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DEZA: IX...

MACHADO Y LA PRIMAVERA

De Antonio Machado se ha dicho y escrito hasta el empacho. Se ha usado -y más de uno, abusado- de su figura y obra con intereses de lo más variopintos, puede que alguno inconfesable, que también. Hay quien lo ha puesto en los altares -en sentido metafórico, se entiende- y quien, desde la tierra soriana, todavía no le ha perdonado algunos desbarres -que los tuvo- como aquél de "Atónitos palurdos, sin bailes ni canciones" que hubiera hecho palidecer -o sonrojarse, depende de como le cogiera el cuerpo- a Kurt Schindler, que de recopilaciones del folklore soriano dio cumplida cuenta. En fin, nadie está libre de usar las anteojeras en alguna ocasión de su vida. Lo que quiero comentar aquí es que me llama la atención las numerosas ocasiones que Antonio Machado menciona la primavera en su obra poética. Es más que probable que haya algún ensayo sobre esto que apunto, aunque lo desconozco. Por curiosidad voy a reflejarlas en este foro dezano, sin intención de ser exhaustivo, pues alguna que otra quedará olvidada, de seguro.
Así en Soledades (1899-1907)
VII
El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
los frutos de oro...
Es una tarde clara,
casi de primavera, tibia tarde de marzo
que el hálito de abril cercano lleva;
y estoy solo, en el patio silencioso,
buscando una ilusión cándida y vieja:
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo en el pretil de piedra
de la fuente dormido, o, en el aire,
algún vagar de túnica ligera.
En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia,
que dice el alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera.
Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.
Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
el buen perfume de la hierbabuena,
y de la buena albahaca,
que tenía mi madre en sus macetas.
Que tú me viste hundir mis manos puras
en el agua serena,
para alcanzar los frutos encantados
que hoy en el fondo de la fuente sueñan...
Sí, te conozco, tarde alegre y clara,
casi de primavera.

IX
ORILLAS DEL DUERO
Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario.
Girando en torno a la torre y al caserón solitario,
ya las golondrinas chillan. Pasaron del blanco invierno,
de nevadas y ventiscas los crudos soplos de infierno.
Es una tibia mañana.
El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana.
Pasados los verdes pinos,
casi azules, primavera
se ve brotar en los finos chopos de la carretera
y del río. El Duero corre, terso y mudo, mansamente.
El campo parece más que joven, adolescente.
Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!
¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,
espuma de la montaña
ante la azul lejanía
sol del día, claro día!
¡Hermosa tierra de España!