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DEZA: Dicen que recordar es volver a vivir, y yo, aunque...

Dicen que recordar es volver a vivir, y yo, aunque vivo la vida presente adaptándome a los tiempos, cuando veo el patio de mi urbanización desierto de niños, otrora jugando, compruebo tristemente el cambio sufrido al respecto durante los últimos años. Hace poco tiempo se oían sus gritos mientras jugaban al baloncesto o corrían por las zonas diáfanas, pero ahora permanecen en sus casas jugando solitarios con sus pc, sus dvd, play station o su ipod.
La evolución de estos entretenimientos ha hecho a los niños más solitarios y no sabemos si esto influirá a lo largo de su vida. Cuando no disponíamos de estos modernos juegos, allá en el pueblo, nos las ingeniábamos para construir nuestros artefactos, algunos de ellos ancestrales como un tiragomas, un aro, las cartetas o simplemente las tabas. Y digo ancestrales, porque al juego de las tabas, por ejemplo, hace miles de años que se jugaba.
Era, como digo, un juego de gran tradición y ya se conocía en la antigüedad clásica. Aunque era muy popular entre las niñas, los varones también solíamos jugarlo. Las tabas era un juego de destreza: las niñas utilizaban siete tabas y una pita- canica-. Sabemos que las tabas o astrágalos son los huesos del juego de la rodilla de las patas traseras de los corderos, que solíamos pedir en las carnicerías y que las niñas pintaban de diversos colores. Cada uno de los cuatro lados recibía un nombre diferente y el juego consistía en lanzar la pita a lo alto mientras dejaban caer las tabas al suelo; después, mientras la pita estaba en el aire, debían mover las tabas rápidamente de manera que quedara arriba el lado deseado, y así hasta una de ellas-la ganadora- recogía todas.
Los niños, sin embargo, jugábamos al verdugo: consistía este juego en colocarse haciendo corro y elegir un “verdugo”; cada uno de los niños lanzábamos la taba al aire y debíamos obedecer las reglas según la posición en que caía. Cuando caía en una determinada posición, el verdugo, provisto de un cinturón de cuero, azotaba la mano extendida del perdedor castigándole con él. Si el verdugo era muy bruto, te ponía la mano calentita.
Un saludo
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Amigo pefeval, estamos haciendo una generación de niños autistas y asociales. Te lo digo porque sé de lo que hablo. ¿Derrotista? Mas bien realista.
Un saludo.