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DEZA: La medicina para llegar a centenario, según el tió...

EL TI0 MARIANO

El Tio Mariano era el hombre de más edad de Deza. Nació en nuestro pueblo un lejano mes de Julio de 1900 en el barrio de la Solana. Su padre era pastor y él su costado, aprendió esta misma profesión desde muy pequeño. A los dieciséis ya llevaba un rebaño de trescientos carneros y a partir de esta edad ya cobraba el jornal entero, según pudimos oir en una entrevista que le hicimos para el vídeo conmemorativo de sus cien años.

Un abrazo.

Mariano, siempre fue un hombre sencillo dedicado a su trabajo y de chico estuvo cuidando toros en compañía de mi progenitor, el Raimundo, en la Venta de Tanas. Muchas veces me contó, que mi padre toreaba los novillos en la majada, con la manta; pero que él, no tenía esa afición, dedicándose solamente a echarles de comer. Alguna vez tuvieron que subirse ambos al tejado por causa de los celos de la madre vaca, que los perseguía por incordiar algún novillejo. Ninguno de los dos llegó a ser figura del toreo, eso por descontado.

Un abrazo.

La medicina para llegar a centenario, según el tió Mariano, fue vivir al aire libre, comer poco y beber mucha leche cruda, de oveja. Nunca en su vida se bañó ni en río, ni en balsa, ni en piscina y menos aún, en la playa; pero muchas veces se remojó de arriba abajo al pillarle alguna tormenta por la noche, de aquellas que no sabes las intenciones que traen ya que de las de día ya se cuidaba de que no le pillaran, en campo raso. De mayor, no le quedó otro remedio que entrar en la ducha siempre que fue necesario, según palabras suyas.

Un abrazo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Todo el mundo conocía el buen genio del tió Mariano y su afición de salir con su transistor y poner sus canciones, en la esquina de la plaza, en el bar Luis. Pero sobre todo se le conocía por su afición a repartir caramelos entre los que pasaban por su lado, si bien los repartía más a gusto, a las mujeres. Siempre llevaba su bolsa preparada y era característico el gesto de llevarse la mano al bolsillo de su chaqueta, mientras llamaba al receptor/a.

Un abrazo.