El grán filósofo español Ortega y Gasset en su ensayo “La Rebelión de las masas” dice textualmente: “Bajo su máscara de generoso futurismo, el progresista no se preocupa del futuro; convencido de que no tiene sorpresas ni secretos, peripecias ni innovaciones esenciales….”
Desgraciadamente, parece una profecía que se verifica en los tiempos actuales; en las legislaturas que llaman progresistas, no se anticipa el futuro para prevenirlo. Es el caso de la lamentable situación social y económica de España, cada día más desmembrada y arruinada.
¿Alguien lo duda? El Gobierno, para conseguir sus éxitos políticos y permanecer en el poder, se alía con los mayores enemigos de España que son los nacionalistas radicales, dejando el futuro en sus manos.
Podríamos enumerar los grandes y graves problemas actuales que aquejan a nuestro país, pero todos los sabemos y hemos de aceptar la democracia y sus miserias porque es lo que hemos elegido en las urnas aunque, en nuestro caso, sea por “accidente”.
El mayor desastre actual es sin duda el paro del que, junto con la mentira y la mala administración, se derivan otros muchos. No me gusta "hacer leña del arbol caido", pero cuando el turolense M. Pizarro, en el cara a cara con el ministro Solves auguró el futuro con sabiduría de profeta, casi todos los comunicadores mediáticos, y no digamos los progresistas, lo tacharon de catastrofista: el tiempo le ha dado la razón- una pena que haya abandonado la política-.
Algunos progresistas echan la culpa de esta situación al “ladrillo”, pero casi todos sabemos que el paro en la construcción incidió durante el primer año de crisis (¿), después se arruinó el tejido industrial y actualmente es el sector servicios el que está llevando la peor parte.
Nadie sabe cual va a ser el final, aunque se habla de alargar la jubilación o de cargarnos más impuestos y, algunos, hasta de “corralito”. Mientras, el gasto público, los miles de coches oficiales con sus respectivos chóferes, los ministerios y las Diputaciones sin sentido, las tres vicepresidencias y miles de cargos y consejeros siguen sangrando a este pobre país, en el que no aparecen los tan cacareados “brotes verdes”.
El futuro de los jóvenes es incierto y los sindicatos comen en el pesebre del gobierno.
Cuando a un niño andaluz le preguntaron:
- ¿Tu, que quieres ser cuando seas mayor?
-Yo parao, como mi padre.
En fin, amigos dezanos y colaboradores, que me voy a comprar deuda pública, que se acaba.
Un saludo.
Desgraciadamente, parece una profecía que se verifica en los tiempos actuales; en las legislaturas que llaman progresistas, no se anticipa el futuro para prevenirlo. Es el caso de la lamentable situación social y económica de España, cada día más desmembrada y arruinada.
¿Alguien lo duda? El Gobierno, para conseguir sus éxitos políticos y permanecer en el poder, se alía con los mayores enemigos de España que son los nacionalistas radicales, dejando el futuro en sus manos.
Podríamos enumerar los grandes y graves problemas actuales que aquejan a nuestro país, pero todos los sabemos y hemos de aceptar la democracia y sus miserias porque es lo que hemos elegido en las urnas aunque, en nuestro caso, sea por “accidente”.
El mayor desastre actual es sin duda el paro del que, junto con la mentira y la mala administración, se derivan otros muchos. No me gusta "hacer leña del arbol caido", pero cuando el turolense M. Pizarro, en el cara a cara con el ministro Solves auguró el futuro con sabiduría de profeta, casi todos los comunicadores mediáticos, y no digamos los progresistas, lo tacharon de catastrofista: el tiempo le ha dado la razón- una pena que haya abandonado la política-.
Algunos progresistas echan la culpa de esta situación al “ladrillo”, pero casi todos sabemos que el paro en la construcción incidió durante el primer año de crisis (¿), después se arruinó el tejido industrial y actualmente es el sector servicios el que está llevando la peor parte.
Nadie sabe cual va a ser el final, aunque se habla de alargar la jubilación o de cargarnos más impuestos y, algunos, hasta de “corralito”. Mientras, el gasto público, los miles de coches oficiales con sus respectivos chóferes, los ministerios y las Diputaciones sin sentido, las tres vicepresidencias y miles de cargos y consejeros siguen sangrando a este pobre país, en el que no aparecen los tan cacareados “brotes verdes”.
El futuro de los jóvenes es incierto y los sindicatos comen en el pesebre del gobierno.
Cuando a un niño andaluz le preguntaron:
- ¿Tu, que quieres ser cuando seas mayor?
-Yo parao, como mi padre.
En fin, amigos dezanos y colaboradores, que me voy a comprar deuda pública, que se acaba.
Un saludo.
Amigo pefeval: No sé si estar de acuerdo contigo o hacer otro análisis de nuestros gobernantes. Yo por lo que oigo y veo cada día, creo que nosotros tenemos los mejores líderes, que yo llamaría "gobernantes de futuro" Nada más hace falta escucharlos a diario. Que tenemos déficit público que preocupa a todos, eso es que los alarmistas internacionales nos tienen rabia. Lo más probable es que esas agencias no sean serias, porque nuestros mandamases lo tienen todo estudiado y calculado de tal manera que dentro de tres años, tendremos las cosas tan bien hechas que al presentarnos en Bruselas le diremos Almunia que no nos eche ni multe porque para entonces, ya habremos reducido el déficit al 3%.
¿Y la política energética...? Nada hombre, porque el año que viene habrá pacto de estado y tendremos una política energética que será la envidia de Europa y del mundo entero. Todo está medido y previsto y con ejecución marcada en el calendario. ¡Qué felices vamos a ser! No harán falta sesiones de control ni nada parecido. Estará todo tan resuelto y con el consenso de todos, que esto será el paraíso de la planificación alcanzada. Es más: Parece que los problemas de hoy son fabricados justamente para darles solución entre el año que viene y las dos o tres próximas décadas...
Que hay problemas con el pago de las pensiones y jubilaciones... No pasa nada; ya tenemos consenso en el partido y ya veréis como para el 2022, estará todo resuelto.
De esta forma nuestro presidente (a la cabeza de nuestro gobierno) se ha convertido en el mejor gobernante del futuro. Él es hombre de larga mirada y porvenir seguro que no se deja condicionar por el presente turbulento. Soluciones para hoy tiene pocas o no nos las quiere mostrar; pero arreglos del futuro, todos. Nada de apaños y remiendos a corto plazo, sino propuestas de largo alcance: Economía sostenible para un cuarto de siglo; energía para veinte años; empleo para dentro de un año; pacto social el próximo trimestre... Jauja.
Lo que ocurre, es que los que no lo encuentran tan claro son, digo sois gente de poca fe, que os resistís a creer lo que no habéis visto; desconfiados antropológicos; hombres y mujeres carcomidos por la urgencia. Y por los profesionales del catastrofismo de la derecha, que quieren crecer en votos y boicotean con descaro las ilusionantes realidades que vendrán. Diga que sí, señor presidente. Conjúrenos a todos contra esos conspiradores de la impaciencia. Y digamos con usted: Arreglemos el futuro que el presente no tiene solución.
Un abrazo.
¿Y la política energética...? Nada hombre, porque el año que viene habrá pacto de estado y tendremos una política energética que será la envidia de Europa y del mundo entero. Todo está medido y previsto y con ejecución marcada en el calendario. ¡Qué felices vamos a ser! No harán falta sesiones de control ni nada parecido. Estará todo tan resuelto y con el consenso de todos, que esto será el paraíso de la planificación alcanzada. Es más: Parece que los problemas de hoy son fabricados justamente para darles solución entre el año que viene y las dos o tres próximas décadas...
Que hay problemas con el pago de las pensiones y jubilaciones... No pasa nada; ya tenemos consenso en el partido y ya veréis como para el 2022, estará todo resuelto.
De esta forma nuestro presidente (a la cabeza de nuestro gobierno) se ha convertido en el mejor gobernante del futuro. Él es hombre de larga mirada y porvenir seguro que no se deja condicionar por el presente turbulento. Soluciones para hoy tiene pocas o no nos las quiere mostrar; pero arreglos del futuro, todos. Nada de apaños y remiendos a corto plazo, sino propuestas de largo alcance: Economía sostenible para un cuarto de siglo; energía para veinte años; empleo para dentro de un año; pacto social el próximo trimestre... Jauja.
Lo que ocurre, es que los que no lo encuentran tan claro son, digo sois gente de poca fe, que os resistís a creer lo que no habéis visto; desconfiados antropológicos; hombres y mujeres carcomidos por la urgencia. Y por los profesionales del catastrofismo de la derecha, que quieren crecer en votos y boicotean con descaro las ilusionantes realidades que vendrán. Diga que sí, señor presidente. Conjúrenos a todos contra esos conspiradores de la impaciencia. Y digamos con usted: Arreglemos el futuro que el presente no tiene solución.
Un abrazo.