Anoche, mientras tecleaba los apuntes sobre la iglesia parroquial de Deza, vinieron a mi memoria algunos ecos difuminados - ¡ay, la memoria!- de "Los Pilares de la Tierra", la novela histórica de Ken Follet. Aunque la iglesia dezana se construyera cuatro siglos más tarde que su compañera de la novela, y Deza no es Kinsbridge ni en ella se celebre mercado de la lana, no sé por qué veía al constructor Tom Builder y su hijo Alfred reencarnados en los maestros canteros Marrón, Francisco y Juan, con sus hijos, todos del gremio.
De ahí, mi imaginación voló al noble oficio de la cantería, y los afanes de canteros, albañiles y peones afanándose bajo el sol castellano, la lluvia, los hielos... para que las obras avanzasen mas rápido, planeando sobre sus cabezas la admonición, no del prior Philips, sino del Visitador General del Obispado de Sigüenza, para que terminasen el tejado y la cubierta "desde aquí al día de todos los Santos... so pena de cien ducados..."
Me imaginaba a los sencillos feligreses dezanos, más de cuatrocientos años atrás, aisitiendo a los oficios religiosos bajo el sol y la lluvia, entre poleas y andamios, sillares, cascotes...
Ecos de un pasado no vivido que viene a nuestra memoria e imaginación.
Saludos, Deza.
De ahí, mi imaginación voló al noble oficio de la cantería, y los afanes de canteros, albañiles y peones afanándose bajo el sol castellano, la lluvia, los hielos... para que las obras avanzasen mas rápido, planeando sobre sus cabezas la admonición, no del prior Philips, sino del Visitador General del Obispado de Sigüenza, para que terminasen el tejado y la cubierta "desde aquí al día de todos los Santos... so pena de cien ducados..."
Me imaginaba a los sencillos feligreses dezanos, más de cuatrocientos años atrás, aisitiendo a los oficios religiosos bajo el sol y la lluvia, entre poleas y andamios, sillares, cascotes...
Ecos de un pasado no vivido que viene a nuestra memoria e imaginación.
Saludos, Deza.