Fiesta de la Cruz de mayo.
Recordando.
En vísperas de La Cruz de Mayo, los quintos del año que siguiente plantaban su árbol, en la puerta del santuario de San Roque. Quizá haciendo mucho frío y helando. Las nogueras y las viñas podrían haber amanecido en medio de una escarcha. ¿Nos habremos quedado sin nueces y con poco vino? A pesar de todo hay que subir a bendecir el agro. Es la costumbre de siempre. Se subirá en procesión a Santa Bárbara para que se quede en la ermita cuidando los cultivos y se bajará a San Roque a veranear al pueblo. Se aprovechará la ocasión para bendecir solemnemente los campos y para celebrar una gran Fiesta. Una fiesta muy arraigada y que se considera nuestra segunda Fiesta Mayor porque hay bailes y merendola y encuentro de amigos, cosa muy importante. Los muchachos buscábamos subir a San Roque a pasar bien el día de La Cruz y divertirnos. Nuestra diversión era oír cantar a las mozas y los mozos los gozos a Santa Bárbara y a San Roque, ver a la Avelina con su cesta de dulces llena a tope, pensando en qué nos gastaríamos el real que llevamos en el bolsillo. Pues si me los gasto pronto ya se habrá acabado mi potencial de comprar nada más, pues en mi faltriquera ya no quedará remanente y me tendré que contentar con ver las chucherías y pensar en lo buenas que tienen que estar. Y en esperar que llegaran los padres con el macho royo y con las alforjas abultadas, señal de que traen buena merienda. Y en hacer el corro con los parientes para que nos echaran el vino y nos dieran el mendrugo de pan que correspondía por cabeza. Vinillo procedente quizá de Godojos y que sin duda era cien veces mejor que el nuestro, de la cosecha de las uvas de la viña del Caminegro, en la misma raya de Aragón. Y pan amasado por alguna persona de nuestro pueblo y que también sabía tan rico.
Tengo que decir la verdad. En el pan no encontraba mucha diferencia del que hacía mi madre al de las otras vecinas, quizá, porque generalmente estabas acostumbrado ya a comer pan de otros lares, hecho en los mismos hornos. Muchas veces pedías a las vecinas del barrio una hogaza por quedarte sin pan y ellas te lo pedían a ti, con la certeza de que se devolvería el mismo día que se amasase. En cuanto a otros manjares, comparándolos, sobre todo los del cerdo, encuentro que había una diferencia sustancial entre lo de casa y lo de la otras; aunque la verdad es había pocas ocasiones de probar las ollas de adobo de los otros sitios.
Como ya queda dicho anteriormente, el día de San Roque o mejor dicho el día de la Cruz de Mayo se celebraba misa en la ermita y se bendecían los campos. Primero había que subir en procesión a Santa Bárbara, por el camino viejo del Calvario. Hoy día se sube por la carretera que resulta mucho más llano y sin peligro pues la circulación prácticamente, se reduce a los coches que suben a la fiesta y ya saben que tienen que ir despacio.
Había quien subía a la mujer montada a la gineta, en su caballería. Decir a su novia ya sería demasiado pues lo tiempos no estaban entonces para tanta intimidad.
Hubo unos años, al principio de estrenar la carretera de La Alameda, que le dio a la juventud, que tenía medios, en preparar con los amigos el carro, engalanado con ramajes de olmo, hiedra y alguna otra floritura. El objeto que se buscaba, era invitar a las chicas y llamar la atención de alguna que les gustara, en especial.
La subida generalmente, al ser cuesta arriba, se hacía tranquila y sin peligro. La bajada ya era otra cosa pues aparte de ser cuesta abajo se hacía un poco el chulo, queriendo demostrar que eras más valiente que los otros. Una vez se salvó un carro de caer al precipicio, por culpa o por la gracia de un pilón colocado en la mismísima orilla. De haber caído se hubiera originado una verdadera catástrofe.
Seguiremos...
Un abrazo.
Recordando.
En vísperas de La Cruz de Mayo, los quintos del año que siguiente plantaban su árbol, en la puerta del santuario de San Roque. Quizá haciendo mucho frío y helando. Las nogueras y las viñas podrían haber amanecido en medio de una escarcha. ¿Nos habremos quedado sin nueces y con poco vino? A pesar de todo hay que subir a bendecir el agro. Es la costumbre de siempre. Se subirá en procesión a Santa Bárbara para que se quede en la ermita cuidando los cultivos y se bajará a San Roque a veranear al pueblo. Se aprovechará la ocasión para bendecir solemnemente los campos y para celebrar una gran Fiesta. Una fiesta muy arraigada y que se considera nuestra segunda Fiesta Mayor porque hay bailes y merendola y encuentro de amigos, cosa muy importante. Los muchachos buscábamos subir a San Roque a pasar bien el día de La Cruz y divertirnos. Nuestra diversión era oír cantar a las mozas y los mozos los gozos a Santa Bárbara y a San Roque, ver a la Avelina con su cesta de dulces llena a tope, pensando en qué nos gastaríamos el real que llevamos en el bolsillo. Pues si me los gasto pronto ya se habrá acabado mi potencial de comprar nada más, pues en mi faltriquera ya no quedará remanente y me tendré que contentar con ver las chucherías y pensar en lo buenas que tienen que estar. Y en esperar que llegaran los padres con el macho royo y con las alforjas abultadas, señal de que traen buena merienda. Y en hacer el corro con los parientes para que nos echaran el vino y nos dieran el mendrugo de pan que correspondía por cabeza. Vinillo procedente quizá de Godojos y que sin duda era cien veces mejor que el nuestro, de la cosecha de las uvas de la viña del Caminegro, en la misma raya de Aragón. Y pan amasado por alguna persona de nuestro pueblo y que también sabía tan rico.
Tengo que decir la verdad. En el pan no encontraba mucha diferencia del que hacía mi madre al de las otras vecinas, quizá, porque generalmente estabas acostumbrado ya a comer pan de otros lares, hecho en los mismos hornos. Muchas veces pedías a las vecinas del barrio una hogaza por quedarte sin pan y ellas te lo pedían a ti, con la certeza de que se devolvería el mismo día que se amasase. En cuanto a otros manjares, comparándolos, sobre todo los del cerdo, encuentro que había una diferencia sustancial entre lo de casa y lo de la otras; aunque la verdad es había pocas ocasiones de probar las ollas de adobo de los otros sitios.
Como ya queda dicho anteriormente, el día de San Roque o mejor dicho el día de la Cruz de Mayo se celebraba misa en la ermita y se bendecían los campos. Primero había que subir en procesión a Santa Bárbara, por el camino viejo del Calvario. Hoy día se sube por la carretera que resulta mucho más llano y sin peligro pues la circulación prácticamente, se reduce a los coches que suben a la fiesta y ya saben que tienen que ir despacio.
Había quien subía a la mujer montada a la gineta, en su caballería. Decir a su novia ya sería demasiado pues lo tiempos no estaban entonces para tanta intimidad.
Hubo unos años, al principio de estrenar la carretera de La Alameda, que le dio a la juventud, que tenía medios, en preparar con los amigos el carro, engalanado con ramajes de olmo, hiedra y alguna otra floritura. El objeto que se buscaba, era invitar a las chicas y llamar la atención de alguna que les gustara, en especial.
La subida generalmente, al ser cuesta arriba, se hacía tranquila y sin peligro. La bajada ya era otra cosa pues aparte de ser cuesta abajo se hacía un poco el chulo, queriendo demostrar que eras más valiente que los otros. Una vez se salvó un carro de caer al precipicio, por culpa o por la gracia de un pilón colocado en la mismísima orilla. De haber caído se hubiera originado una verdadera catástrofe.
Seguiremos...
Un abrazo.