“La lila es, tal vez, la flor con mayor abundancia de asociaciones femeninas. Viene del este de Europa y fue implantada en el oeste en el siglo XVI. Una flor eslava”.
Quizás por eso tienen ese color claro, suave, desvaído, de luz acariciante que desea llegar suavemente, sin hacerse notar, pero sí sentir…
“Una vez me dijiste que el aroma de las lilas no distaba mucho del olor de las vacas en el establo. Ambos huelen a paz e indecisión”.
Vacas, ojos grandes llenos de mansedumbre y nostalgia, dejándose acariciar por el verde del prado y el agua que cae mansamente.
Olores a casa, a origen y fin de los días, a niebla y a heno.
Lilas, racimos de ojos luminosos que robaron color al sol.
Me gusta que el poeta os haya emparejado, vacas y lilas, porque hacéis la más hermosa pareja que se pueda componer.
Una sonrisa me recorre acariciante sólo con imaginarte, hermana vaca, adornada con un collar de lilas…
“Los días se van haciendo más largos, y por la tarde me siento a leer en la cocina sin necesidad de encender la luz. En el alféizar de la ventana hay una jarra con un ramo de lilas que corté en el jardín de un amigo. Tienen un color pálido; el color de una camiseta azul marino desteñida por muchos lavados…”
Sí, los días se van haciendo más largos.
No tengo en mi ventana un ramo de lilas y sin embargo añoro su color en aquella nube lejana que perdió su azul en el mar.
Y añoro la lluvia que quedó prendida de sus flores con el aroma dulzón de los recuerdos.
“Cuando levanté la vista hace un momento, a la luz ya débil del atardecer, el ramo de lilas parecía una colina cuyos árboles en flor se fundieran en el crepúsculo. Estaban desapareciendo”.
Al igual que desaparecían de mi vista las verdes cotorras que hacían su última parada en las ramas desnudas de los árboles.
Y el Tibidabo comenzaba a iluminarse…
Y el corazón a llenarse de nostalgias mientras intenta empujar los días para que así llegue antes el tiempo de las lilas…
El texto entre comillas es un fragmento de John Berger, y los comentarios a la poesía no identifico al autor, pero los transcribo porque me gustan. Un saludo, C.
Quizás por eso tienen ese color claro, suave, desvaído, de luz acariciante que desea llegar suavemente, sin hacerse notar, pero sí sentir…
“Una vez me dijiste que el aroma de las lilas no distaba mucho del olor de las vacas en el establo. Ambos huelen a paz e indecisión”.
Vacas, ojos grandes llenos de mansedumbre y nostalgia, dejándose acariciar por el verde del prado y el agua que cae mansamente.
Olores a casa, a origen y fin de los días, a niebla y a heno.
Lilas, racimos de ojos luminosos que robaron color al sol.
Me gusta que el poeta os haya emparejado, vacas y lilas, porque hacéis la más hermosa pareja que se pueda componer.
Una sonrisa me recorre acariciante sólo con imaginarte, hermana vaca, adornada con un collar de lilas…
“Los días se van haciendo más largos, y por la tarde me siento a leer en la cocina sin necesidad de encender la luz. En el alféizar de la ventana hay una jarra con un ramo de lilas que corté en el jardín de un amigo. Tienen un color pálido; el color de una camiseta azul marino desteñida por muchos lavados…”
Sí, los días se van haciendo más largos.
No tengo en mi ventana un ramo de lilas y sin embargo añoro su color en aquella nube lejana que perdió su azul en el mar.
Y añoro la lluvia que quedó prendida de sus flores con el aroma dulzón de los recuerdos.
“Cuando levanté la vista hace un momento, a la luz ya débil del atardecer, el ramo de lilas parecía una colina cuyos árboles en flor se fundieran en el crepúsculo. Estaban desapareciendo”.
Al igual que desaparecían de mi vista las verdes cotorras que hacían su última parada en las ramas desnudas de los árboles.
Y el Tibidabo comenzaba a iluminarse…
Y el corazón a llenarse de nostalgias mientras intenta empujar los días para que así llegue antes el tiempo de las lilas…
El texto entre comillas es un fragmento de John Berger, y los comentarios a la poesía no identifico al autor, pero los transcribo porque me gustan. Un saludo, C.