DEZA: HISTORIA DEL ACEITE DE OLIVA. (Parte II)...

HISTORIA DEL ACEITE DE OLIVA. (Parte II)
ROMA.
Todos los usos del Aceite de Oliva eran de fundamental importancia en las áreas que progresivamente fueron pasando bajo el mando de Roma. De la República al Imperio, fue creciendo el comercio del Aceite de Oliva, las aceitunas comestibles y los óleos para ungüentos. La expansión del Imperio aseguró que las rutas básicas para ese comercio quedaran abiertas.
En especial, las rutas que llevaban al Oriente Próximo y al norte de África (concretamente a Túnez). En la época del Imperio (del siglo 1 D. C. en adelante), las zonas en las que el cultivo del olivo estaba más desarrollado eran el sur de la Península Ibérica y el norte de África y la Francia meridional. Había, también, producción de aceitunas en algunas regiones de Italia, aunque para el elevado consumo de Aceite de Oliva de la metrópolis debía recurrirse a las importaciones de las zonas anteriormente mencionadas.
Cada región exportaba su propio producto que usando modelos específicos y distintos de ánforas.
LAS ÁNFORAS
Su producción fue muy dinámica en todo el ámbito mediterráneo. Las empresas que las producían colocaban su propia marca, a través de una inscripción o sello.
Las ánforas eran colocadas, a miles, en las naves de transporte, bien ordenadas. Se conocen muchos tipos de ellas, cada uno relativo a una bien determinada provincia, con su específica cronología. Entre las más notables ánforas aceiteras, se pueden citar las originarias de la provincia bética (España Meridional). Se significa entre éstas el tipo Dressel 20. En Roma existe una colina artificial, el Monte Testaccio, formada por fragmentos de ánforas, acumulados a partir de la época de Augusto (27 A. C. -14 d. C.) En este vertedero de la antigüedad las Dressel 20 son muy frecuentes, testimonio de la gran cantidad de aceite importado por la capital del imperio. Las ánforas aceiteras eran taponadas con un disco de cerámica, sobre el que se colocaba una pasta de cal que, consolidándose al contacto con el aire, aseguraba un óptimo aislamiento del producto. El peso y la cantidad de Aceite de Oliva contenido, variaban en función del tipo de ánfora pero, en cualquier caso, no excedían de los 50 kg.
TÉCNICAS DE CULTIVO Y EXTRACCIÓN
La literatura latina es rica en testimonios relativos al progreso en el conocimiento de las técnicas del cultivo del olivo y de la elaboración del Aceite de Oliva. Por lo que se refiere al cultivo, los progresos se aprecian en la valoración de los lugares a emplazar el olivo, y en la mejora de las técnicas de injerto.
Catón es el autor de los más extraordinarios manuales de olivicultura de la antigüedad romana (De agricultura y De re rustica) en el Siglo I D. C.
Este autor diserta sobre el cultivo y, sobre todo, acerca de las modalidades de elaboración de las aceitunas. Catón describe una perfecta empresa agrícola, con 8.000-10.000 árboles, completamente autosuficientes, hasta en la producción del Aceite de Oliva. También la tecnología de extracción fue mejorada, tanto por lo que respecta a la molienda de las aceitunas como a la molturación de la pasta de aceitunas rotas.
LA COCINA EN LA ROMA ANTIGUA
La cocina de edad romana era, ciertamente, muy diferente de la hoy en día. Algunas prácticas gastronomías nos parecen hoy completamente inadecuadas a nuestro gusto. Baste pensar en el consumo de “garum”, la salsa de entrañas de pez marinada, en el que se mojaban habitualmente las comidas. A pesar de ello, el Aceite de Oliva y las aceitunas tuvieron, en cualquier caso, un papel de cierto relieve. Testimonio de ello es el famoso libro de Apicio, que nos transmite la gastronomía de la Roma Clásica. El texto, “De re coquinaria” es fruto de una primera redacción del Siglo I D. C. (es, de todas maneras, conocido Apicio, un estudioso de gastronomía del Siglo I A. C.), ampliado luego hasta el Siglo IV D. C. El volumen de Apicio habla largamente del Aceite de Oliva, distinguiendo el italiano del español, del “bueno” y del “verde.” Se comían también aceitunas en salmuera o en conserva aromatizada (“samsa”). También la pasta de descarte de las aceitunas rotas fue utilizada, por ejemplo para la calefacción.
LA COSMÉTICA
El Aceite de Oliva fue básico para la fabricación de ungüentos perfumados (que tanto éxito tuvieron en la Roma Clásica, como solía suceder en todas las civilizaciones mediterráneas antiguas). Las preciadas esencias eran conservadas en adecuados ungüentarios, con formas de lo más variado, de vidrio pintado.
LA ILUMINACIÓN
El Aceite de Oliva también fue protagonista en la iluminación de los ambientes hogareños. Se utilizó para alimentar la llama de candiles, generalmente de pequeñas dimensiones, de formas muy variadas. La producción de estos objetos fue muy importante durante la edad romana. Los fabricantes solían grabar la marca de su fábrica en la base del candil. Algunas producciones llegaron a alcanzar todos y cada uno de los rincones del imperio e, incluso, fueron comercializados más allá de los territorios controlados por los romanos.