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DEZA: En casa de la abuela estarían unos días atareados separando...

Vamos a catar.

Hay un refrán que dice que para el 5 de marzo hay que catar y que si no lo haces el cinco lo hagas el séis.
Pues bien; Yo recuerdo aquellos años en que toda la familia, mi familia en concreto y al completo, nos juntábamos en el entorno del colmenar de la abuela para efectuar la cata. El colmenar aún perdura y está en el barranco de Val de Hurtado, allá abajo, encima de La Vega Bajera, cerca de Los Ojos y es como una casilla. Estas casillas están divididas en compartimentos llamados hornos. Cada uno de ellos comunica al exterior mediante una abertura que se llamaba piquera por donde las abejas entran y salen. Por el otro lado hay una puerta de acceso a los panales. Cada horno a su vez está regentado por una reina. Es como si dijéramos una comunidad autónoma dentro del colmenar. La colmena, en cambio, es una unidad independiente, que se puede trasladar de un lugar a otro a voluntad y conveniencia del apicultor. El colmenar estará fijo para siempre.

Un abrazo.

En Deza hay muchos colmenares y colmenas esparcidos por los cerros de su término, especialmente en zonas que no se trabajan y en donde se crían diferentes plantas silvestres, como por ejemplo, el romero, el espliego, la aliaga y el tomillo, amén de flores de toda clase de frutales y de arbustos que suelen ser las que dan sabor a las mieles que se cogen en diferentes franjas, habiendo infinidad de sabores y hasta de colores. Hay mieles que van del blanco al muy oscuro pasando por una gama de rubios muy bonitos. Es una maravilla lo que pueden hacer esos bichitos tan pequeños y tan bien organizados, que son las abejas.

Un abrazo.

A principios de la primavera y cuando ya nuestros insectos pueden volar y encontrar comida abundante, cuando ya el invierno ha despertado de su letargo y todo está lleno de flores, el catador de oficio, decidiría el día en el cual haríamos la cata.

Un abrazo.

Los mayores prepararían los recipientes para transportar la miel y las viandas para la merienda campestre que celebraríamos al aire libre, siempre un poco alejados de las abejas pues al quitarles su tesoro y su comida, suelen estar muy enfadadas y pican como demonios. Se alborotan y con razón.

Un abrazo.

Creo que Joselito “El Romero” nos podría dar una lecciones magistrales sobre el tratado de las abejas y la miel al igual que nos las podría haber dado aquel señor que se llamaba el tio Felipe, hijo de aquella mujer rubia que vivía en la casa última de La Solana y que se llamaba “La tia Roya”. Una mujer bajita, regordeta, tiesa y simpática.

Un abrazo.

Yo solamente referiré los hechos, como ya he dicho en otras ocasiones puesto que ya existen verdaderos tratados de especialistas sobre las abejas con especificaciones muy exactas y muy estudiadas.

Un abrazo.

Al tio Felipe también lo llamaban “El Royo” y era el padre del Adrián, por nombrar uno de sus hijos, por ejemplo. Yo creo que tenía amistad con todas las abejas del mundo puesto que las trataba como si fuesen conocidas de toda la vida y no les tenía ni el menor miedo. Ellas, creo que se daban cuenta de ello y lo respetaban ya que no le picaban o por lo menos lo le hacían ningún efecto esas picaduras tan dolorosas para los demás. Algunas personas son muy propensas a que las persigan las abejas y para otras la picadura llega a ser incluso mortal debido a la alergia del veneno que inyectan aun siendo tan poca cantidad.

Un abrazo.

Mientras tanto en las afueras y rondando por las piqueras de la pared habría miles de abejas revoloteando y dispuestas a dar su vida por defender su territorio picando a todo aquel que se acercase por allí. Muchos de nosotros ya sabemos que cuando pican dejan el aguijón clavado. Aguijón que sigue vivo puesto que sigue introduciéndose en la piel a pesar de haberse marchado medio destripada, aquella abeja que indefectiblemente morirá al poco rato presa de enormes dolores.

Un abrazo.

No confundir nunca con la picada de una avispa pues ésta inocula su veneno y no deja el dizque y además te clavara sus dientes al mismo tiempo dejándote dos señales muy bien diferenciadas. La abeja muere y la avispa sigue viva. La colonia de las abejas es infinita y el de las avispas es muy limitada y no pueden perder individuos que la defiendan de nuevo. Es así la vida.

Un abrazo.

A nosotros los chicos nos enseñaban cual era la reina y los zánganos de la colmena y como se hacía la cata; pero huíamos enseguida corriendo, al notar sobre nuestra cabeza el revoloteo de las pobres y enloquecidas abejas que se enredaban en el pelo y su constante zumbido, indicaba que estabas a punto de recibir el temido picotazo.
Todo pasa. El día inolvidable que habías esperado con tanta ilusión se habría cumplido, los cerros cercanos y los ecos entre los valles estarían mudos y silenciosos durante otro año, los lagartos asustados recobrarían la paz y las abejas nuevamente organizadas contarían sus bajas y sus muertos en combate y emprenderían de nuevo su devenir diario. Mañana de nuevo tendrías que ir a la escuela, quizá con algún ojo hinchado y al mismo tiempo los campos se habrían vestido de otra vez de gala. Todo seguiría su curso.

Un abrazo.

En casa de la abuela estarían unos días atareados separando la miel de los panales; tarea entretenida pues tendrás que apretujar entre tus manos una masa pegajosa de cera y miel y dejarla después que escurra en un viejo cesto, que se encargará de separar ambos componentes para el consumo y si conviene hasta para la venta. Del lavado de la cera se obtiene el aguamiel para hacer el mostillo. De la cera se hacen diferentes tipos de velas, unas muy gruesas y de mucho peso como por ejemplo la del Cirio Pascual que suele pesar varios kilos y otras muy largas y muy finas, como aquellas que en tiempos vendían en rollos o se hacían artesanalmente en casa y que después las mujeres las liaban en paletas de madera para mejor poder usarlas. Que bien olían.

Un abrazo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Buenos tardes Deza.

Que rica la miel Abuelo, aun recuerdo su savor, la de alli. aqui tambien tenemos rica miel, pero no he vuelto a sentir el mismo savor, ni su testura.
recuerdo la compravamos en la casa del sastre del pueblo, muy cerquita de mi casa, el agua miel, tambien me acuerdo, y como nos gustava, lamer el panal!
que buenos recuerdos. como siempre Abuelo, muchas gracias!
Un abrazo.