¿tienes una peluquería?

DEZA: Omití el dato, Manuel, del precio que pagó el anticuario...

Hoy, pefeval, nos trae un interesante trabajo en el foro de Peñalcázar sobre el intento de robo de la campana de ese despoblado.

Pues si, Manuel: esa es la historia del intento de robo de la campana de Peñalcazar. Y precisamente por unos súbditos norteamericanos. Ellos, aunque no tienen mucha historia, saben apreciar el arte mucho más que nosotros y, como tienen dólares, pues ¡bienvenido Mr Marsall! Creo que en el museo de Bagdag ocurrieron muchas cosas…No sé si sabrás la historia de la venta de la Iglesia de San Miguel del Uncastillo, un bello pueblo de las Cinco Villas al norte de la provincia de Zaragoza. Dicha iglesia fue construida en la segunda mitad del siglo XII. Presenta una nave de cuatro tramos divididos por arcos fajones apuntados que se cubrieron con una bóveda de crucería. Está declarada como Bien de Interés cultural y es muy conocida porque- agarraté- el año 1915 su Ilustrísima el Obispo de Jaca vendió su portada meridional a unos comerciantes catalanes y, si quieres verla, tendrás que ir nada menos que al museo de Bellas Artes de Boston adonde fueron conducidas sus piedras numeradas. Después de la desamortización de Mendizábal, muchas iglesias se desacralizaron y cayeron en manos privadas, en esta concretamente se hicieron viviendas. En nuestra tierra de Castilla y hace pocos años, aprovechando el despoblado en que se encuentran las ermitas, individuos sin escrúpulos como Erik el belga que sabían del arte que contenían y del poco riesgo que suponía, se dedicaron durante lustros al expolio de las mismas. No sabemos el futuro que espera a nuestras iglesias, pero los pueblos se están quedando vacíos y la Iglesia está maltratada por algunos políticos.
Un saludo

Más que interesante, pefeval, el relato que haces del intento de expolio en Peñalcázar o como éste de Uncastillo que, sinceramente, no conocía, o al menos no recordaba. Si pudieras prodigarte más, lo agradeceríamos más de uno, pues la calidad no está reñida con la cantidad. En fin, perdona mi atrevimiento.
Volviendo a lo de los expolios, hay que lamentar que a veces ha sido motivado, incluso, por alguna gente de la Iglesia, sin escrúpulos -de todo hay en la viña del Señor, por desgracia-, pues aquí es difícil alegar ignorancia, que también en algún párroco trabucaire, aunque menos.
Recuerdo al respecto la polvareda que se levantó, ya en la transición, creo, cuando en la prensa nacional se aireó -de lo que se hizo eco el desaparecido Soria Semanal- que con la connivencia de un religioso responsable de arte sacro se cargaron varios tráilers camino de Europa con fondos de iglesias castellanas. Me quedé con el hecho, pero los detalles los he olvidado, aunque creo que el centro de operaciones debía ser Aranda de Duero. Pero no estoy seguro. Si a eso añadimos lo ya sabido del sinvergüenza de Erik el belga (y quienes se lo consintieron por acción u omisión), que encima ha ido sacando pecho de sus tropelías, la Desamortización de Mendizábal y la tropa de políticos mostrencos y analfabetos que tenemos -y sálvese el que pueda- tengo que estar forzosamente de acuerdo contigo en que el futuro de nuestro rico patrimonio está más que negro.

El expolio de las iglesias es un tema muy delicado y puede ser causa de polémicas que no conviene remover, sin estar muy seguros y contar solamente la verdad, de como y por que se realizaron y en las circunstancias que se llevaron a cabo.

En el altar mayor de nuestra iglesia se encontraba el Tabernáculo, valioso tesoro realizado en madera policromada del siglo XVII, del mismo estilo del altar, convertido en Sagrario y expositor del Santísimo. Estas obras, manifestaciones de fe, se realizaron después del Concilio de Trento para dar suma importancia al tema del Santísimo, de la Eucaristía, al que los protestantes le habían quitado el valor sacramental de la presencia real de Cristo en la Hostia.
En Deza este baldaquín o expositor tenía una magnificencia especial. Mi padre decía que al quitar "aquello" el altar mayor se había quedado desnudo. Si ahora es bello, figurarse como sería anteriormente. La desgracia de la desaparición es que los vecinos ayudaron a cargarlo en los camiones que se lo llevaron y encima sin cobrar jornal, como haciendo una obra de caridad, al autor de la fechoría...

No sigo pues no me gusta el tema y las personas que cito como anónimos tampoco se pueden defender ni dar su opinión. Esta ha sido la mía particular y no creo que pueda certificarla en su totalidad pues son cosas, de oídas y a veces...

Un abrazo.

Omití el dato, Manuel, del precio que pagó el anticuario catalán por la compra de la portada de la iglesia de San Miguel de Uncastillo: ¡fueron 800 pts! Ignoro lo que pagó varios años más tarde el Museum of Fine arts of Boston.
La historia de Erik el belga no tiene desperdicio. Sabemos que fue el ladrón de arte más importante del siglo pasado. Ahora dicen que ha dado un giro a su vida y solo se dedica a hacer el bien. Hace veinticinco años estaba en su apogeo dedicándose a desvalijar muchas iglesias y ermitas; claro, que en muchas ocasiones le informaban e incluso le ayudaban algunos vecinos de los pueblos, conocedores de los emplazamientos y de las costumbres. Y fue precisamente en Castilla y León donde este sinvergüenza hizo más estragos y, aunque recorrió en sus fechorías casi toda la geografía nacional: Aragón, Cataluña y Castilla-La Mancha, etc. fueron nuestras tierras sus lugares preferidos por su riqueza y escaso riesgo para sus expolios. Dicen ser cierto que el cura de la catedral de Roda de Isábena durmió durante 16 años en el templo por temor a que Erik volviera después de que ya lo había desvalijado completamente. Después, parece que arrepentido, le regaló una colección de pinturas para que con su valor restaurara el retablo de la catedral. Algo parecido ocurrió con el robo de la imagen de la Virgen de la Cabeza de Cullar Baza: mucho tiempo después del robo pintó una bonita y rica colección de dicha virgen. Robó y falsificó el retablo de Oberwesel, se lo vendió a los de la ciudad y a los veinte años se dieron cuenta de que era una imitación. En fin, que René Alphonse van den Verghe- que es su verdadero nombre-, se convirtió en una leyenda. ¿Será verdad que está arrepentido?
En nuestro pueblo no robó nada que yo sepa, pero es cierto, abuelo, aunque coincido en que el tema es un tanto escabroso, que desaparecieron muchas imágenes- también yo recuerdo el bonito baldaquino barroco y al niño de la bola-, pero se reparó mucho la iglesia tanto el suelo y el altar como las bóvedas, el coro, picar las piedra de las columnas, pintar, etc, y se colocaron muchos bancos puesto que se encontraba todo en un estado deplorable. No quiero ni puedo juzgar si, en este caso, el fin justificó los medios.
Un saludo