freno.
Era un espectáculo verlo subir traqueteando sonoramente por aquel piso irregular, temiendo que se despeñara a cada paso. En las eras, todos dejaron el trabajo para presenciar la aventura. Cuando llegó al cruce con el camino que sube desde las eras de la Soledad, nos quedamos sin respiración porque la rueda derecha estuvo a punto de salirse hacia el vacío, pero siguió cuesta arriba sin otro problema que el que originaba el mal estado del camino. Y así llegó sin novedad hasta las curvas mencionadas que salvó gracias a su habilidad y a la obediencia de las mulas. Por fin coronó la cuesta por los muladares, paró el carro, se quitó el sombrero y nos saludó a cuantos habíamos presenciado la hazaña.
Aunque no me gusta dar nombres, muchos habréis identificado a mi pariente B. Tuvo un final trágico, pero siempre lo recordaré como el único carretero que fue capaz, aunque parezca increíble, de subir con su carro por el Alto de las Escaleras.
Un saludo