Este viejo peral de peras de Roma que se encuentra en el Palenque, se ha salvado de la cuchilla de allanar caminos, de milagro puesto que otros que había como él han desaparecido. La pera de Roma era muy abundante en la vega de Deza y era de una calidad excelente. Venían los pereros a comprarla y se llevaban muchas barquillas. Los que teníamos pocos perales y éramos muchos en casa, las guardaban los padres en el granero haciendo una pirámide y juntamente con las uvas colgadas o extendidas en el grano de los cereales almacenados, servían para postre y merienda para tres o cuatro meses. Mi padre se enfadaba porque cuando las íbamos a buscar, mis hermanas les clavaban la uña para saber si estaban maduras y después quedaba la marca. Todavía observo en las fruterías que la gente hace lo mismo y lo encuentro muy mal. Yo tengo la suerte de saber si están bien para comer nada más que con el tacto, sin marcarlas ni apretarlas que es otro de los defectos de muchos.
Un abrazo.
Un abrazo.