Una docena y media de rollos, son muchos rollos. Y más si son de San Roque. A estas horas de la mañana nos vendría bien tener alguno al alcance de la mano y pegarle un buen pellizco para desayunar.
Los rollos hace años que se subastan públicamente el día de la Cruz de Mayo, en la ermita de San Roque. Se hace con la finalidad de sacar fondos para el gasto de la fiesta, que se celebra con música durante dos días. Actualmente siempre cae en el primer sábado de mayo con el objeto de que acudamos los que estamos ausentes del pueblo aprovechando el fin de semana. Este año ha caído muy bien y en sus días, precisamente.
Antiguamente, la subasta se componía de algún pollo o conejo que alguien habia ofrecido al santo y se hacía al llegar la procesión de bajada, a la Plaza Mayor. Total dos o tres cosillas..
Cuando yo era chico no había músicos; pero existía la costumbre de repartir pan y vino a todo aquel que acudiera a la ermita, fuese del pueblo o forastero. Un mendrugo de pan por cabeza y una jarra de vino por cada cinco personas.
De aquel pan se daba un poco a los animales de casa para prevenirlos de cualquier enfermedad.
La gente sentada en corro, esperaba que viniesen los dispensadores y con viandas traídas de casa, se hacía la merienda con los padres y parientes. Aquello era una estampa bíblica; la estampa del hecho de la multiplicación de los panes y los peces.
Buenos días y un abrazo.
Los rollos hace años que se subastan públicamente el día de la Cruz de Mayo, en la ermita de San Roque. Se hace con la finalidad de sacar fondos para el gasto de la fiesta, que se celebra con música durante dos días. Actualmente siempre cae en el primer sábado de mayo con el objeto de que acudamos los que estamos ausentes del pueblo aprovechando el fin de semana. Este año ha caído muy bien y en sus días, precisamente.
Antiguamente, la subasta se componía de algún pollo o conejo que alguien habia ofrecido al santo y se hacía al llegar la procesión de bajada, a la Plaza Mayor. Total dos o tres cosillas..
Cuando yo era chico no había músicos; pero existía la costumbre de repartir pan y vino a todo aquel que acudiera a la ermita, fuese del pueblo o forastero. Un mendrugo de pan por cabeza y una jarra de vino por cada cinco personas.
De aquel pan se daba un poco a los animales de casa para prevenirlos de cualquier enfermedad.
La gente sentada en corro, esperaba que viniesen los dispensadores y con viandas traídas de casa, se hacía la merienda con los padres y parientes. Aquello era una estampa bíblica; la estampa del hecho de la multiplicación de los panes y los peces.
Buenos días y un abrazo.