A Manuel y a L. García habrá que nombrarlos hijos adoptivos de
Deza. Se lo merecen porque están haciendo por nuestro
pueblo, que bien puede llamarlo suyo desde ahora por mi parte, lo que pocos. ¡Las cosas que ha contado...! No es que no las supiéramos, porque todas ellas las hemos vivido; pero estaban aparcadas en nuestra mente y sin ver la luz de nuevo, es lo mismo que si estuviesen enterradas.
Muchas gracias majetes...
Un saludo muy afectuosos de Aries.