De mi niñez en Deza tengo muchos recuerdos. Como todo el mundo: unos buenos y otros no tan buenos. Sin embargo, según mi opinión, la niñez en los pueblos es mucho más dinámica y divertida que en las ciudades. Una de las diferencias que encuentro, a pesar de que comprendo que ahora la formación es mucho más ¿eficiente?, es que los niños de hoy pasan mucho tiempo solos, bien estudiando o jugando con las modernas maquinitas. No digo que yo esté en contra de las nuevas tecnologías, aunque los niños manejen el ordenador como nosotros manejábamos el aro, el trompo, las canicas o la estornija, pero la verdad es que en el pueblo pasábamos poco tiempo en casa y no teníamos tiempo ni de merendar tranquilos. Antes se hacían amigos desde la infancia, ahora los mejores amigos son los videojuegos o un teléfono celular que, en muchos casos, se utilizan para filmar como se agreden; antes respetábamos más a nuestros padres: la educación ha cambiado mucho.
Los sociólogos y psicólogos, dicen que la memoria es uno de los pilares básicos de nuestra personalidad y que, en cierto modo, somos lo que recordamos. Cuando tratamos con un niño no nos damos cuenta de la influencia que, en el futuro, nuestro trato va a repercutir en su vida porque esos recuerdos de la niñez son fundamentales, y cualquier cosa que tenga algún componente emocional, le quedará grabada para siempre. Cuando de mayores recapacitamos, nos sorprendemos al comprobar que, si entrenamos la memoria, no olvidamos aquellas cosas que condicionaron nuestra vida. Todavía sigue siendo difícil conocer como funciona nuestro cerebro: los estados de ánimo, las experiencias, las actitudes, etc. tienen mucha relación con lo que somos y lo que recordamos, aunque no todo cuanto tenemos en la memoria lo hemos vivido como creemos. Las personas positivas suelen tener buenos recuerdos y viceversa: la niñez es la clave. Si tuviste una infancia agradable, casi seguro que tus recuerdos serán buenos, si no es así te sucederá lo contrario. Dicen que tenemos dos memorias: una innata- hay cosas que simplemente sabemos-, al igual que todos los animales, y otra explícita situada en la puerta de entrada de los recuerdos- el hipocampo-.
Lo cierto es que, desde mi niñez en el pueblo, todo ha cambiado mucho. ¿O soy yo quien ha cambiado?
Los sociólogos y psicólogos, dicen que la memoria es uno de los pilares básicos de nuestra personalidad y que, en cierto modo, somos lo que recordamos. Cuando tratamos con un niño no nos damos cuenta de la influencia que, en el futuro, nuestro trato va a repercutir en su vida porque esos recuerdos de la niñez son fundamentales, y cualquier cosa que tenga algún componente emocional, le quedará grabada para siempre. Cuando de mayores recapacitamos, nos sorprendemos al comprobar que, si entrenamos la memoria, no olvidamos aquellas cosas que condicionaron nuestra vida. Todavía sigue siendo difícil conocer como funciona nuestro cerebro: los estados de ánimo, las experiencias, las actitudes, etc. tienen mucha relación con lo que somos y lo que recordamos, aunque no todo cuanto tenemos en la memoria lo hemos vivido como creemos. Las personas positivas suelen tener buenos recuerdos y viceversa: la niñez es la clave. Si tuviste una infancia agradable, casi seguro que tus recuerdos serán buenos, si no es así te sucederá lo contrario. Dicen que tenemos dos memorias: una innata- hay cosas que simplemente sabemos-, al igual que todos los animales, y otra explícita situada en la puerta de entrada de los recuerdos- el hipocampo-.
Lo cierto es que, desde mi niñez en el pueblo, todo ha cambiado mucho. ¿O soy yo quien ha cambiado?