Ha caído en mis manos la narración de una acampada de los chicos de Deza, que deja a la altura del barro, aquellas otras aventuras de la tele, como gran hotel, gran hermano, la selva solitaria etc... Una acampada que nos narra Angelito "Mayata", hijo de Felisa y Ángel, pastor de la Solana.
Sucedió allá por el año 1981, precisamente en agosto, después de terminqar las faenas de la recolección de los cereales...
Pero veamos como nos narra Ángel aquella odisea, que iremos desgranando en cortos capítulos para recreacción de propios y extraños.
EXPEDICIÓN A BENILOSINO, EN EL OASIS DEL REBOLLÍN.
Empazamiento del campamento: Villalosín.
El día 17 de agosto de 1981, ocho mozos de la Villa de Deza (Soria), a las seis en punto de la tarde, nos ponemos en camino, el completo de la expedición, después de avituallarnos de todo lo que creímos necesario para nuestro sustento y supervivencia, durante nuestra acampada. El motivo de dicha expedición no era otro que el pasar unos días aislados e ignorados del resto del mundo. El medio de locomoción que empleamos fue un tractor con remolque. Montamos en él, todos excepto uno, que marchó andando con la sana intención de recoger hierbas aromáticas para el desayuno.
El trayecto hasta el lugar elegido se llevó a cabo sin ningún contratiempo digno de mención por lo que llegamos al lugar imdicado a las siete y media, en punto., de la tarde. Lo priemro que hicemos es descargar todo el equipage y empezar a montar el campamento.
Mientras unos nos dedicamos al montage del campamento, tres de los componentes del grupo se fueron a dar una vuelta por los alrededores con la saludable intención de poder utilizar unas parrillas que aún no sabíamos que uso darles...
Sucedió allá por el año 1981, precisamente en agosto, después de terminqar las faenas de la recolección de los cereales...
Pero veamos como nos narra Ángel aquella odisea, que iremos desgranando en cortos capítulos para recreacción de propios y extraños.
EXPEDICIÓN A BENILOSINO, EN EL OASIS DEL REBOLLÍN.
Empazamiento del campamento: Villalosín.
El día 17 de agosto de 1981, ocho mozos de la Villa de Deza (Soria), a las seis en punto de la tarde, nos ponemos en camino, el completo de la expedición, después de avituallarnos de todo lo que creímos necesario para nuestro sustento y supervivencia, durante nuestra acampada. El motivo de dicha expedición no era otro que el pasar unos días aislados e ignorados del resto del mundo. El medio de locomoción que empleamos fue un tractor con remolque. Montamos en él, todos excepto uno, que marchó andando con la sana intención de recoger hierbas aromáticas para el desayuno.
El trayecto hasta el lugar elegido se llevó a cabo sin ningún contratiempo digno de mención por lo que llegamos al lugar imdicado a las siete y media, en punto., de la tarde. Lo priemro que hicemos es descargar todo el equipage y empezar a montar el campamento.
Mientras unos nos dedicamos al montage del campamento, tres de los componentes del grupo se fueron a dar una vuelta por los alrededores con la saludable intención de poder utilizar unas parrillas que aún no sabíamos que uso darles...
Al rato y mientras estábamos en la tarea del montaje del campamento, vino el expedicionario que se encargó de recoger hierbas aromáticas para el desayuno, que por cierto, trajo en abundancia. Con uno más, el campamento enseguida lo montamos. Luego nos dedicamos a la preparación del fuego y por supuesto refrescándonos de vez en cuando, pues el trabajo realizado así lo requería, a la vez que también hinchamos nuestros pulmones con aromas reconstituyentes.
Estábamos en dicha tarea cuando vinieron los componentes que se habían ido a dar una vueltecilla por los alrededores, por cierto, con buena fortuna pues vinieron con un par de animales, que enseguida lo celebramos con gran júbilo, acto seguido nos limitamos a arreglar los difuntos.
A continuación, una vez arreglados los difuntos, nos unimos todos en la tarea de preparar la cena, nuestra primera cena campestre; dicha cena consistió en unas buenas tortillas de patatas y una buena ensalada, que una vez que estuvo todo preparado, nos dedicamos a degustar, por cierto, con muy buena gana, dicha primera cena, de la cual salimos todos muy, pero que muy satisfechos; después tomamos nuestros correspondientes carajillos. Luego nos retiramos cada uno a nuestros respectivos aposentos, dicho aposento consistió en medio metro de remolque, fría y dura, pero como dice el refrán a "falta de pan buenas son tortas. Total que fue toda una noche de grandes emociones. Per5o la noche pasó y como siempre ocurre, el día llegó. Fue nuestro primer amanecer en el campamento, un amanecer frío como otro cualquiera, en fin que nos despertamos y salimos de nuestros aposentos más frescos que una lechuga y lo primero que hicimos fue recoger el suelo del campamento y barrer la calle; a continuación nos dispusimos fregar los cacharros, pues no teníamos otros limpios, e hicimos el desayuno, dicho desayuno consistió en un par de huevos fritos, para cada uno, fritada, patatas asadas, flan y té para los que quisieron...
Seguirá...
Estábamos en dicha tarea cuando vinieron los componentes que se habían ido a dar una vueltecilla por los alrededores, por cierto, con buena fortuna pues vinieron con un par de animales, que enseguida lo celebramos con gran júbilo, acto seguido nos limitamos a arreglar los difuntos.
A continuación, una vez arreglados los difuntos, nos unimos todos en la tarea de preparar la cena, nuestra primera cena campestre; dicha cena consistió en unas buenas tortillas de patatas y una buena ensalada, que una vez que estuvo todo preparado, nos dedicamos a degustar, por cierto, con muy buena gana, dicha primera cena, de la cual salimos todos muy, pero que muy satisfechos; después tomamos nuestros correspondientes carajillos. Luego nos retiramos cada uno a nuestros respectivos aposentos, dicho aposento consistió en medio metro de remolque, fría y dura, pero como dice el refrán a "falta de pan buenas son tortas. Total que fue toda una noche de grandes emociones. Per5o la noche pasó y como siempre ocurre, el día llegó. Fue nuestro primer amanecer en el campamento, un amanecer frío como otro cualquiera, en fin que nos despertamos y salimos de nuestros aposentos más frescos que una lechuga y lo primero que hicimos fue recoger el suelo del campamento y barrer la calle; a continuación nos dispusimos fregar los cacharros, pues no teníamos otros limpios, e hicimos el desayuno, dicho desayuno consistió en un par de huevos fritos, para cada uno, fritada, patatas asadas, flan y té para los que quisieron...
Seguirá...