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DEZA: LO QUE SE HA ESCRITO, O ESCRIBE, DE DEZA...

LO QUE SE HA ESCRITO, O SE ESCRIBE, DE DEZA

Una vez más, con permiso de los dezanos, os vuelvo a traer aquí apuntes sobre Deza que os resultarán de sobra conocidos a todos vosotros, pero vistos por otros y que han quedado plasmados en libros, folletos, periódicos u otros medios.
Nada nuevo para vosotros, vaya por adelantado. De vuestras tradiciones ya han hablado el abuelo, pefeval... y yo mismo, hace unos días, sacando a la palestra, aunque sin el sentido de discusión, lo escrito por el soriano Antonio Ruiz Vega en su "La Soria Mágica...
Veamos ahora qué dice de Deza el escritor Miguel Moreno en su libro "Galería de estampas y costumbres" (Editado en 1975).

EL TORO DEL "SANTO CRISTO"

La iglesia parroquial de Deza es una real fábrica de imponente tracería gótica. Hay en ella una capilla, frente por frente de la entrada principal y ya se admira en ella la ferviente devoción de los dezanos de aquí o doquiera que se hallaren. Creo que tengo dicho que el Santísimo Cristo de Deza dispone, permanentemente, de luz, lámpara y muchos otros honores, que son las ofrendas de los devotos.
Hay sin embargo, relacionadas con este Santo Cristo, dos gloriosas costumbres que nada tienen de irreverencia, y mucho sentido tienen de entrañable caridad: es una, la llamada "el toro del Santo Cristo", y otra, "el cochino del Santo Cristo", ambas tradiciones con magnífico mensaje de homenaje y veneración.
Voy a contar la primera, la relativa al toro:
Son dos en verdad los toros comprados cada año, pagándose uno con los donativos de los vecinos de Deza que "se apuntan al toro". El otro, el peculiar y propio "toro del Santo Cristo", se paga también y hasta dineros sobran para atender la lámpara de su capilla, con la "RECOGIDA" que efectúa el Ayuntamiento, casa por casa, el primer domingo siguiente a la fiesta de la Cruz de septiembre.
Así se recoge la mercancía, trigo, recién cosechado, dorado y lleno de blanca harina, en esta cuestación realemente original: un par de caballerías, provistas de serones, sirven de vehículos -tracción sangre- recogedores del donativo vecinal o la ofrenda de los devotos. (Tengo informaciones más modernas de que recientemente se entrega ya con mayor abundancia el metálico que la especie). No obstante, esos serones entramados de duras fibras, han de vaciarse muchas veces porque se rellenan desde los codujones hasta sus anchas bocas.
La comitiva porta una antiquísima romana en la que pueden pesarse los niños de corta edad; en uno de los platos de la balanza se coloca la criatura en un capazo, y el otro se contrapesa con trigo hasta que el fiel busca la cruz con verticalidad. No sólo la romana, sino una imagen del Santo Cristo que data de los últimos años del siglo XVIII -1782- lo transporta el Juez de Paz de la ilustre y noble villa de Deza; y esa imagen se carga en el lado en que quedó colocada la criatura para que pesando más, sea mayor la cantidad de trigo a echar en el otro plato de la balanza y de esta manera no sólo el peso del niño, sino el del niño y el Cristo a la par, conformen kilos en trigo para limosna dal Cristo y para estipendio del toro, que así se llama.
Y hay corrida, con dos toros, en Deza.
Uno, porque lo pagaron los vecinos "que se apuntaron al toro".
Otro, porque lo pagó la generosidad y la devoción de los dezanos, que pesaron niños solos o emparejados con la imagen crucificada, que data de 1782, en la vieja romana, o bien los que sin someter a peso criaturas, vaciaron medias, celemines, medios celemines y cuartillos, en los serones de las mulas postulantes.
Bella tradición y costumbre la del "Toro del Santo Cristo de Deza", que aún se completa con la subasta de despojos -remedo aldeano de los "ageses" de Soria-. Este día de la fiesta tiene su nombre: "DÍA DE COMETOROS", y en él se ofrece el espectáculo maravilloso, tradicional, insólito y alegre, de convertirse la Plaza Mayor de Deza en un amplio refectorio vecinal.
Y así lo recojo con literalidad.
Manuel el de Soria (desde la diáspora)

LO QUE SE HA ESCRITO, O ESCRIBE, DE DEZA

Ya comentamos aquí, hace unos días, “EL TORO DEL ‘SANTO CRISTO”, según la pluma del escritor soriano Miguel Moreno, que recoge en un capítulo de su libro “Galerías de Estampas y Costumbres”, de 1975.
Hoy traemos el capitulo que, sobre Deza, titula:

“OTRA TRADICIÓN CABAL”

“ ¿En qué consiste esta tradición dezana de “el cochino del Santo Cristo”?
Primero, en la adquisición de un cerdo, en una fecha determinada, fijada siempre en el domingo siguiente a la fiesta de la Epifanía o de los Reyes Magos. Comprado el cerdito, aquella misma tarde, en Concejo abierto, autoridades y pueblo, se procede por insaculación o, mejor sería decir, por “impulturación” (de “saculus” = saco, insaculación; de “pultarius” = puchero, impulturación; o de “filtilis” = olla, infiltilación), de las bolas o boletos que en gran número se han depositado en el puchero de cerámica del país –al parecer, fabricado en Tajueco, en cualquiera de los hornos alfareros-, y que pronto va a cumplir un siglo de servicio, puesto que la fecha que trae incisa en el barro declara haber nacido en 1884.
Al puchero, cada cual, le suma papeletas que llevan inscripciones verdaderamente originales, y así nos la tiene contadas un dezano de mucho prestigio. Unas veces, la dedicatoria se escribe para personas que todavía viven; aunque otras, para familiares queridos ya muertos. Y así dicen: “A ruego de mi abuelo…”; “a ruego de mi madre…”. Hay otros que ofrecen papeleta, estipendio e intención a nombre de “los pobres del pueblo”.
Y almacenadas en la urna de cerámica tanta papeleta y tanta intención, dos niños proceden a la “impucheración”, para interpretarlo con más evidencia. Van sacándose y leyéndose billetes con nombres y apellidos, que constituyen un magnífico ofertorio. La suerte de adjudicación del cochino será para aquel que precede a un boleto que dice, solamente, esta palabra: CERDO.
El agraciado con el rollizo semoviente se convierte, en un instante, en figura protagonista del festejo del sorteo, y todos los participantes, que pudieran padecer la defraudación al no ser ellos los beneficiados, se tornan a su vez en emocionados felicitantes del mozo o chico, vecina o moza, favorecido por la suerte. Hay una especie de tácita interpretación de que el Santo Cristo protege especialmente a aquella persona a quien tocó el cochino; y ellos, los afortunados, atienden y contestan con la misma emoción, los parabienes que reciben, gastándose de inmediato en galletas, aguardientes y rancios vinos, rosquillos y sobadillos, pastas de almendra y de piñón, café y golosinas, una buena parte, si no todo, lo que el cerdo vale.
Comporta este número del “sorteo del cerdo del Santo Cristo”, su prólogo y su epílogo, un emocionante acontecimiento en la villa metrópoli de la vega del Henar, relicario, como se ve, de costumbres y festejos de tipismo, tradición y otros valores raciales.”

Y como viene escrito, así se lo cuento.
Manuel, el de Soria (desde la diáspora)