Hoy, 22 de marzo, el santoral nos trae a los santos Pablo, Deogracias y Bienvenido, obispos, y San Saturnino, mártir. (El San Saturnino, obispo, patrón de Pamplona, tiene como festividad el 29 de noviembre).
Quiero hacer aquí una breve reseña de San Deogracias, como recuerdo a un sencillo y muy buen hombre, viudo largos años, fallecido ya anciano no hace mucho, natural de La Mallona, un pueblecito soriano deshabitado y sin vida en invierno, muy próximo a la N-122, la que une Soria - de la que dista unos 25 km.- y Valladolid.
DEOGRACIAS
El nombre Deogracias proviene de la expresión latina Deo gratias, que significa "gracias a Dios". Esta expresión que se utilizaba al entrar en un lugar, a modo de salutación, era usada también en la liturgia cuando la misa se celebraba en latín. Éste era un nombre más extendido en épocas pasadas, aunque no mucho, hoy prácticamente desaparecido. Ya nadie bautiza así a sus hijos.
San Deogracias fue consagrado obispo de Cartago el 25 de octubre del 453, en plena invasión de los vándalos, que al entrar habían expulsado a su obispo san Quod-vult-Deus (LoqueDiosquiere) y a su clero, al parecer embarcándolos en una nave que dejaron a la deriva en medio del mar para que murieran sin remedio, manteniendo a los fieles cartagineses sin culto religioso durante 14 años. Los vándalos han pasado a la historia como uno de los pueblos más crueles y destructivos. De ahí la expresión actual de actos vandálicos, cuando se producen alborotos o hechos graves.
A petición del emperador Valentiniano, Genserico permitió a san Deogracias ejercer su ministerio pastoral con su feligresía. Fue el obispo providencial que necesitaba la diócesis de Cartago en aquel momento. Fortaleció en la fe a todos y ayudó a muchos, pues la invasión había quebrantado la economía de la población autóctona. A los dos años de estar Deogracias al frente de la diócesis, Genserico entró en Roma, la saqueó y se llevó cautivos a África a buen número de sus habitantes. Entonces el santo obispo vende todo cuanto él tiene y posee la Iglesia para rescatar a los cautivos pagando su precio, habilita los templos de san Fausto y san Severo para que sirvan de hospital, asilo y residencia donde se pueda prestar socorro inmediato a los enfermos y a los más débiles; reza y hace cuanto está en su mano para que no se dividieran las familias; atiende personalmente a los enfermos, como manda la caridad.
Deogracias mostró, una vez más, que con el cristianismo debe llegar el amor y el amparo de los más necesitados. Poco más de tres años duró su episcopado muriendo entregado a los demás. Su caridad y su ejemplo dejaron una huella profunda en toda la Iglesia que sabía de su dedicación heroica a los deportados.
Quiero hacer aquí una breve reseña de San Deogracias, como recuerdo a un sencillo y muy buen hombre, viudo largos años, fallecido ya anciano no hace mucho, natural de La Mallona, un pueblecito soriano deshabitado y sin vida en invierno, muy próximo a la N-122, la que une Soria - de la que dista unos 25 km.- y Valladolid.
DEOGRACIAS
El nombre Deogracias proviene de la expresión latina Deo gratias, que significa "gracias a Dios". Esta expresión que se utilizaba al entrar en un lugar, a modo de salutación, era usada también en la liturgia cuando la misa se celebraba en latín. Éste era un nombre más extendido en épocas pasadas, aunque no mucho, hoy prácticamente desaparecido. Ya nadie bautiza así a sus hijos.
San Deogracias fue consagrado obispo de Cartago el 25 de octubre del 453, en plena invasión de los vándalos, que al entrar habían expulsado a su obispo san Quod-vult-Deus (LoqueDiosquiere) y a su clero, al parecer embarcándolos en una nave que dejaron a la deriva en medio del mar para que murieran sin remedio, manteniendo a los fieles cartagineses sin culto religioso durante 14 años. Los vándalos han pasado a la historia como uno de los pueblos más crueles y destructivos. De ahí la expresión actual de actos vandálicos, cuando se producen alborotos o hechos graves.
A petición del emperador Valentiniano, Genserico permitió a san Deogracias ejercer su ministerio pastoral con su feligresía. Fue el obispo providencial que necesitaba la diócesis de Cartago en aquel momento. Fortaleció en la fe a todos y ayudó a muchos, pues la invasión había quebrantado la economía de la población autóctona. A los dos años de estar Deogracias al frente de la diócesis, Genserico entró en Roma, la saqueó y se llevó cautivos a África a buen número de sus habitantes. Entonces el santo obispo vende todo cuanto él tiene y posee la Iglesia para rescatar a los cautivos pagando su precio, habilita los templos de san Fausto y san Severo para que sirvan de hospital, asilo y residencia donde se pueda prestar socorro inmediato a los enfermos y a los más débiles; reza y hace cuanto está en su mano para que no se dividieran las familias; atiende personalmente a los enfermos, como manda la caridad.
Deogracias mostró, una vez más, que con el cristianismo debe llegar el amor y el amparo de los más necesitados. Poco más de tres años duró su episcopado muriendo entregado a los demás. Su caridad y su ejemplo dejaron una huella profunda en toda la Iglesia que sabía de su dedicación heroica a los deportados.