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DEZA: Quienes visiten Zaragoza observarán, en la Plaza del...

Quienes visiten Zaragoza observarán, en la Plaza del Pilar, dos gigantesca estatuas amorfas junto a la fachada: una corresponde al Ángel Custodio de la ciudad y la otra precisamente a San Valero, patrono de la misma.
No hace mucho tiempo que me enteré en el centro donde acudo a mis clases de historia, del defecto de logopedía del Santo: era tartamudo. Teniendo en cuenta lo necesario del sentido de la palabra para convencer a los paganos en sus predicaciones, esto debió suponerle un tremendo trauma, trauma que se hico patente en el Concilio de Elvira, allá en Granada, que se celebró el año 306. Menos mal que San Vicente le "echó un capote" hablando por él. Porque San Vicente fue el báculo en el que se apoyaba a la hora de sus predicaciones.
De su vida se nos han transmitido pocos datos, lo que no es extraño, teniendo en cuenta que estamos en los inicios del siglo IV. Como digo, los últimos años de su episcopado no podía cumplir con el cargo de la predicación, por un problema en la lengua, por lo que fue llamado "el tartamudo". Su magnífico ayudante el diácono Vicente, San Vicente Mártir, fue traído por sus padres desde Huesca, para que lo educara. En esta época, a principios del siglo IV, todo lo cristiano resultaba una clara amenaza para el imperio romano y Diocleciano y Maximino desencadenaron una cruel persecución contra la Iglesia, principalmente contra obispos, presbíteros y diáconos. Valero y Vicente fueron llevados prisioneros a Valencia para ser juzgados por un tribunal. Vicente halló el martirio y Valero fue desterrado a Enate, pueblo cercano a Barbastro. Como San Valero por su problema de locución, no se pronunció ante el tribunal valenciano, tomó Vicente la palabra y dirigió su atención principal hacia él, y pagó con la vida su discurso, siendo San Valero desterrado.