-25% solo aquí

DEZA: Los visigodos en Soria...

Los visigodos en Soria
Una de las "sorias" menos conocida

Así como es notoria y constatable la presencia del Islam en la provincia, perdurable todavía en una abundante toponimia de sabor arabizante (Benamira, Mezquetillas, Azcamellas, Medinaceli, etc.), y lo son también las superpuestas culturas castellana, aragonesa y aún navarra, lo mismo que es datable la influencia vascoibérica o lo que de céltico pueda quedar tras tanto tráfago, por no hablar de la evidente romanización, es lo cierto que la presencia de los pueblos germánicos en nuestra sempiterna tierra de paso es mucho menos conocida y todavía menos tenida en cuenta a la hora de determinar su participación en "lo soriano". Y representa una importante aportación de nueva sangre indoeuropea a añadir a las anteriores, el famoso "fermento rubio" que decía Ortega, cuya escasez o declinar provocaba la famosa "desvertebración" hispana (¿).

Hasta los trabajos más completos de Teógenes Ortego, fue Benito Gaya Nuño (ahora tan olvidado toda vez que el label Gaya Nuño fue, al parecer, adquirido en exclusiva por Caja Soria y en la actualidad se aplica únicamente a Juan Antonio) quien más se ocupó de la Soria Visigoda en un artículo publicado nada menos que en el número primero de la revista "Celtiberia", órgano escrito del Centro de Estudios Sorianos.

Tomando como pretexto un trabajo previo del alemán Wilhelm Reinhart, que insistía en la importancia del germen teutónico aportado por los godos al nacimiento de Castilla, tradición que resaltó especialmente Menéndez Pidal (1), atendiendo a la influencia en la épica castellana de la primera hora de los cantos de gesta germánicos, aunque también destacada por Ortega en sus análisis, quizá un poco simplistas y voluntaristas a la luz actual, en los que consideraba ("España Invertebrada") la aportación de sangre aria como de gran importancia para la formación de una nacionalidad castellana y, ya, protoimperial. En fin, hay otras ideas de Castilla que compartimos bastante más, lo del imperialismo le cuadra más al reino de León, sin embargo prácticamente olvidado (dile a un vallisoletano que es leonés y seguramente te escupe, pese a que Pucela la fundara el conde leonés Ansúrez y en sus arrabales se hablara el bable cuando el castellano llevaba ya dos siglos de expansión).

El hecho de que discrepemos cordialmente de la tesis de Ortega, continuada por Julián Marías, de que Castilla haya tenido nunca esa vocación imperial ni aglutinadora, no es óbice para que reconozcamos, con Benito Gaya, que la importancia de los visigodos fue grandes en esa hora auroral de lo castellano. No tanta, por cierto, como en "lo leonés", a lo que sí cabe adjudicar ese elàn centralizador aunque sólo fuera como herederos morales y autotitulados de la dinastía goda, pero este es otro tema que nos llevaría muy lejos.

Benito Gaya señala como influencias visigóticas en la Castilla recién nacida el gusto por el derecho consuetudinario, la aparición temprana de la heroización epopéyica de los cantares de gesta e incluso, y eso es novedad, la aportación lingüística de los idiomas de raíz gótica sobre el naciente romance castellano. Va esto en contradicción o demérito de toda una línea de investigación que señala como aportación "original" del castellano y aún como importante razón de su triunfo frente a los otros romances la influencia del euskara. Para Gaya fue la huella gótica la que influyó en "la creación del romance castellano, desde su nacimiento elevado a la categoría de lengua literaria y de tal valor innovador y expansivo que al penetrar como una cuña entre los demás romances peninsulares, más conservadores y vacilantes en el empleo de las formas gramaticales, los desplazó rápidamente".

Hay una contradicción clara entre ambos puntos de vista, pero no tenemos elementos suficientes de juicio para fallar a favor de unos u otros, aunque sí para manifestar nuestra preferencia por el origen vasco de la "disidencia castellana". El mismo Gaya se ocupa de la influencia en la toponimia soriana del orbe vasco-ibérico.

Aún los más legos en historia saben que la ocupación gótica de la península se produce en base a una elite dirigente que actúa sobre una masa más numerosa, acostumbrada, por otra parte, a la dominación de elites anteriores (romanas e hispano romanas). A este esquema se suma la expansión cristiana, la herejía arriana importada por los nuevos amos y, por fin, como dato determinante de las nuevas nacionalidades ibéricas que comenzarán a emerger al comienzo de la reconquista, la existencia de franjas rebeldes en la cornisa cantábrica, mal colonizadas por el latinismo (aunque no completamente impermeables como quieren los más "abertzales").

Gaya Nuño (¡Benito!) habla de una zona donde se produce la mayor concentración racial visigótica, que dejaría –lógicamente- mayores huellas perdurables. Esta zona se corresponde, aproximadamente, con las provincias de Palencia, Burgos, Segovia y Soria. Allí se han encontrado mayores hallazgos arqueológicos existiendo una zona de difusión periférica en las provincias de Valladolid, Avila, Madrid y Toledo.

Además de la huella arqueológica Benito Gaya aventura la posibilidad de una semejanza racial que cree distinguir en esas "gentes rubias y de ojos azules" de la sierra, sobre las que Antonio Gómez Chico (en su "Soria es así"), por los mismos años, tejía una teoría vasquista…