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DEZA: De repente, te tropiezo,...

A VINCENT

Comprendes cómo te
nombro,
con mente quieta y silenciosa
me escucho
cuando no me escuchan,
escribo tu nombre
con el borde de la lengua,
rodando el filo vacío de los labios.
Y te extiendes luchando
en la humedad de mi deseo,
en la resonancia del silencio.
Te aíslo y separo de los otros
sucesivamente incierto,
tiemblas dentro en la garganta,
te atrapo y fortalezco;
como símbolo fresco
te hago mío.
Envuelvo tu nombre en mi contacto,
cuerda vocal que busca su instrumento.
Te estanco en el sonido de mi aliento,
te resistes,
te rindes:
te he nombrado.

De repente, te tropiezo,
te abres hacia mí
y desde el desván del alma
ese papel, esa escritura
indócil me avasalla
y me pierdo a mí misma
en el pequeño orbe de tu carta.
Suspendida en la hoja, gota a gota
salto hacia ti, escafandra en mano,
y me ciño la ropa de los tibios años.
Estoy en todas partes y en ninguna:
fantasmagórica y real,
me seduces y ahogas.
En el beso mortal
con olor a tus manos
me deshaces en caos.
Vuelvo a mi ordenado mundo,
cierro el sobre.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Pero cómo recobrar los gestos del amor,
las olvidadas trampas, las miradas
que se nutren en los ojos del otro.
Cómo despertar a mi dormido cuerpo,
despojado de noches,
amortajado en sueños,
en ardid de silencios.
Cual válvula escondida
hará correr la sangre
para entibiar rincones ... (ver texto completo)