Por estas fechas, al comienzo del verano, ya se comenzaba a segar alguna cebada y venían los primeros peones del levante español a ganarse unas pesetillas. Se sentaban al atardecer en la Plaza y se ponían al servicio del primero que los contratara, simplemente dando su palabra pues no se hacía ningún documento escrito. Aquella noche ya había que darles cobijo, generalmente en el pajar de la era, que era un buen lugar para dormir. Lo malo es que no había luz eléctrica y tampoco se podía encender fuego por el peligro que conllevaba el estar rodeado de paja seca como la misma pólvora. A la mañana siguiente de madrugada, cada uno cogía sus bártulos y a segar se ha dicho, no sin antes haber comido en casa del amo, alguna cosilla, tal como una onza de chocolate con pan etc...
A partir de aquella mañana ya era a cargo del contratante todo el sustento del día que consistía en un almuerzo, bocadillo, comida, merienda y cena, todo acompañado con la bota del vino y el botijo de agua más o menos fresca, según el caso. Algunos peones no habían visto nunca tanta y tan buena comida, aunque como es natural, en unos sitios los trataban mejor que en otros. Seguiremos...
Un abrazo.
A partir de aquella mañana ya era a cargo del contratante todo el sustento del día que consistía en un almuerzo, bocadillo, comida, merienda y cena, todo acompañado con la bota del vino y el botijo de agua más o menos fresca, según el caso. Algunos peones no habían visto nunca tanta y tan buena comida, aunque como es natural, en unos sitios los trataban mejor que en otros. Seguiremos...
Un abrazo.