Muy buenos dias a Deza y sus gentes.
Espero que disfruteis de un día soleado y primaveral.
Mañana prácticamente se nos acaba la semana y el mes, ojalá Mayo venga algo más estable, y nos permita salir a pasear por los campos y disfrutar de esta maravillosa época del año.
Que paseis un buen día.
Hasta luego.
Abuelo, luego me paso a por la 3º entrega, ¡nos tienes en ascuas!
Espero que disfruteis de un día soleado y primaveral.
Mañana prácticamente se nos acaba la semana y el mes, ojalá Mayo venga algo más estable, y nos permita salir a pasear por los campos y disfrutar de esta maravillosa época del año.
Que paseis un buen día.
Hasta luego.
Abuelo, luego me paso a por la 3º entrega, ¡nos tienes en ascuas!
Deje mi narración a las puertas del quirófano. Allí me aparcaron y allí, en la misma estancia había también otra señora, al parecer, en las mismas circunstancias que yo, también con su gorrito verde. Al poco rato sacaron a uno en su cama de ruedas por un pasillo lateral y vinieron en su busca. Era lógico que se la llevaran primero pues ya estaba esperando ella cuando yo llegué. Otra hora y media...
Estando aparcado cerca de unos ordenadores, se acercaron un joven y una jovencita y entraron el Google. Él quería mostrar a la chica el perro que le gustaba y le mostró alguno en acción. Vieron varios de ellos en Youtube y me dijo que le gustaba el doberman, uno que se enganchaba a la presa y aunque lo levantaban con ella, no la soltaba. Le dije que llevara mucho cuidado con comprar uno de ellos pues son muy fieros y le podrían atacar y me dijo: No es complicado tenerlo a raya aunque parezca fiero. Mi padre tenía uno y ya le pequeño le enseñó la lección. El primer día, cuando venía hacia él, le pegó una patada en los morros y desde entonces siempre se le acercó con respeto sabiendo quien era el dominante en casa...
Le dije que entrara en el foro de los pueblos de España para que yo viera vuestros mensajes y me miraron un poco extrañados, como diciendo: Mira este que cara que tiene. Se marcharon de prisa; aunque de nuevo volvieron con el tema de los perros. Una hora y media da para mucho.
Veo de vuelta la señora y temo que estoy en puertas. Sale el cirujano y me dice: Vamos a tomar un café y ya de paso avisaré a tu familia que empezaremos contigo dentro de diez minutos. Mi señora al ver al doctor creía que venía a comunicarle que ya estaba listo y no que tendría que esperar unas dos horas más...
Yo a chupar de otra botella nueva.
Un abrazo.
Estando aparcado cerca de unos ordenadores, se acercaron un joven y una jovencita y entraron el Google. Él quería mostrar a la chica el perro que le gustaba y le mostró alguno en acción. Vieron varios de ellos en Youtube y me dijo que le gustaba el doberman, uno que se enganchaba a la presa y aunque lo levantaban con ella, no la soltaba. Le dije que llevara mucho cuidado con comprar uno de ellos pues son muy fieros y le podrían atacar y me dijo: No es complicado tenerlo a raya aunque parezca fiero. Mi padre tenía uno y ya le pequeño le enseñó la lección. El primer día, cuando venía hacia él, le pegó una patada en los morros y desde entonces siempre se le acercó con respeto sabiendo quien era el dominante en casa...
Le dije que entrara en el foro de los pueblos de España para que yo viera vuestros mensajes y me miraron un poco extrañados, como diciendo: Mira este que cara que tiene. Se marcharon de prisa; aunque de nuevo volvieron con el tema de los perros. Una hora y media da para mucho.
Veo de vuelta la señora y temo que estoy en puertas. Sale el cirujano y me dice: Vamos a tomar un café y ya de paso avisaré a tu familia que empezaremos contigo dentro de diez minutos. Mi señora al ver al doctor creía que venía a comunicarle que ya estaba listo y no que tendría que esperar unas dos horas más...
Yo a chupar de otra botella nueva.
Un abrazo.
Colocación del marcapasos.
El cirujano que me tocó en suerte, era un hombre joven que me tuteaba con naturalidad y que al volver de su descanso, me hizo una caricia en la cara, llamándome por mi nombre. Allí todo el mundo me conocía. No sé por qué si era la primera vez que yo entraba en ese lugar. Me dijo que estuviese tranquilo y que en dos minutos estaríamos en el quirófano.
Una vez dentro me mudaron de aposento; el nuevo era más duro y frío y estaba debajo de una lamparota grande y de colorines que me hacía entornar los ojos. Yo no los quería cerrar para ver todo lo que allí se iba a guisar.
Me cubrieron con un sudario verde (allí todos íbamos de verde) y levantando un lateral, me indica una voz femenina que el parche que me va a poner en el muslo está muy frío pero que no pasa nada. Yo le pregunto que finalidad tiene y amablemente me indica que es para prevenir el riesgo de hemorragias de sangre y allí quedó pegadito, tal como si fuese un parche de Sor Virginia. Seguidamente, me coloca la pinza en el dedo, con aquella lucecita roja que se ilumina como en el E. T. cuando dice... mi caasa y comienza el “mochuelo” a pitar: Son mis pulsaciones, reflejadas también en una pantalla luminosa y sonora a la vez. Me pregunta que cuantos años tengo y me dice que soy un chaval. Si, todavía tengo los primeros ojos, le digo y se ríe alegremente diciendo que nunca había oído una cosa igual. Como veis, allí reina la camaradería y el buen humor.
El siguiente paso es ponerme un velo en la cara no muy tupido ni oscuro. Les digo que me dejen ver lo que me van a practicar y me contesta en cirujano que allí todos tenemos la cara tapadita para que no se infecte nada y que no puede ser. Bueno...
-Ahora sentirás un poco de frío en la zona del implante puesto que la voy a regar con mercromina. Y me la echan igual que si fuese agua y me siento mojado hasta por la espalda.
- ¿De qué color es?
- Rojiza; pero no pinta tanto como antes.
-Te voy hacer un poco de daño pues te pincharé varias veces para dormite la zona del implante. Primero superficialmente; después un poco más profundo y finalmente profundo
- Adelante. Uyy... uyyyy... que daño. ¿No me decías que no era nada...?
-Es solamente un momento. Ya verás...
-Ahora te haré unas incisiones con es bisturí para hacerte la bolsita donde llevarás el aparatito y buscaremos la vena sub-clavia.
Al cortar, siento como si me lo hiciesen con un soplete y me preguntan si me hacen daño. Sí que me hacen y mucho; pero terminan de cortar. Cuando tienen la vena en sus manos me indican que ponen un aparatito para ensancharla y para que el cable que va al corazón no se atore en alguna pared.
-Ya está el cable introducido en el corazón y llega al final. Lo anclaremos definitivamente cuando conectemos el generador de impulsos y nos señale que está en buen lugar, cosa que hacen seguidamente, me dicen
Conectan y hacen comprobaciones y unas veces me llevan los latidos del corazón a 150 pulsaciones y otras sueltan el acelerador y el “mochuelo” se calla.
-A ver si se va a parar, les aviso yo que estoy en todas y oigo que el tic tic no pita bien.
-No pasa nada hombre, que tenemos todo controlado y esto entra dentro del programa.
-Cuantos cables me habéis puesto...?
- Uno sólo. Para ti no es necesario poner más. Hay otros casos que necesitan hasta tres y entonces tenemos que dormir o sedar fuertemente al paciente para que no sufra. Este no es tu caso y por eso te lo hemos hecho con anestesia local.
Pregunto si una inyección epidural hubiese sido mejor y me explica el doctor que si fuese de medio cuerpo para abajo sí; pero la parte superior entraña riesgos que no es necesario pasar por un poco de dolor que tú estás sufriendo...
Por último, después de más de una hora y media, yo mismo me preocupo de mi familia y me dice el cirujano que el mismo saldrá a verlos enseguida y tranquilizarlos porque todo ha ido bien. Me grapan la herida, les doy las gracias a todos y les pregunto en donde puedo dejar constancia de mi agradecimiento para el equipo de cardiología. No lo saben; pero según sus opiniones, es posible dejar tus quejas en una hoja de reclamaciones; pero que seguramente no existe ningun medio en donde tu puedas dejar nota, reconociendo su buena labor.
Vaya desde aquí mi gratitud profunda a su profesionalidad y simpatía. Muchas gracias.
Un abrazo.
El cirujano que me tocó en suerte, era un hombre joven que me tuteaba con naturalidad y que al volver de su descanso, me hizo una caricia en la cara, llamándome por mi nombre. Allí todo el mundo me conocía. No sé por qué si era la primera vez que yo entraba en ese lugar. Me dijo que estuviese tranquilo y que en dos minutos estaríamos en el quirófano.
Una vez dentro me mudaron de aposento; el nuevo era más duro y frío y estaba debajo de una lamparota grande y de colorines que me hacía entornar los ojos. Yo no los quería cerrar para ver todo lo que allí se iba a guisar.
Me cubrieron con un sudario verde (allí todos íbamos de verde) y levantando un lateral, me indica una voz femenina que el parche que me va a poner en el muslo está muy frío pero que no pasa nada. Yo le pregunto que finalidad tiene y amablemente me indica que es para prevenir el riesgo de hemorragias de sangre y allí quedó pegadito, tal como si fuese un parche de Sor Virginia. Seguidamente, me coloca la pinza en el dedo, con aquella lucecita roja que se ilumina como en el E. T. cuando dice... mi caasa y comienza el “mochuelo” a pitar: Son mis pulsaciones, reflejadas también en una pantalla luminosa y sonora a la vez. Me pregunta que cuantos años tengo y me dice que soy un chaval. Si, todavía tengo los primeros ojos, le digo y se ríe alegremente diciendo que nunca había oído una cosa igual. Como veis, allí reina la camaradería y el buen humor.
El siguiente paso es ponerme un velo en la cara no muy tupido ni oscuro. Les digo que me dejen ver lo que me van a practicar y me contesta en cirujano que allí todos tenemos la cara tapadita para que no se infecte nada y que no puede ser. Bueno...
-Ahora sentirás un poco de frío en la zona del implante puesto que la voy a regar con mercromina. Y me la echan igual que si fuese agua y me siento mojado hasta por la espalda.
- ¿De qué color es?
- Rojiza; pero no pinta tanto como antes.
-Te voy hacer un poco de daño pues te pincharé varias veces para dormite la zona del implante. Primero superficialmente; después un poco más profundo y finalmente profundo
- Adelante. Uyy... uyyyy... que daño. ¿No me decías que no era nada...?
-Es solamente un momento. Ya verás...
-Ahora te haré unas incisiones con es bisturí para hacerte la bolsita donde llevarás el aparatito y buscaremos la vena sub-clavia.
Al cortar, siento como si me lo hiciesen con un soplete y me preguntan si me hacen daño. Sí que me hacen y mucho; pero terminan de cortar. Cuando tienen la vena en sus manos me indican que ponen un aparatito para ensancharla y para que el cable que va al corazón no se atore en alguna pared.
-Ya está el cable introducido en el corazón y llega al final. Lo anclaremos definitivamente cuando conectemos el generador de impulsos y nos señale que está en buen lugar, cosa que hacen seguidamente, me dicen
Conectan y hacen comprobaciones y unas veces me llevan los latidos del corazón a 150 pulsaciones y otras sueltan el acelerador y el “mochuelo” se calla.
-A ver si se va a parar, les aviso yo que estoy en todas y oigo que el tic tic no pita bien.
-No pasa nada hombre, que tenemos todo controlado y esto entra dentro del programa.
-Cuantos cables me habéis puesto...?
- Uno sólo. Para ti no es necesario poner más. Hay otros casos que necesitan hasta tres y entonces tenemos que dormir o sedar fuertemente al paciente para que no sufra. Este no es tu caso y por eso te lo hemos hecho con anestesia local.
Pregunto si una inyección epidural hubiese sido mejor y me explica el doctor que si fuese de medio cuerpo para abajo sí; pero la parte superior entraña riesgos que no es necesario pasar por un poco de dolor que tú estás sufriendo...
Por último, después de más de una hora y media, yo mismo me preocupo de mi familia y me dice el cirujano que el mismo saldrá a verlos enseguida y tranquilizarlos porque todo ha ido bien. Me grapan la herida, les doy las gracias a todos y les pregunto en donde puedo dejar constancia de mi agradecimiento para el equipo de cardiología. No lo saben; pero según sus opiniones, es posible dejar tus quejas en una hoja de reclamaciones; pero que seguramente no existe ningun medio en donde tu puedas dejar nota, reconociendo su buena labor.
Vaya desde aquí mi gratitud profunda a su profesionalidad y simpatía. Muchas gracias.
Un abrazo.