Los Padres de la Patria, como ya han resuelto los graves problemas políticos, los económicos, el paro, etc, etc, ahora, sentados en su poltrona, cobrando sus sueldos millonarios y, muchos de ellos, trincando lo que pueden, se dedican a debatir el futuro de la fiesta nacional en Cataluña. Esto me recuerda el cuento de aquel médico que, sorprendido haciendo solitarios, le preguntaron el porqué se dedicaba a matar el tiempo, a lo que él respondió: porque ya no me quedan pacientes que matar.
No hay duda de que éste es un tema polémico y que representa, por connotación para los catalanes, un rechazo a lo que significa la palabra “nacional” en el resto de España. Sin embargo, la intervención ayer del filósofo Mosterín en el parlamento de Cataluña comparando las corridas de toros con el maltrato a las mujeres o la ablación del clítoris, no fueron, a mi entender, muy afortunadas; yo tengo otro criterio.
No soy aficionado a las corridas, ni justifico la crueldad a que están sometidos los toros bravos, sin embargo tampoco soy detractor y respeto la opinión de quienes asisten a dichos festejos.
En Deza, salvo un par de años, siempre han existido las novilladas y era el mayor espectáculo que nos podíamos permitir. Había mucha afición; incluso participaban capoteando muchos paisanos que, de algún modo, alegraban la fiesta. Esperábamos el quince de Septiembre con impaciencia y, en alguna ocasión he acudido a zofra para colocar la parafernalia de los entablados sobre los toriles. A Deza acudían, además de los dezanos que vivían en otros lugares, los forasteros de los pueblos vecinos: era una ocasión y un lugar de encuentro.
No quiero sembrar la polémica; allá cada cual con sus ideas.
Un saludo
No hay duda de que éste es un tema polémico y que representa, por connotación para los catalanes, un rechazo a lo que significa la palabra “nacional” en el resto de España. Sin embargo, la intervención ayer del filósofo Mosterín en el parlamento de Cataluña comparando las corridas de toros con el maltrato a las mujeres o la ablación del clítoris, no fueron, a mi entender, muy afortunadas; yo tengo otro criterio.
No soy aficionado a las corridas, ni justifico la crueldad a que están sometidos los toros bravos, sin embargo tampoco soy detractor y respeto la opinión de quienes asisten a dichos festejos.
En Deza, salvo un par de años, siempre han existido las novilladas y era el mayor espectáculo que nos podíamos permitir. Había mucha afición; incluso participaban capoteando muchos paisanos que, de algún modo, alegraban la fiesta. Esperábamos el quince de Septiembre con impaciencia y, en alguna ocasión he acudido a zofra para colocar la parafernalia de los entablados sobre los toriles. A Deza acudían, además de los dezanos que vivían en otros lugares, los forasteros de los pueblos vecinos: era una ocasión y un lugar de encuentro.
No quiero sembrar la polémica; allá cada cual con sus ideas.
Un saludo