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DEZA: Los cerezos del caminero todavía conservaban las tardías...

Los cerezos del caminero todavía conservaban las tardías flores, atrasados tras el crudo invierno.
Cuando llegamos al peirón que marcaba el cruce, junto a las nogueras de Rogelio, mi tío nos contó una vieja leyenda urbana que allí había ocurrido hacía tiempo. Nos dijo que un hijo llevaba a su padre al asilo de Calatayud, por el camino que parte junto a la ermita y, aprovechando el peirón para montar en una mula al viejo, el padre le espetó:
-hijo mío, la historia se repite, en este mismo lugar ayudé a montar a mi padre para conducirlo al mismo asilo al que tu me llevas.
Cuentan que el hijo pensó que sus hijos lo tratarían del mismo modo y, arrepentido, dio media vuelta llevando al anciano de nuevo a su casa.
Una vez llegamos a la ermita, elegimos un lugar seco para acomodarnos y, tras dejar las mulas en un lugar apartado, nos dispusimos a montar el “corro”. Las mujeres habían dispuesto las fiambreras con chorizos, jamón y lomo adobado. Mientras ellas disponían la comida, nosotros nos acercamos a la ermita donde los mozos ya habían comenzado a cantar al santo. En estos cánticos, aunque un tanto irreverentes, se mencionaban los sucesos en los que se referían acontecimientos que generalmente trataban de amores y desamores; o bien se pedía al Santo una novia o un novio, salud, o que se cuidara de las viñas y las mieses.