DEZA: La media y el celemín están incluidos entre los objetos...

La media y el celemín están incluidos entre los objetos que fueron abandonados al marchar del pueblo. Hoy forman parte del ajuar recuperado y expuesto en el portal de mi casa. A todos ellos dediqué la presente poesía, como testimonio perenne de aquellos años de abandono...
Un abrazo.

LAS OTRAS ERAS

Soledad y Cabezuelo
tenían sus valedores
en la Virgen y en los Santos;
no busques otros mejores.
Los de las eras bajeras
y del cerro del ahorcado
acudían a San Roque
que cuidaba sus sembrados.
Santa Bárbara bendita
desde el día tres de Mayo,
desde el altar de la ermita
protegía de los rayos.
Y tenía los botijos
a la sombra, bien guardados
para que los caminantes
se pegaran buenos tragos
de aquella agua tan fresquita
que además era bendita
puesto… ¿qué mas bendición
que pasar por el pairón
cuando en burra la subían
metida en un codijón
y reposar en la ermita
al ladito, en aquel cuarto
que cubría con sus alas
la paloma, desde lo alto?
Pero bajemos la cuesta
si la carga va aguantando
sin salir por las orejas
ni los haces destripados
y hagamos ochos las sogas
que salen de entre los fajos
como largos culebrones
y a casa vayamos raudos
pues la madre la comida
a punto la está dejando
para que repongan fuerzas
los piones que están segando
y que el sol del mediodía
los tiene medio agotados
y aguantan como valientes
para ganar cuatro cuartos
que llevarán a sus casas
cuando se acabe el verano.
Será muy largo el invierno
y no se puede ser vago;
pasaran hambre, los suyos
si están de brazos cruzados.
Hay que ganarse el sustento
y recoger para el año,
no como hace la cigarra
que se lo pasa cantando
sin fijarse en las hormigas
que negra la están pasando
después de nacer tan blancas,
a la sombra de los cantos.
Y tener siempre presente
no amanecer en la cama
y que el sol cuando despierte
vea la parva tirada
tostándola con sus rayos
durante aquella jornada
para que el trillo y las patas
reduzcan todas espigas
en polvo granos y paja.
Que en antiguo, con los vientos
y ahora con maquinaria
tendremos que separar
para llevarlos a casa,
aprovechando el fresquillo
que reinará hasta la albada
para no sufrir molestias
del tamo de aquellas parvas
que picaban de lo lindo
cuando el sol te acariciaba
llevando la penitencia
hasta que no te bañabas
en la balsa de la vega
del molino la tia Fausta,
entre nogueras y sauces
sin taparrabos ni nada
como nos parió la madre
que en cielo sea la santa,
con agua tan pura y limpia
que chocolate mascabas
si por descuido y sin sed
un buen trago te arreabas
y que en llegando el agosto
en colonia se cambiaba
con esencia del espliego
que ahora llaman lavanda
y sin pagar una perra
tu cuerpo se perfumaba
igual que un César, en Roma
en tiempos de Caracalla.
(Si quieres saber por qué
te lo contaré otro día
pues este asunto, mi amigo
merece otra poesía.)
El baño se ha terminado
y al rosario están tocando
para volver a la era
y seguir con los trabajos
con el noble y el morito
que llevaremos al agua
y estarán toda la tarde
dando vueltas a la parva.
Molestados por las moscas
que espantarán con el rabo
y hasta es posible que sufran
el acoso de los tábanos.
Y yo montado en el trillo
con la tralla y mi sombrero
me pasaré media tarde
dando mil vueltas al ruedo.
Mientras el pobre, mi padre
con la horca despuntada
tratará de hacer caminos
que el mismo otra vez tapara.
Con esa horca de madera
con cuatro garras muy blancas
que acabarán despuntadas
de tanto sobar la paja.
Pa cuatro granos de trigo
que no darán para nada
pues si llenan los graneros
no serán los de mi casa
serían los de los ricos
que no les hacía falta
ni tenían los chiquillos
pidiendo pan de la hogaza
recién salida del horno
sin esperar que enfriara.
Por eso, yo dije adiós
a mi pueblo una mañana
con el corazón partido
y hecha pedazos el alma
al abandonar mi trillo
los mulos que lo arrastraban
las gallinas, cochinillos
y aquella cabra tan mansa
que siempre estaba rumiando
en un rincón de la casa
con los ojos siempre abiertos
la cabeza levantada
masticando aquellas bolas
que le suben y le bajan,
dispuesta para amurcar
al perro que da la lata
siempre subiendo y bajando
de la cocina a la cuadra.
Y otros trastos, todos viejos
de esos que no tienen alma
pero que se quieren tanto:
mis hoces y mi guadaña
la aventadora y el rastro
las horcas, sogas y rastra
las colleras y aparejos
tirantes, yugo y albardas;
los barrones y orejeras
los aladros y las trallas
las cinchas, las sudaderas
los escardillos y azadas
el serón y las seretas
las espuertas remendadas
los cabestros y bozales
arpilleras, antiogeras
ramales y los atarres.
Los manguitos, la zamarra
las zoquetas y dedales
algadijos con sus redes
collerines y tirantes
la clavija y los timones
el rastrillo, trilladeras
garrotillo, vertedera
las talegas y la esteba
las cribas y las escobas
las esteras y el rastrón
la media y el celemín
los vencejos, y el horcón
los calcetines de lana
con la chaqueta de pana
las albarcas de camión
y en un rincón del pajar
un buen "fraile" motrilón…
…………….
La historia se terminó.
Me entra sueño. Hasta otro día.
Saludos del avi TON.

Nota del autor: El fraile era un haz de paja de centeno que se guardaba para hacer vencejos para atar... casi todo.

Vicente González Aleza