Hola, foreros: de nuevo abro esta ventana desde donde nos asomamos a nuestro pueblo y me detengo a leer las participaciones que se han colgado durante mi ausencia, todas ellas muy interesantes y amenas. Veo las del abuelo, las de Manuel de Soria, de Lacalle, José Luis, García, María Pilar, Dezano, Victoria, Las Matas, Argentina, Marcelino y de un anónimo dezano que nos informa acerca de la romería de San Roque.
Aunque a mi me gusta visitar el Pirineo, aproveché estos últimos días de Abril y primeros de Mayo para acercarme a un pequeño pueblo de la costa de Tarragona buscando el sol y la playa, pero apenas tuve la oportunidad de encontrarlos. Fueron unos días lluviosos y ventoleros, pero todo tiene su encanto y los pasé haciendo excursiones por los pueblos del interior, paseando, gozando de la comida, disfrutando de los ratos que hacía bueno tumbado en la playa o jugando la partida con otros dos amigos, también dezanos.
Llegamos a este pueblo el viernes treinta de Abril, deshicimos el equipaje y, en compañía de estos amigos, salimos a pasear por el paseo marítimo. Una vez pasado el puerto deportivo, escuchamos una música, al principio lejana, que supusimos que se trataba de alguna sardana pero, conforme nos acercábamos al lugar de donde procedía, descubrimos que se aquella música era más alegre, hasta caer en la cuenta de que se trataba de sevillanas. Nos asombró encontrarnos en medio de la Feria de Sevilla, con sus casetas, calesas, caballos y varios grupos de personas vestidas ellos de corto y ellas de farahales. Casi tengo que pellizcarme para comprobar que no me encontraba en el Real de Sevilla; allí había miles de personas, como nunca había visto en este pueblo, disfrutando del folclore y de los complementos habituales de la feria. Aquel día era el de la degustación del “pescaito frito” y amenizaban el ambiente cinco agrupaciones andaluzas formadas por residentes en los pueblos cercanos. El día uno se celebró la fiesta del “fino, rebujito y jamón” a la que también asistimos degustando aquellos productos y dejando un huequecillo para el día dos que era la “fiesta de la caña y tortilla de patata”. Por la mañana, después de un buen rato de sevillanas, se celebró una emocionante misa rociera cantada por el coro” Arena del Mar”. Ni que decir tiene la alegría que transmiten estos andaluces mientras los más pequeños, vestidos con sus trajes regionales, correteaban entre la gente.
Durante esos días la barretina fue sustituida por el sombrero cordobés, motivo que me alegró, puesto que, al fin y al cabo, a pesar de los detractores, aquella tierra, para mi sin duda alguna, es España.
Después leo que a quien también le gusta esta fiesta es al presidente de Ciutadans (C’s), Albert Rivera, quien afirmó, apenas una semana después de Sant Jordi, una de las fechas más emblemáticas para los catalanes, que “se puede decir que la Feria de Abril es la fiesta nacional de Cataluña”. Según Rivera, “la Feria de Abril, mal que le pese a mucha gente, es la primera feria en número de visitantes”. Supongo que Rivera sentía realmente estas palabras, aunque no se puede adivinar el pensamiento de los políticos cuyo propósito es el de rascar algún voto de los muchos andaluces que pueblan Cataluña.
Un saludo.
Aunque a mi me gusta visitar el Pirineo, aproveché estos últimos días de Abril y primeros de Mayo para acercarme a un pequeño pueblo de la costa de Tarragona buscando el sol y la playa, pero apenas tuve la oportunidad de encontrarlos. Fueron unos días lluviosos y ventoleros, pero todo tiene su encanto y los pasé haciendo excursiones por los pueblos del interior, paseando, gozando de la comida, disfrutando de los ratos que hacía bueno tumbado en la playa o jugando la partida con otros dos amigos, también dezanos.
Llegamos a este pueblo el viernes treinta de Abril, deshicimos el equipaje y, en compañía de estos amigos, salimos a pasear por el paseo marítimo. Una vez pasado el puerto deportivo, escuchamos una música, al principio lejana, que supusimos que se trataba de alguna sardana pero, conforme nos acercábamos al lugar de donde procedía, descubrimos que se aquella música era más alegre, hasta caer en la cuenta de que se trataba de sevillanas. Nos asombró encontrarnos en medio de la Feria de Sevilla, con sus casetas, calesas, caballos y varios grupos de personas vestidas ellos de corto y ellas de farahales. Casi tengo que pellizcarme para comprobar que no me encontraba en el Real de Sevilla; allí había miles de personas, como nunca había visto en este pueblo, disfrutando del folclore y de los complementos habituales de la feria. Aquel día era el de la degustación del “pescaito frito” y amenizaban el ambiente cinco agrupaciones andaluzas formadas por residentes en los pueblos cercanos. El día uno se celebró la fiesta del “fino, rebujito y jamón” a la que también asistimos degustando aquellos productos y dejando un huequecillo para el día dos que era la “fiesta de la caña y tortilla de patata”. Por la mañana, después de un buen rato de sevillanas, se celebró una emocionante misa rociera cantada por el coro” Arena del Mar”. Ni que decir tiene la alegría que transmiten estos andaluces mientras los más pequeños, vestidos con sus trajes regionales, correteaban entre la gente.
Durante esos días la barretina fue sustituida por el sombrero cordobés, motivo que me alegró, puesto que, al fin y al cabo, a pesar de los detractores, aquella tierra, para mi sin duda alguna, es España.
Después leo que a quien también le gusta esta fiesta es al presidente de Ciutadans (C’s), Albert Rivera, quien afirmó, apenas una semana después de Sant Jordi, una de las fechas más emblemáticas para los catalanes, que “se puede decir que la Feria de Abril es la fiesta nacional de Cataluña”. Según Rivera, “la Feria de Abril, mal que le pese a mucha gente, es la primera feria en número de visitantes”. Supongo que Rivera sentía realmente estas palabras, aunque no se puede adivinar el pensamiento de los políticos cuyo propósito es el de rascar algún voto de los muchos andaluces que pueblan Cataluña.
Un saludo.