En homenaje al Tio Mariano en sus 103 Años
De todos es conocido
en el pueblo el tio Mariano
por su gran longevidad
pues pasa de los cien años.
Un lejano novecientos
a las tres de la mañana
recién estrenado julio
vio la luz, en la Solana.
Al ser su padre pastor
aquella noche, él velaba
cuidando de su rebaño
de sus ovejas y cabras.
Y al igual que allá en Belén
oyó cantos en la albada
y pensó en aquel pequeño,
el hijo que él esperaba
y entonces mirando al cielo
vió a un lucero que anunciaba
que había nacido un niño
en el barrio la Solana.
Hipólito, lo creyó,
corrió a cerrar la manada
y metiendo en su zurrón
los calostros de una cabra
por si fueran necesarios
para que el niño mamara,
se vino derecho al pueblo
para ver lo que pasaba
encontrando a su pequeño
dormidito allá en la cama
al costado de la madre
de su querida Juliana.
¡Que contento que se puso
con otro pastor en casa
que algún día cuidaría
de sus ovejas y cabras
que los cerros andaría
con su ganado ambulante
lo mismo que sus abuelos
de Cihuela y Carabantes.
A la escuela fue muy poco
nos contará el tió Mariano
y ya está de recadero
al tener tan sólo ocho años.
Y ganándose el jornal
apacentando carneros
cuando tiene dieciséis
con un ato de trescientos.
También cuidaría toros
de esos toros que hay tan fieros
con otro chico como él
que quería ser torero.
Y en la majada, en el monte
capeaban los becerros
con la manta de capote
y de montera, el sombrero…
Sin embargo al tio Mariano
no le llamaban los ruedos.
Quiere caminar derecho
y divisar a lo lejos
las montañas y sembrados
los rastrojos y barbechos
y conducir sus rebaños
por los montes y los cerros.
Cuando conoció a María
de sobrenombre Garnacha
quedó tan enamorado
de aquella bella zagala
que en el corazón la lleva
y en el cayado o gayata
grabado tiene su nombre
a punta de sus navaja.
Y en verano por las noches
al raso, con luna clara
se imagina que la ve
allá arriba reflejada.
De los cuatro hijos que tuvo
tres mozos y una muchacha
el Colás será pastor
allá en la Venta de Tanas
donde también el lo fuera
subiendo cada mañana
el alto las Escaleras
con su burra, la galana
contemplando allá el Moncayo
con nieve tan pura y blanca
que le parece la Virgen
nuestra Madre Inmaculada.
Y tendrá que ir a verla
descalzo, sin las albarcas
tan sólo con calcetines
que no le protegen nada
por lo que hará su camino
a pié enjuto, por aliagas
por cambrones y las piedras
volviendo sin una llaga.
Si esto no fuera milagro
de la Virgen que lo ampara…
No tiene otra explicación
tampoco fueron patrañas
pues medio Deza lo vió
de gente que lo acompaña
que querían ver la Virgen
en lo alto de la montaña.
Al jubilarse Mariano
lo encontrarás en la plaza
repartiendo caramelos
a las mujeres que pasan
con su transistor, sentado
al lado de su gayata
ya pasando de los ciento
tan tieso como una planta.
Un merecido homenaje
de la población entera
le rendirá todo el pueblo
en esa bella chopera
después de Misa Mayor
y hacer fiesta en el salón
comeremos todos juntos
con la bendición de Dios
que pedimos que recaiga
sobre este hombre tan sereno
que ya está en los ciento tres
todos llenos de recuerdos.
Un abrazo al tio Mariano
Vicente González Aleza
De todos es conocido
en el pueblo el tio Mariano
por su gran longevidad
pues pasa de los cien años.
Un lejano novecientos
a las tres de la mañana
recién estrenado julio
vio la luz, en la Solana.
Al ser su padre pastor
aquella noche, él velaba
cuidando de su rebaño
de sus ovejas y cabras.
Y al igual que allá en Belén
oyó cantos en la albada
y pensó en aquel pequeño,
el hijo que él esperaba
y entonces mirando al cielo
vió a un lucero que anunciaba
que había nacido un niño
en el barrio la Solana.
Hipólito, lo creyó,
corrió a cerrar la manada
y metiendo en su zurrón
los calostros de una cabra
por si fueran necesarios
para que el niño mamara,
se vino derecho al pueblo
para ver lo que pasaba
encontrando a su pequeño
dormidito allá en la cama
al costado de la madre
de su querida Juliana.
¡Que contento que se puso
con otro pastor en casa
que algún día cuidaría
de sus ovejas y cabras
que los cerros andaría
con su ganado ambulante
lo mismo que sus abuelos
de Cihuela y Carabantes.
A la escuela fue muy poco
nos contará el tió Mariano
y ya está de recadero
al tener tan sólo ocho años.
Y ganándose el jornal
apacentando carneros
cuando tiene dieciséis
con un ato de trescientos.
También cuidaría toros
de esos toros que hay tan fieros
con otro chico como él
que quería ser torero.
Y en la majada, en el monte
capeaban los becerros
con la manta de capote
y de montera, el sombrero…
Sin embargo al tio Mariano
no le llamaban los ruedos.
Quiere caminar derecho
y divisar a lo lejos
las montañas y sembrados
los rastrojos y barbechos
y conducir sus rebaños
por los montes y los cerros.
Cuando conoció a María
de sobrenombre Garnacha
quedó tan enamorado
de aquella bella zagala
que en el corazón la lleva
y en el cayado o gayata
grabado tiene su nombre
a punta de sus navaja.
Y en verano por las noches
al raso, con luna clara
se imagina que la ve
allá arriba reflejada.
De los cuatro hijos que tuvo
tres mozos y una muchacha
el Colás será pastor
allá en la Venta de Tanas
donde también el lo fuera
subiendo cada mañana
el alto las Escaleras
con su burra, la galana
contemplando allá el Moncayo
con nieve tan pura y blanca
que le parece la Virgen
nuestra Madre Inmaculada.
Y tendrá que ir a verla
descalzo, sin las albarcas
tan sólo con calcetines
que no le protegen nada
por lo que hará su camino
a pié enjuto, por aliagas
por cambrones y las piedras
volviendo sin una llaga.
Si esto no fuera milagro
de la Virgen que lo ampara…
No tiene otra explicación
tampoco fueron patrañas
pues medio Deza lo vió
de gente que lo acompaña
que querían ver la Virgen
en lo alto de la montaña.
Al jubilarse Mariano
lo encontrarás en la plaza
repartiendo caramelos
a las mujeres que pasan
con su transistor, sentado
al lado de su gayata
ya pasando de los ciento
tan tieso como una planta.
Un merecido homenaje
de la población entera
le rendirá todo el pueblo
en esa bella chopera
después de Misa Mayor
y hacer fiesta en el salón
comeremos todos juntos
con la bendición de Dios
que pedimos que recaiga
sobre este hombre tan sereno
que ya está en los ciento tres
todos llenos de recuerdos.
Un abrazo al tio Mariano
Vicente González Aleza