Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso
"El sexagenario va rejuveneciéndose carta a carta y acaba pareciéndonos un adolescente apasionado".
Delibes cuenta que a su congénita depresión se va sumando con el tiempo una dosis respetable de escepticismo. “Esto, sí -dice- es cuestión de años. Vas aumentando años y vas quitando ilusiones y cosas en las que esperar y creer. Yo ahora no creo en casi nada y en casi nadie. ¡Qué pocas cosas me quedan en las que creer!”
"El sexagenario va rejuveneciéndose carta a carta y acaba pareciéndonos un adolescente apasionado".
Delibes cuenta que a su congénita depresión se va sumando con el tiempo una dosis respetable de escepticismo. “Esto, sí -dice- es cuestión de años. Vas aumentando años y vas quitando ilusiones y cosas en las que esperar y creer. Yo ahora no creo en casi nada y en casi nadie. ¡Qué pocas cosas me quedan en las que creer!”
A la pregunta
¿En qué cree, por ejemplo?
Él responde
- "Pues, pese a los atentados diarios que veo contra ella, creo en la familia; creo en los hijos y creo en los padres, que ya desaparecieron. Considero que es una forma no ya cristiana, sino lógica de conformar la sociedad. Yo en mi familia creo a pies juntillas. Mi familia ahora son mis hijos, y es, sin duda alguna, lo más importante que tengo. Vivo habitualmente con Camino, la pequeña, y los fines de semana vienen Adolfo y Juan, que están solteros. Y arriba, con una escalera interior, vive Elisa con su marido y sus cuatro niños pequeños. Así que los oigo continuamente y estoy siempre con gente.
Desde los cinco o seis años acompañaba a mi padre todos los domingos a cazar, si era invierno; o a pescar, si era temporada de veda. De niño no podía comprender que hubiera otra manera de consumir los ocios dominicales que no fuera yendo al campo".
Un abrazo
¿En qué cree, por ejemplo?
Él responde
- "Pues, pese a los atentados diarios que veo contra ella, creo en la familia; creo en los hijos y creo en los padres, que ya desaparecieron. Considero que es una forma no ya cristiana, sino lógica de conformar la sociedad. Yo en mi familia creo a pies juntillas. Mi familia ahora son mis hijos, y es, sin duda alguna, lo más importante que tengo. Vivo habitualmente con Camino, la pequeña, y los fines de semana vienen Adolfo y Juan, que están solteros. Y arriba, con una escalera interior, vive Elisa con su marido y sus cuatro niños pequeños. Así que los oigo continuamente y estoy siempre con gente.
Desde los cinco o seis años acompañaba a mi padre todos los domingos a cazar, si era invierno; o a pescar, si era temporada de veda. De niño no podía comprender que hubiera otra manera de consumir los ocios dominicales que no fuera yendo al campo".
Un abrazo