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ORTEGA Y GASSET Y LA FIESTA DE LOS TOROS: LA GEOMETRÍA TAURINA II (Continuación)
-.” El diestro es la vertical, el toro es la horizontall. En la medida en que la horizontal sea más corta, por serlo absolutamente o porque una mayor velocidad la contraiga, la horizontal se va asemejando a la vertical y el toreo será más difícil”.

-. Veamos la misma visión que Ortega en boca del famoso crítico Gregorio Corrochano: “ El toreo tiene una explicación en el movimiento geométrico de dos líneas: una vertical, que es el torero, y otra horizontal, que es el toro. En tanto que la línea vertical gira sobre sí misma sin variar el punto de apoyo en el suelo, la horizontal tiene que trasladarse, hacer el recorrido para ir y otro para volver. En aprovechar todo ese tiempo empleado por el toro en embestir y revolverse, que, por rápido que parezca, es lento si se le considera con el giro del toreo, está basada la defensa y la posibilidad del toreo. En esta sencilla lección de geometría nace toda la difícil teoría del arte de los toros. Luego vienen las reglas complementarias para la práctica, que se encierran en dos: conocimiento de las reses y conocimiento de las suertes, Nunca, ni en la época de los grandes maestros de Chiclana, que es cuando toman cuerpo estas dos condiciones del toreo, tienen tanta fuerza y y están en vigor como con Joselito y Belmonte”

-. Según Ortega:” El toro navarro es de cuerpo pequeño, coto, nervioso y revoltoso, que se revuelve con superlativa velocidad en pocos palmos de terreno, encontrándose ante tal ejemplar, en el caso de la horizontal mínima, que se comporta con cierta semejanza a la vertical. “

-.”El toro andaluz ha sido de mayor corpulencia, de espina larga, acometida honda, de modo que tardaba mucho más que el navarro en revolverse. Dos tipos de toros distintos reclamaban dos maneras de torear también muy diversas.”

-. “ Los movimientos del toreo ante el toro persiguen su defensa y su dominio, ajustándose a ciertas normas de coreografía. En el movimiento del hombre vasco se aprecia el ángulo, el zig-zag, predominando los movimientos rápidos El movimiento del hombre andaluz nada es anguloso, sino por el contrario, es un principio de línea curva, el desarrollo redondo o elíptico, que con frecuencia se complace en relativa morosidad voluptuosa”

-” La suerte más característica de los vasconvarros, se comprende que fuese el quiebro, que es el manejo más veloz para engañar al animal. Lo propio acontece con el lance a la navarra, en que el hombre al terminar el lance dando salida al toro, retira la capa y gira velocísimamente sobre sus talones, de modo que el nervioso torillo al revolverse con su celeridad habitual se encuentre ya al diestro. Ante un enemigo que por su breve cuerpo y ligereza de revolución es casi vertical, la otra vertical no tiene más remedio que practicar ante él una serie de apariciones y desapariciones El toro andaluz, en cambio, al ser de una larga horizontal por su corpulencia y su trayectoria, da lugar a un mayor reposo, hace posible suertes de más combinada arquitectura, sobre consentir todas las del otro “

-. -”. La región vasconavarra poseyó cierta precedencia temporal en la formación e historia de la fiesta, según hoy la entendemos “ ”. El nombre más antiguo de torero que se conoce, torero en el sentido preciso de que se presentaba con una cuadrilla orgánica y disciplinada es el de Zaracondegui”.

-. Veamos lo que dice Corrochano del toreo de Joselito y Belmonte: “Joselito conoce todas las suertes, pero como una derivación de su conocimiento de las reses. Desde que pisan el ruedo y se dan dos carreras por la plaza, Joselito sabe como son y lo que van a hacer durante la lidia. Belmonte se inclina a la perfección de las suertes. No utiliza otra regla, que más que regla es un estilo, que la de llevar al toro toreado; por intuición o por imperativo fisiológico, al faltarle facultades, tenía por única defensa su toreo. Belmonte no tenía piernas para enmendarse y al no poder enmendarse, enmendó el toreo. Entonces empieza a hablarse del temple La teoría del temple es belmontina, tan reiteradamente la practica.. Hasta Belmonte, el temple, si no desconocido, era casi invisible. En Belmonte se ve más, porque es estilo, pero también defensa. Belmonte se quitaba los toros, se sacaba los toros, obligándoles con el temple. Aquellas verónicas sin enmendarse, quebrando la línea de acometida, sólo podrían lograrse con el temple del capote. Temple tan preciso, tan medido, tan justo entre toro y torero, que se veía con angustia, porque de este temple se hacia depender, no solamente un arte magnífico, al parecer imposible, el “así no se puede torear”, si no un riesgo acentuado de inevitable cogida. (Emoción)”.

-. “ Si el toreo de Belmonte no se podía ver con tranquilidad, lo que hacía Joselito con los toros, su seguridad, su conocimiento de los instintos, de las querencias, de los resabios, de los cambios con la lidia, su anticipación de ser el primero, y a veces el único en la plaza, en verlo, era sorprendente. ¿Pero cómo sabía lo que el toro iba hacer en cada momento?”

- Para Ortega.“El papel de los aficionados no es hablar de toros seriamente, sino apasionadamente. De no hacerlo así, faltarían a su cometido, y quedaría amputado todo un hemisferio de la fiesta taurina consistente en la resonancia inacabable de lo que acontece dentro de las plazas, en las tenaces e incesantes discusiones alrededor de las mesas de las tabernas y cafés, en casinos, tertulias y periódicos.”. “Imagínense ustedes que mágicamente extirpásemos a la vida española de los dos últimos siglos todas las discusiones sobre asuntos taurinos y represéntese el hueco enorme, el pavoroso agujero de vacío que en ella se habría abierto “

-. “ La corrida de toros es un conjunto unitario, que no admite la consideración aislada de suertes, lances de capa y pases de muleta. La consideración separada de ese conjunto de suertes falsea la idea, el auténtico concepto que debemos de tener de la corrida de toros, al separar hechos y situaciones. En la plaza no sólo hay toreros, sino también público y, sobretodo, toro y es el conjunto de todo esto lo único que no es abstracción, son precisa, concreta e integral realidad, lo que se llama la corrida de toros”.

-. La realización de un tratado técnico e histórico sobre la fiesta de los toros, fue idea de José Ortega y Gasset, que propuso en 1934 a Espasa-Calpe y cuya realización sugirió a José María de Cossío. Aquel año inició Cossío la preparación de la obra, a la que dio el título de Los toros. En 1935 empezó a colaborar Miguel Hernández, y en 1937 lo hizo Antonio Díaz Cañabate. El resultado fue una obra monumental, la mejor y más completa de cuantas se hayan escrito sobre la fiesta y ha tenido la máxima proyección, hasta el punto de que rebasa el interés del específico mundo taurino. Ortega y Gasset inspiró la obra Los Toros, aunque con un concepto que no se ajusta a la orientación primigenia, en la que no figuraban biografías de lidiadores, ni repertorios anecdóticos.

-. En la carta de Ortega a José María Cossio desde Lisboa en 1943,, tras analizar el libro de este vallisoletano: “Los toros “, establece que en el toreo, al igual que en las naciones periodos de estados fuertes y transiciones. Afirma: “ Bien claramente aparecen en el pretérito esas dos clases de épocas: estado fuerte del toreo y estado de transición. Aún empezando sólo en 1835 tenemos: Paquiro, Chiclanero, Cuchares en un estado fuerte del toreo.. Le sigue un estado de transición hasta Gordito. Con Lagartijo, Frascuelo y El Guerra fue el segundo estado fuerte del toreo. Le sigue un estado de transición con Fuentes, Bombas, Machaco. Nuevo estado fuerte del toreo con Joselito y Belmonte. Desde entonces, nuevo estado de transición.”-.