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DEZA: Complejo asunto éste sobre a quién pertenece el patrimonio...

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El 6 de octubre de 1977 se celebró una mesa redonda sobre el Patrimonio convocada por Juan Ignacio Sáenz Díez, entonces de la Comisión de Cultura del Congreso de Diputados, y en la que intervinieron el que era director del Museo Numantino, José Luis Argente, el Presidente de la Asociación de Defensa del Patrimonio Artístico-histórico, José Luis Souto y los arquitectos Francisco Javier Ceña y Francisco de Gracia.
Allí se habló del peligro de ruina inminente en que se encontraban algunos monumentos de la provincia, de que el patrimonio artístico nos importa muy poco a los sorianos y de que, por ejemplo, el Museo Numantino era más conocido fuera que dentro del país. También se habló del proceso de degradación de los núcleos rurales en los últimos sesenta años (de entonces). Las causas, se dijo, de aquella situación eran la despoblación, la desidia cultural, el menosprecio hacia el lenguaje de lo arquitectónico y los procesos especulativos.
El Presidente de la Asociación en Defensa del Patrimonio Artístico-histórico lanzó un duro ataque a la Iglesia porque, dijo, viene entendiendo que puede hacer lo que quiera con unos bienes que no son patrimonio suyo, sino de todo el pueblo. Según sus palabras, este patrimonio excepcional está sufriendo una segunda desamortización intolerable, por cuanto (la Iglesia) no podía enajenar nada. Señaló luego la dispersión que se estaba produciendo de los objetos artísticos y denunció las ventas de obras de arte que hacía la diocesis de Osma-Soria, y que salían desde el almacén de Roa (Burgos), coordinado por el anticuario y agente de ventas del obispado, hacia Noruega, Dinamarca y Soria. Expuso que era intolerable que estuvieran convirtiendo a Soria en una tierra sin raíces, comparando esta situación con el Chigaco de los años 30, mientras recordaba el Concordato de 1953.

Complejo asunto éste sobre a quién pertenece el patrimonio religioso artístico-histórico. ¿A la Iglesia? ¿Al pueblo? A su vez, estas dos interrogantes podrían dar lugar a otras más, porque, ¿qué se entiende por Iglesia? Para algunos, la institución formada por los religiosos, desde el Papa hasta los curas rurales, pasando por las congregaciones religiosas de frailes y monjas; para otros, todos los fieles católicos, pero, ¿sólo los practicantes -los de hecho- o también los bautizados -de derecho-? ¿Y ese concepto tan etéreo de pueblo? Porque en el pueblo hay creyentes, no creyentes, agnósticos, ateos, de otras creencias...
Es indudable que el pueblo es heterogéneo por naturaleza, y parece complicado que como pueblo pueda asumir la propiedad de unos bienes. Por otra parte, es cierto que los bienes que custodia la Iglesia se han ido acumulando durante generaciones por la contribución de los fieles.
¿Entonces?
Si asumimos que contamos con un rico patrimonio religioso histórico-artístico-cultural, y que es un legado que no puede vender la Iglesia, será la sociedad, a mi entender, la que tenga que velar porque esta desamortización no se produzca. ¿Y cómo vela? Llegaríamos al Estado, cuyos poderes deben velar por un patrimonio que no puede ser dilapidado. Se dirá que en un estado aconfesional... Entonces, si no existiese la colaboración estatal, ¿con qué criterio se puede intervenir en estos bienes? No se puede defender una premisa y la contraria.
Que sea la Iglesia, entonces, la que custodie todos los bienes eclesiásticos, y la sociedad -vía aportaciones voluntarias, declaración de la renta incluída- y el Estado cuiden de un patrimonio que hemos recibido de los que nos precedieron.
¿A que usted no estaría de acuerdo en que se vendiese la catedral de Burgos a los americanos?
Pues eso.
Saludos, Deza.