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DEZA: Cristeta fue una víctima de lo que ahora llamamos violencia...

Cristeta fue una víctima de lo que ahora llamamos violencia de género. Desgraciadamente cada año mueren en España violentamente setenta u ochenta mujeres como consecuencia de los últimos resquicios del machismo, aunque en otros tiempos fue todavía más enconado y es muy lamentable que actualmente todavía se utilice con más o menos virulencia en muchos países. Cuando al argentino C. M. célebre campeón mundial de los pesos medios le preguntó el juez el motivo por el que había acabado con la vida de su mujer arrojándola desde una ventana, él le contestó que, aunque en esa ocasión se la había ido la mano, una paliza de vez en cuando era una cosa muy normal. Naturalmente era su opinión; no quiero decir que en ese querido país sea práctica habitual.
El Artículo primero de la Declaración sobre la Eliminación de la violencia contra la mujer- Naciones Unidas 1.994- lo define como a todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública o privada.
Hace un mes más o menos, envié al foro un relato de una de mis compañeras acerca del tema, que refleja los sentimientos y la feliz decisión de una mujer maltratada.
Cuando, casi un niño, entresacaba o cavaba remolacha junto a mi madre, llegué a aprenderme el poema popular del execrable crimen de aquella pobre joven mientras fregaba en el Suso. Incluso tenía una monótona musiquilla que todavía recuerdo y que varia muy poco entre dos estrofas.
Mi padre me dice que el día del crimen venía de labrar junto con mi tío y, al pasar por el cementerio, les llamó el tío Pablito, el enterrador, y les mostró a la víctima mientras esperaba la autopsia.
En cuanto a la fecha, a pesar de que el poema popular dice que fue el día cuatro de abril, mi madre sostiene que fue el día tres, puesto que es su cumpleaños y lo estaba celebrando con sus amigas cuando saltó la noticia. Pero es un detalle insignificante.
Lo que también recuerdan todos cuantos viven, es la reacción del pueblo al enterarse. La plaza llena de gente- como dice Manuel, Deza entonces tenía más de mil quinientos habitantes- que, movidos por la lógica emoción de los primeros momentos, pretendían hacerse con el asesino que estaba encerrado en el calabozo- en los bajos del Ayuntamiento-para hacer justicia popular, pidiendo a gritos que lo dejaran en sus manos, que ya estaba juzgado y condenado; y quizás lo hubieran llevado a cabo a no ser por la intervención de un Guardia Civil, hermano de la víctima, que logró contener al pueblo para que no llegaran a realizar el linchamiento.
Un saludo