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En cuanto a Tauste, existe la vieja historia acerca de un personaje, no sé si ficticio o no, a quien llamaban “el aponderador”. La cuento tal y como la recuerdo, aunque hace muchos años que la escuché:
En esta villa dicho personaje, una especie de alguacil municipal, tenía la misión de “aponderar”, ponderar exageradamente todo lo bueno del pueblo a cuantos forasteros lo visitaban.
Cuentan que, en un ocasiópn, aparcó su seiscientos en la plaza un forastero: era timidillo y con gafas, y hasta él se acercó nuestro hombre a saludarlo y a cumplir con su misión de exagerar:
- ¿De dónde es el mocé?
-De Gallur,- respondió el aludido-.
-Buen pueblo, ¿y que le trae por aquí?
-Vengo a pedir la mano de la Paquita, la hija del Melitón.
-Pues se va a llevar la mejor moza del pueblo. Le voy a acompañar a casa del Melitón.
Una vez en la casa, lo presentó al futuro suegro y echaron un trago del porrón, que el aponderador aseguró que era el mejor vino de la comarca.
-Melitón, este mocé, tan educado y majo, viene a festejar con tu hija.
- ¿Y como piensas mantenerla?- inquirió el padre al yerno en hierbas.
-Pues verá, en mi pueblo tengo un pequeño ganado, unas pocas tierras y unos olivos.
El aponderador, fiel a su oficio, espetó:
-No hagas caso Melitón, que tiene un buen ganado, mucha hacienda y muchos olivos.
-Es que, como es la primera vez que le veo, quería asegurarme de la clase de persona que es usté.
-Pues yo creo que soy formal y trabajador, solo tengo un defecto: que soy un poco corto de vista.
Entonces entra en juego el aponderador:
-Mecagüen diez, un poco corto de vista ¡pero si es cegato perdido!
-Habrá oído por ahí que la Paquita es un poco…ligera de cascos- dice el suegro-.
A esto interviene de nuevo el aponderador:
-Joer, un poco ligera de cascos, ¡pero si es más p*** que las gallinas!
Un saludo
En esta villa dicho personaje, una especie de alguacil municipal, tenía la misión de “aponderar”, ponderar exageradamente todo lo bueno del pueblo a cuantos forasteros lo visitaban.
Cuentan que, en un ocasiópn, aparcó su seiscientos en la plaza un forastero: era timidillo y con gafas, y hasta él se acercó nuestro hombre a saludarlo y a cumplir con su misión de exagerar:
- ¿De dónde es el mocé?
-De Gallur,- respondió el aludido-.
-Buen pueblo, ¿y que le trae por aquí?
-Vengo a pedir la mano de la Paquita, la hija del Melitón.
-Pues se va a llevar la mejor moza del pueblo. Le voy a acompañar a casa del Melitón.
Una vez en la casa, lo presentó al futuro suegro y echaron un trago del porrón, que el aponderador aseguró que era el mejor vino de la comarca.
-Melitón, este mocé, tan educado y majo, viene a festejar con tu hija.
- ¿Y como piensas mantenerla?- inquirió el padre al yerno en hierbas.
-Pues verá, en mi pueblo tengo un pequeño ganado, unas pocas tierras y unos olivos.
El aponderador, fiel a su oficio, espetó:
-No hagas caso Melitón, que tiene un buen ganado, mucha hacienda y muchos olivos.
-Es que, como es la primera vez que le veo, quería asegurarme de la clase de persona que es usté.
-Pues yo creo que soy formal y trabajador, solo tengo un defecto: que soy un poco corto de vista.
Entonces entra en juego el aponderador:
-Mecagüen diez, un poco corto de vista ¡pero si es cegato perdido!
-Habrá oído por ahí que la Paquita es un poco…ligera de cascos- dice el suegro-.
A esto interviene de nuevo el aponderador:
-Joer, un poco ligera de cascos, ¡pero si es más p*** que las gallinas!
Un saludo