EL TIÓ MARIANO
Reportaje, abril 2003.
"El Tió Mariano es el hombre de más edad de Deza. Nació en nuestro pueblo un lejano mes de Julio de 1900 en el barrio de la Solana. Su padre también era pastor y él aprendió esta misma profesión desde muy pequeño. A los dieciséis ya llevaba un rebaño de trescientos carneros, y a partir de esta edad ya cobraba el jornal entero, según pudimos oir en una entrevista que le hicimos para el vídeo conmemorativo de sus cien años.
Mariano, siempre fue un hombre sencillo dedicado a su trabajo y de chico estuvo cuidando toros en compañía de mi padre, el tió Raimundo, en la Venta de Tanas. Muchas veces me ha contado, que mi padre toreaba los novillos en la majada, con la manta; pero que a el, no le tentaba esta afición y sólo se dedicaba a echarles de comer. Alguna vez tuvieron que subirse al tejado por causa de los celos de la madre vaca, que los perseguía por incordiar algún novillejo. Ninguno de los dos llegaron a ser figuras, eso por descontado.
La medicina para llegar a viejo, según el tió Mariano ha sido vivir al aire libre, comer poco y beber mucha leche cruda, de oveja. Nunca en su vida se ha bañado ni en río, ni en balsa, ni en piscina y mucho menos en la playa. El sólo se ha mojado el cuerpo cuando le pillaba alguna tormenta, de las que venían por la noche, que no se sabía las intenciones que traía pues de las día ya se cuidaba de que no le pillaran, en campo raso. De mayor, no ha tenido otro remedio que entrar en la ducha cuando ha sido necesario.
Todo el mundo conoce el buen genio del tió Mariano y su afición de salir con su transistor y poner sus canciones, en la esquina de la plaza, en el bar Luis. Pero sobretodo se le conocía por su afición a repartir caramelos entre los que pasaban por su lado, si bien los repartía mas a gusto, a las mujeres. Siempre llevaba su bolsa preparada y era característico el gesto de llevarse la mano al bolsillo de su chaqueta, mientras llamaba al receptor/a.
No podemos pasar por alto, en la vida del tió Mariano, el hecho, de que la Virgen María, le tocó de alguna manera el corazón. El comentaba de que la veía en apariciones, sin imponer a nadie, sus creencias. Solamente relataba los hechos. Y hubo bastante gente que incluso albergaba la duda de si sería verdad o no, hasta tal punto que lo acompañaron en peregrinación al Moncayo que era en donde se le manifestaría con más pompa. No ha transcendido mas allá del hecho anecdótico, aquel suceso que tiene su parte de milagro y es el siguiente: La promesa del tió Mariano era de recorrer el camino de ida y vuelta, descalzo o sea sólo con calcetines de lana. Como los calcetines se rompían al poco rato de ponérselos, cuando rompió tres pares de los seis que llevaba, ya no se puso más y fue veinticuatro horas completamente descalzo por caminos, eriales, montes etc. pisando todo lo que pillaba a su paso. Pues volvió al pueblo de Deza sin ninguna herida en los pies. Solamente se le cayó una uña que se le puso negra y además sin dolor pues se desprendió sin esfuerzo alguno. Si esto no milagroso, que pruebe alguno a ir no 100 kilómetros; si no tan sólo uno.
Muchos pasajes del tió Mariano los estoy contando en pasado, como si ya no tuviera él nada que ver. Si lo hago así es porque ya está muy ancianito y no puede ya expresarse a su gusto, como siempre lo hacía.
La historia seguiría, es muy larga; pero quiero terminarla con un deseo: Mi FELICITACIÓN más sincera a este hombre que el próximo dos de Julio del 2003, cumplirá D. M. sus CIENTO TRES AÑOS. Que no se rinda todavía. Un abrazo, Vicente."
El tio Mariano murió en Mayo de 2003 cuando le faltaban apenas 15 días para sus 103 años. En su entierro se tiraron caramelos tal como le hubiese gustado a él.
El tio Mariano conoció a todos estos convecinos de "calzón"; pero nunca los llevó a pesar de haber convivivo con todos ellos la mayor parte de su vida.
Un abrazo
Reportaje, abril 2003.
"El Tió Mariano es el hombre de más edad de Deza. Nació en nuestro pueblo un lejano mes de Julio de 1900 en el barrio de la Solana. Su padre también era pastor y él aprendió esta misma profesión desde muy pequeño. A los dieciséis ya llevaba un rebaño de trescientos carneros, y a partir de esta edad ya cobraba el jornal entero, según pudimos oir en una entrevista que le hicimos para el vídeo conmemorativo de sus cien años.
Mariano, siempre fue un hombre sencillo dedicado a su trabajo y de chico estuvo cuidando toros en compañía de mi padre, el tió Raimundo, en la Venta de Tanas. Muchas veces me ha contado, que mi padre toreaba los novillos en la majada, con la manta; pero que a el, no le tentaba esta afición y sólo se dedicaba a echarles de comer. Alguna vez tuvieron que subirse al tejado por causa de los celos de la madre vaca, que los perseguía por incordiar algún novillejo. Ninguno de los dos llegaron a ser figuras, eso por descontado.
La medicina para llegar a viejo, según el tió Mariano ha sido vivir al aire libre, comer poco y beber mucha leche cruda, de oveja. Nunca en su vida se ha bañado ni en río, ni en balsa, ni en piscina y mucho menos en la playa. El sólo se ha mojado el cuerpo cuando le pillaba alguna tormenta, de las que venían por la noche, que no se sabía las intenciones que traía pues de las día ya se cuidaba de que no le pillaran, en campo raso. De mayor, no ha tenido otro remedio que entrar en la ducha cuando ha sido necesario.
Todo el mundo conoce el buen genio del tió Mariano y su afición de salir con su transistor y poner sus canciones, en la esquina de la plaza, en el bar Luis. Pero sobretodo se le conocía por su afición a repartir caramelos entre los que pasaban por su lado, si bien los repartía mas a gusto, a las mujeres. Siempre llevaba su bolsa preparada y era característico el gesto de llevarse la mano al bolsillo de su chaqueta, mientras llamaba al receptor/a.
No podemos pasar por alto, en la vida del tió Mariano, el hecho, de que la Virgen María, le tocó de alguna manera el corazón. El comentaba de que la veía en apariciones, sin imponer a nadie, sus creencias. Solamente relataba los hechos. Y hubo bastante gente que incluso albergaba la duda de si sería verdad o no, hasta tal punto que lo acompañaron en peregrinación al Moncayo que era en donde se le manifestaría con más pompa. No ha transcendido mas allá del hecho anecdótico, aquel suceso que tiene su parte de milagro y es el siguiente: La promesa del tió Mariano era de recorrer el camino de ida y vuelta, descalzo o sea sólo con calcetines de lana. Como los calcetines se rompían al poco rato de ponérselos, cuando rompió tres pares de los seis que llevaba, ya no se puso más y fue veinticuatro horas completamente descalzo por caminos, eriales, montes etc. pisando todo lo que pillaba a su paso. Pues volvió al pueblo de Deza sin ninguna herida en los pies. Solamente se le cayó una uña que se le puso negra y además sin dolor pues se desprendió sin esfuerzo alguno. Si esto no milagroso, que pruebe alguno a ir no 100 kilómetros; si no tan sólo uno.
Muchos pasajes del tió Mariano los estoy contando en pasado, como si ya no tuviera él nada que ver. Si lo hago así es porque ya está muy ancianito y no puede ya expresarse a su gusto, como siempre lo hacía.
La historia seguiría, es muy larga; pero quiero terminarla con un deseo: Mi FELICITACIÓN más sincera a este hombre que el próximo dos de Julio del 2003, cumplirá D. M. sus CIENTO TRES AÑOS. Que no se rinda todavía. Un abrazo, Vicente."
El tio Mariano murió en Mayo de 2003 cuando le faltaban apenas 15 días para sus 103 años. En su entierro se tiraron caramelos tal como le hubiese gustado a él.
El tio Mariano conoció a todos estos convecinos de "calzón"; pero nunca los llevó a pesar de haber convivivo con todos ellos la mayor parte de su vida.
Un abrazo