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DEZA: Un cordial saludo a los foreros, en especial al abuelo,...

Un cordial saludo a los foreros, en especial al abuelo, a Manuel de Soria, a L García, etc. Hace varios días que no aparezco en el foro por una serie de circunstancias que no vienen al caso, pero lo visito cada día y veo como sigue en marcha gracias a la dedicación de estos fantásticos amigos y a los muchos dezanos y simpatizantes que, aunque no participan activamente, sí lo hacen visitándolo en plan contemplativo. Animo de nuevo a los jóvenes para que aporten sus opiniones, su cariño al pueblo y, sobre todo, su respeto hacía los demás.
El Domingo pasado estuve en Deza; solamente permanecí un par de horas para “dar una vuelta por la casa”, y complacer a mi padre que quería podar una pequeña parra que tiene en el viejo corral. Aparqué en la plaza junto a una docena de coches y durante esas dos horas, no pude ver a nadie. Unicamente unas siluetas tras los cristales de los balcones del bar del antiguo ayuntamiento. La magia del recuerdo y el milagro de la imaginación me llevan a esos días de mi niñez, a esos domingos en que la plaza se llenaba de niños unos jugando y otros rodeando los puestos de la tía Avelina o la tía Estanislada, gastándose los veinte o treinta céntimos de su “paga” en chucherías, o los mocetes fumándose sus primeros pitillos y charlando con las amigas esperando que se abra el baile de la Cuesta de la Parra, hasta la hora en que comience el cine que “pone” el Tardío en el salón de Rogelio.
A pesar de que se nota que el pueblo está vivo, siento el olor a la soledad de la plaza, al silencio. Se siguen agolpando los recuerdos: aquellos personajes emblemáticos del pueblo, aquella animación ante cualquier espectáculo extraordinario como cuando llegaba el circo ambulante del “Maruso” cuyo nombre, no sé porqué, creo que era Gerardo Rueda; el desfile por las calles pregonando el espectáculo, los niños, fascinados, contemplando a un mono agresivo sobre una borriquilla que levantaba las patas… ¡Todos al circo, pero cada uno con su silla…!
Ahora, después de tantos años de permanecer en las ciudades más populosas, cuando atravesamos el mojón del límite con Cihuela, todavía se siente una sensación mezcla de alegría y añoranza. Cuenta una vieja leyenda que los judíos sefarditas, al ser expulsados de España, se llevaron las llaves de sus casas esperando regresar algún día. Nosotros, los de la diáspora, las tenemos guardadas con la seguridad de que volveremos con frecuencia, aunque solo sea para recordar nuestro solar natal.
Un saludo
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Amigo pefeval: Creo que tu padre estaba añorando su pueblo y te puso la excusa de la poda de la parra de su viejo corral. Lo digo porque para realizar la poda en nuestra tierra es un poco pronto ya que todavía tienen que venir tiempos fríos de heladas y si la parra ha movido, puede irle fatal al quemarse sus yemas por el frío. De todas maneras el ir al pueblo, merece cualquier pretexto porque una visitilla de vez en cuando, viene muy bien al cuerpo y al alma. ¡Qué envidia...!
Un saludo Deza.
¡Cuántos nos vemos identificados con las bellas palabras de pefeval!:... La magia del recuerdo y el milagro de la imaginación me llevan a esos días de mi niñez...
(...) Siento el olor a la soledad de la plaza...
(...) Cuando observamos el mojón del límite con Cihuela, todavía se siente una sensación mezcla de alegría y añoranza.
Nosotros los de la diáspora, las tenemos guardadas (las llaves)...
Bien sea Deza u otros lugares los evocados.