Ya estamos a punto de comenzar la temida “cuesta de Enero”, ese mes en que se producen las mayores subidas de los productos y servicios: electricidad, teléfono, gas, pan, transportes públicos, etc. Después de los excesos de la Navidad, en muchos hogares españoles, se presentarán dificultades para llegar a fin de mes. Sin embargo hay que replantearse ciertos gastos o costumbres que permitan subirla con el menor esfuerzo. Por eso hemos de tener en cuenta que el gasto mensual va a ser superior al de los meses anteriores, que los ingresos por aumento de salarios van a significar muy poco y la presión fiscal va a crecer muchísimo. Se calcula que a cada español, nos va a costar este año más de mil euros como consecuencia de la situación de crisis- reconocida por fin por el presidente-, y la necesidad de liquidez que reclama el gobierno.
Quizás sea el momento de considerar prescindir de algunos gastos innecesarios, procurando que no descienda mucho nuestra calidad de vida. Cada hogar tiene sus peculiaridades en cuanto al consumo, y muchos deben sopesar si compensa el pago de algunos caprichos a los que estamos acostumbrados, y procurar “tirar” menos de las tarjetas de crédito.
Muchos ciudadanos debemos plantearnos aplicar algunos hábitos que impliquen un ahorro, como pueden ser los de utilizar con mayor frecuencia los transportes públicos en lugar del vehículo particular, economizar la electricidad, el agua y otros servicios. No nos dejemos llevar por las tentaciones consumistas a las que quizás estamos acostumbrados, adquiriendo tan solo aquello que realmente necesitemos y, como digo, cuidado con la tarjeta; que después vendrá el tío Paco con la rebaja.
Claro, que quienes deben dar ejemplo son esas personas que todos sabemos y para quienes no existirá “la cuesta de Enero”.
Un saludo
Quizás sea el momento de considerar prescindir de algunos gastos innecesarios, procurando que no descienda mucho nuestra calidad de vida. Cada hogar tiene sus peculiaridades en cuanto al consumo, y muchos deben sopesar si compensa el pago de algunos caprichos a los que estamos acostumbrados, y procurar “tirar” menos de las tarjetas de crédito.
Muchos ciudadanos debemos plantearnos aplicar algunos hábitos que impliquen un ahorro, como pueden ser los de utilizar con mayor frecuencia los transportes públicos en lugar del vehículo particular, economizar la electricidad, el agua y otros servicios. No nos dejemos llevar por las tentaciones consumistas a las que quizás estamos acostumbrados, adquiriendo tan solo aquello que realmente necesitemos y, como digo, cuidado con la tarjeta; que después vendrá el tío Paco con la rebaja.
Claro, que quienes deben dar ejemplo son esas personas que todos sabemos y para quienes no existirá “la cuesta de Enero”.
Un saludo
Buenos días Deza y amigos del foro:
El valor del céntimo.
A menudo he visto que hay personas (y no las más necesitadas, precisamente) que hacen esperar con paciencia al que pasa la cestilla en la iglesia, mientras remueven el fondo de su monedero buscando las monedas más pequeñitas, como es el céntimo, que parece que no tenga ningún valor.
No obstante he leído un artículo de un periodista en donde se pregunta: ¿Por qué los negocios públicos o monopolistas nos piden los céntimos? Y cuenta el redactor que en cierta ocasión, lo explicó- con cierto punto de cinismo- un directivo de una entidad financiera. Resulta que una comida de ejecutivos, con esa cara de indolencia que ponen los fatuos, dijo que la calderilla nada más la hacen servir la gente pobre. El periodista reaccionó con violencia y le dijo: Escuche, usted trabaja en tal sitio ¿No es verdad? Pues mire joven, de todos los que nos sentamos en esta mesa, usted es el único que mira el céntimo con codicia y avidez, aunque haga por disimularlo. La autopista es un negocio de ustedes ¿No es cierto?. Si, respondió desconcertado. Pues hoy mismo usted nos ha pedido a estos señores y a mi una fracción de treinta y un céntimos por levantarnos la barrera de peaje. Son los únicos que piden un céntimo. No nos lo piden ni el camarero, ni el barbero, ni la panadera ni la verdulera. ¿Por qué lo piden ustedes? Pues está claro que lo piden porque quieren eliminar puestos de trabajo de cobradores y que todo el mundo pase por el peaje pagando con su tarjeta de crédito. He aquí pues, las razones de fondo que mueven a los grandes ejecutivos como usted a pedirnos como si fuese una limosnita, un solo céntimo.
Un abrazo.
El valor del céntimo.
A menudo he visto que hay personas (y no las más necesitadas, precisamente) que hacen esperar con paciencia al que pasa la cestilla en la iglesia, mientras remueven el fondo de su monedero buscando las monedas más pequeñitas, como es el céntimo, que parece que no tenga ningún valor.
No obstante he leído un artículo de un periodista en donde se pregunta: ¿Por qué los negocios públicos o monopolistas nos piden los céntimos? Y cuenta el redactor que en cierta ocasión, lo explicó- con cierto punto de cinismo- un directivo de una entidad financiera. Resulta que una comida de ejecutivos, con esa cara de indolencia que ponen los fatuos, dijo que la calderilla nada más la hacen servir la gente pobre. El periodista reaccionó con violencia y le dijo: Escuche, usted trabaja en tal sitio ¿No es verdad? Pues mire joven, de todos los que nos sentamos en esta mesa, usted es el único que mira el céntimo con codicia y avidez, aunque haga por disimularlo. La autopista es un negocio de ustedes ¿No es cierto?. Si, respondió desconcertado. Pues hoy mismo usted nos ha pedido a estos señores y a mi una fracción de treinta y un céntimos por levantarnos la barrera de peaje. Son los únicos que piden un céntimo. No nos lo piden ni el camarero, ni el barbero, ni la panadera ni la verdulera. ¿Por qué lo piden ustedes? Pues está claro que lo piden porque quieren eliminar puestos de trabajo de cobradores y que todo el mundo pase por el peaje pagando con su tarjeta de crédito. He aquí pues, las razones de fondo que mueven a los grandes ejecutivos como usted a pedirnos como si fuese una limosnita, un solo céntimo.
Un abrazo.