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DEZA: Magnífico documento, Lavilla, para quien le guste el...

EN MEMORIA DE LAS ENSEÑANZAS DE JOSELITO EL GALLO Y DE GREGORIO CORROCHANO I
-. El arte del toreo tiene su fundamento en la lidia, que cristaliza en unas tauromaquias. La tauromaquia es el arte de lidiar toda clase de toros. Este oficio se concreta en unas reglas a posteriori, nacidas de la experiencia. Las primeras tauromaquia en el tiempo son las que escribieron los grandes toreros ´Pepe-Hillo, El Paquiro, el crítico taurino Gregorio Corrochano (que nace de lo que él vió en los ruedos a Joselito y años después a Domingo Ortega) y Domingo Ortega. En el toreo siempre se está aprendiendo y no tiene fin. En la tauromaquia no se debe borrar nada, sino añadir según la evolución del toreo, para ponerla al día, sin olvidar y menos desdeñar, lo hecho hasta hoy. En este artículo nos centraremos principalmente en las tauromaquias de Joselito y Domingo Ortega desde la óptica del crítico taurino Gregorio Corrochano. Según éste: “Joselito y D. Ortega encarnan la tradición del toreo y no quiero que se pierda esa tradición. Sus normas son las normas eternas sobre las que resbalan las modas y los modos de torear. “

-. Ortega y Gasset lo explica cuando dice que:“Torear bien es hacer que no se desperdicie nada en la embestida del animal, sino que el torero la absorba y gobierne íntegramente.” Para eso cuenta con tres elementos fundamentales que son: los capotes, las muletas y el propio cuerpo.

-. Para el gran escritor arabista Emilio García Gómez: “La tauromaquia es un arte efímero. Pasado el instante, apenas queda nada, salvo el recuerdo, con todas sus deformaciones sentimentales. Al escritor taurino le toca la dificilísima misión de eternizar lo fugaz con la palabra.”

-. Para Gregorio Corrochano el arte de torear consistía en “parar, templar, cargar la suerte y mandar en el toro, en convertir el azar del toro en la necesidad de la lidia, en darle al toro su distancia, verlo venir, aguantarlo y darle salida adecuadamente. Hay que conocer los terrenos del ruedo: el del toro y el del torero. “”. Corrochano presenció la mortal cogida de “Joselito” (16 de mayo de 1920), que puso fin a la llamada edad del toreo del toreo. Su rendida admiración por el menor de los Gallos y el recuerdo dolorido de su cogida marcó muchas de sus crónicas posteriores: « ¿Qué es torear? Yo no lo sé. Creí que lo sabía Joselito y vi cómo lo mató un toro.»

-. Citar, parar, templar, cargar la suerte y mandar
-. Citar es provocar al toro para que embista. Parar es la acción del torero durante la ejecución de la suertes de no variar la posición de los pies que tenía al engendrarla. Mandar es hacer que el toro se movilice tras el engaño siguiendo la voluntad del diestro.

Dice Corrochano -.”El capote y la muleta, que son los instrumentos del toreo, los dos motivos de la codicia o bravura del toro, hay que jugarlos con tal habilidad, que ni el toro desista de su acometida antes de tiempo, ni enganche, con lo que la suerte queda incompleta, por rapidez y lentitud respectivamente; en los dos por falta de temple, porque tanto se falsea el temple por llevar el instrumento del toreo a mayor velocidad que el toro, como por llevarlo más lento. Lentitud no es igual a temple. Temple es proporción, relación de movimientos, el del toro y el de la mano que templa el toreo..”

-. Señala Corrochano:” El temple pone de acuerdo el movimiento del toro que embiste y el movimiento del hombre que torea. Se torea el instinto con el instinto; para torear hace falta temple. Temple en el capote y en la muleta,; temple en el brazo que torea; temple en el hombre que torea con el brazo; para torear hace falta ser muy templado. Templado no es igual a lento. El temple depende del toro, como todo lo que se hace en toreo. Si no va de acuerdo el movimiento del toro y la mano del toreo, no hay temple, aunque haya lentitud. Si se torea con rapidez el toro puede perder su codicia, modificar la acometida, destorearse si iba toreado, y hasta arremeter en el bulto. Si se torea con lentitud el toro derrota donde alcance el capote y la muleta, y allí termina la suerte, que no es donde debe terminar. Para torear hay que excitar la codicia con la distancia y acompañar el movimiento a la bravura y a los pies del toro, conservando las distancias para que no enganche. Ni con más rapidez, ni con más lentitud; con temple. Este es el temple en el toreo.”

-.” Para conseguir la eficacia y el mérito de ligar las faenas y los pases de una faena hay que torear con temple. La mayor parte de los enganchones y desarmes son debidos a que por falta de temple, el toro derrota antes de terminar la suerte. Cuando la suerte no se carga y remata en su sitio, es inevitable que el toreo se enmiende, y al enmendarse, los pases son sueltos, no se ligan, porque cada pase es el comienzo de una faena que no se sigue, que se interrumpe, porque como no se lleva al toro toreado hasta donde debe ir, no derrota donde debe derrotar y la faena se corta.”

-.” Recurramos a Belmonte, porque todo su toreo está tejido con temple. No lo inventó, es que lo practicó y prodigó con tantos toros, de una manera tan visible, que hizo posible hacer pasar toros que a otros no pasaban. Esto fue lo revolucionario de su toreo; el temple (nada más). Pero este “nada más “ encierra mucho temple en la mano, mucho temple de ánimo. Apuntadlo, toreros “

-.”Ya está el toro citado y templado. Para llevarle adonde el torero quiera que vaya tiene que mandarle y para mandarle tiene que cargar la suerte”.:”Cargar la suerte es indicarle al toro el camino y obligarle a seguir ese camino. ¿Se puede torear sin cargar la suerte? Aparentemente, sí; en puridad no. No todo lo que se hace con los toros es torear. Torear es mandar en el toro, hacer lo que se quiera del toro. Sino se manda en el toro, si no va donde el torero quiera que vaya, no torea el toreo, el que torea es el toro. Y no se puede mandar al toro si no se carga la suerte”. “ ¿Cómo?. Adelantando la pierna por donde ha de pasar y salir el toro, sin mover la otra.. ¿Cuánto? Lo que haga falta, según las condiciones y estado del toro. Pero siempre hacia adelante para acercarse más, cargar la suerte, acentuar el toreo, mandar en el toro, nunca hacia atrás porque se descarga la suerte, se destorea, se pierde el mando si hasta entonces lo hubo, ya no va el toro donde quiere el torero; ya el toro, libre del dominio del torero, va donde quiere, y el torero, perdido el mando tiene que enmendarse y no puede ligar el toreo. Eso no es torear es disimular el toreo. Torear sin cargar la suerte no es torear”

¿Cómo ha de ser un toro de lidia?
-El toro, elemento esencial de la Fiesta, también ha cambiado hoy. Desplazado a la muleta el interés de los públicos, los toreros y sus mentores se afanan en escoger toros en que la nobleza y la embestida suave, primen sobre cualquier otra virtud. Perdido el primitivo carácter de la suerte de varas y carente de sentido de otrora fastuoso tercio de quites- que al margen de la vistosidad del hoy olvidado toreo de capa, proporcionaba la oportunidad de contrastar lo que los distintos diestros alternantes, en competencia, eran capaces de hacer frente al mismo toro-, la atención de los aficionados se concentran en las faenas de muleta, que así mismo han perdido su inicial función de trámite preparatorio de la suerte suprema.

-. Es excepcional hoy, la lidia de toros alegres, bravos y con poder. El toro se ha estandarizado hasta límites insospechados. Si la selección, desde un punto de vista positivo, ha permitido la eliminación de las reses broncas, desde el punto de vista negativo, ha determinado la perdida de casta y raza de los toros

-. El trapío -. es la buena planta del toro de lidia. Veamos como deberían ser los toros para Corrochano:”No hay toros grandes, ni toros chicos, sino toros; toros o novillos. El toro se caracteriza, primero, por su edad, y en seguida, por el trapío de su raza,; por estar en el tipo de individuos de la ganadería a que pertenece; por ser limpio de cuerna; por ser sano; por ser fuerte; sin ningún defecto físico ni tara de mansedumbre vista que le deseche en la tienta. Parecerá grande o chico, dará más o menos peso, pero si es toro, yo no le pido más en el encerradero; en la plaza, ya le pediré bravura. “

Magnífico documento, Lavilla, para quien le guste el arte de Cúchares. A mi no es que me guste mucho, sin embargo admiro tu bien trabajada exposición. Es un documento para conservar y consultar. Omites acertada y deliberadamente “la suerte suprema” para los que se muestran contrarios a la fiesta. Buen trabajo, paisano.
Creo que fue al “Gallo” a quien se le atribuyen unas cuantas frases como estas que recuerdo:
“Las broncas se las lleva el viento y las cornadas se las queda uno."
-"Clásico es lo que no se pué hacé mejón."
-" ¡Hay gente pa tó!"
Después de un viaje a Italia, cuando le preguntaron donde estaba ese país:
-“Pues subiendo, a la derecha”
O tras una mala actuación después de la corrida:
-“Ha habido división de opiniones, unos se cagaron en mi padre y otros en mi madre”.
Un abrazo.