Aunque a nosotros entonces no nos importaba mucho, las Falanges Juveniles de Franco constituían una organización de carácter voluntario con encuadramiento en pelayos, hasta diez años, flechas, de 10 a 13, cadetes, de14 a 16 y Guías, de 17 a 20. La escuadra era la unidad básica, y los mandos los jefes de escuadra, de falange y de centuria entre otros. Entre las actividades más destacadas eran los hogares, campamentos y albergues; yo asistí en el de Valdeavellano de Tera a un cursillo de tractoristas y de mecánica diesel que me fue muy útil. En los años 60, las falanges de Franco, se convirtieron en la Organización Juvenil Española (OJE), bastante menos politizada. La verdad es que, en las zonas rurales, el hogar era un lugar de esparcimiento creado por el régimen de entonces.
Ahora se crean ministerios de la Igualdad, Memorias históricas, Alianzas de civilizaciones, y se subvenciona a los gays de Zimbawe y a otras organizaciones que entonces nos habrían parecido increíbles.
Todos los gobiernos han usado la propaganda para hacer adeptos, aunque después cada uno hemos elegido el que más se ha adaptado a nuestras ideas. Lees a Marx y en principio te parecen buenas sus teorías, y las puedes adoptar hasta que comprendes que no constituyen la panacea, asistes en el 77 con un clavel al entierro de los abogados laboralistas, escuchas en tu puesto de trabajo las arengas del padre García Salve, corres delante de las cargas de los caballos de los grises y colaboras en cambiar la historia, que para eso eres joven.
He tratado de traer de algún modo el recuerdo del Hogar Rural de Deza. Alguien, lógicamente, no estará de acuerdo conmigo, pero reconozco que allí jugué, conviví con los amigos y leí. Ah! Y no aprendí nada malo.
Un saludo
Ahora se crean ministerios de la Igualdad, Memorias históricas, Alianzas de civilizaciones, y se subvenciona a los gays de Zimbawe y a otras organizaciones que entonces nos habrían parecido increíbles.
Todos los gobiernos han usado la propaganda para hacer adeptos, aunque después cada uno hemos elegido el que más se ha adaptado a nuestras ideas. Lees a Marx y en principio te parecen buenas sus teorías, y las puedes adoptar hasta que comprendes que no constituyen la panacea, asistes en el 77 con un clavel al entierro de los abogados laboralistas, escuchas en tu puesto de trabajo las arengas del padre García Salve, corres delante de las cargas de los caballos de los grises y colaboras en cambiar la historia, que para eso eres joven.
He tratado de traer de algún modo el recuerdo del Hogar Rural de Deza. Alguien, lógicamente, no estará de acuerdo conmigo, pero reconozco que allí jugué, conviví con los amigos y leí. Ah! Y no aprendí nada malo.
Un saludo
Hola Pefeval: En alguna ocasión me he referido al Hogar que mencionas. Recuerdo muchas cosas que citas, pero otras las tenía olvidadas. Yo también disfruté de aquel espacio de ocio y cultura. Para mí fue una de las mejores cosas que se hicieron en aquel tiempo. Por otra parte ningún niño era consciente de que hubiera otras fórmulas de gobierno distintas; disfrutábamos de lo que teníamos.
Un abrazo
Un abrazo
No sé si recordarás, José Luis, que en el primer contacto que tuve contigo, una vez que te identifiqué, te dije que te recordaba por tu habilidad con el dibujo, puesto que eras tú quien elaboraba en su mayor parte aquellos murales que, si no estoy en un error, creo que se presentaban a concurso. Yo, en cambio, nunca fui capaz de pintar medianamente bien la cabeza bicéfala del cisne del escudo.
Si, el Hogar rural era un lugar de cultura y ocio. Los días no lectivos o cuando ya habíamos cumplido los catorce años y había terminado nuestra vida escolar, nos protegíamos del frío de los largos inviernos refugiándonos en la cuadra del tío Nicolás, o bien en una cueva junto al Corredero jugando al sapusqueto o al moscardón; pero donde pasábamos más horas era en la barbería del “perrenchín”. Allí matábamos el tiempo hasta que abrían el Hogar, creo que a las cinco de la tarde. En la barbería estábamos calentitos entre el humo de los cigarrillos y el olor a Geniol o Floid. Recuerdo al tío Manuel encorvado templando la guitarra y que, una vez conseguido, siempre tocaba la misma canción:
Ya la higuera se secó,
tiene las raíces fuera,
ya mi chata no me quiere
porque ando de borrachera.
Después Luisito el perrenchín cogía su laúd, José Lacarta el maletín de madera de los útiles de barbero a domicilio, que serviría de batería, y nos deleitaban los tres tocando “la Cumparsita” o “Clavelitos”.
Un abrazo
Si, el Hogar rural era un lugar de cultura y ocio. Los días no lectivos o cuando ya habíamos cumplido los catorce años y había terminado nuestra vida escolar, nos protegíamos del frío de los largos inviernos refugiándonos en la cuadra del tío Nicolás, o bien en una cueva junto al Corredero jugando al sapusqueto o al moscardón; pero donde pasábamos más horas era en la barbería del “perrenchín”. Allí matábamos el tiempo hasta que abrían el Hogar, creo que a las cinco de la tarde. En la barbería estábamos calentitos entre el humo de los cigarrillos y el olor a Geniol o Floid. Recuerdo al tío Manuel encorvado templando la guitarra y que, una vez conseguido, siempre tocaba la misma canción:
Ya la higuera se secó,
tiene las raíces fuera,
ya mi chata no me quiere
porque ando de borrachera.
Después Luisito el perrenchín cogía su laúd, José Lacarta el maletín de madera de los útiles de barbero a domicilio, que serviría de batería, y nos deleitaban los tres tocando “la Cumparsita” o “Clavelitos”.
Un abrazo