Ya que me he retirado de esquiar, os voy a contar un poco la historia de la nieve tal como la he vivido yo. De pequeño, las nevadas eran muy frecuentes y a veces de gran grosor; no tanto como para dejar de ir a la escuela a pesar que a veces la cuesta de subida estaba helada y resbaladiza. Era lo normal y todo el mundo lo asumíamos. Nuestro calzado habitual eran las albarcas, con unos calcetines de lana hechos por la abuela, pantalones cortos y un simple jersey haciendo juego con los calcetines. Algunos usaban una pequeña bufanda; pero no era imprescindible. El gorrito ni se conocía en nuestras latitudes.
Un abrazo.
Un abrazo.