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DEZA: Alguien pensará que esta foto la tomo como metáfora...

Alguien pensará que esta foto la tomo como metáfora del trato que algunos dan a nuestro hermoso castellano. No, no creo en su hundimiento a pesar de las coces que recibe a diario. Que marremos los que no somos académicos de la Lengua -algo que, lógicamente, no está al alcance de cualquiera- tiene un pase. Ya lo tiene menos que quienes viven de escribir en nuestra lengua -y algunos viven muy bien, por cierto- o de utilizarla como medio de expresión: periodistas, articulistas, escritores, locutores, etc, desconozcan cuestiones elementales o básicas del medio que usan como herramienta de trabajo, esa lengua castellana. Si ya es lamentable que gente de la radio o de la tele no distinga algo exigible a un alumno de primaria como son los verbos de significado distinto como escuchar y oir -es como si un profesor de matemáticas no supiese la tabla de multiplicar, por poner un ejemplo- no lo es menos que desconozcan otros términos tan elementales para los que no hace falta usar el diccionario. Hoy, leo en una revista especializada en historia un artículo sobre la II Guerra Mundial que su autor la califica como "la mayor catástrofe humanitaria de la Historia" y se queda tan pancho. Y el corrector, si es que lo tienen, silbando al viento o tomando café. ¡Vaya contradicción de los términos catástrofe y humanitaria! Si es catástrofe, imposible que sea humanitaria. Y, por chocante que parezca, la suelta más de uno a propósito de terremotos y catástrofes diversas.
Aunque sea innecesario veamos lo que dice el DRAE, acerca de humanitario:
1. adj. Que mira o se refiere al bien del género humano.
2. adj. Benigno, caritativo, benéfico.
3. adj. Que tiene como finalidad aliviar los efectos que causan la guerra u otras calamidades en las personas que las padecen.
A lo mejor estaba pensando el autor, con cierto cinismo, que con 60 millones de muertes, amén de otros desastres materiales, se solucionó el paro por una temporada y de ahí lo de humanitario. Quién sabe.
No me extraña que luego se quejen los viejos profesores universitarios.