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DEZA: Una mañana de mediados de Agosto, mientras trillaba...

Una mañana de mediados de Agosto, mientras trillaba en la era del Cabezuelo, mi mirada se posó en un detalle que no había observado el día anterior: en lo más alto del cerro cercano a la ermita de San Roque que rodea la carretera de La Alameda, perpendicular al atajo que sube desde la curva de las nogueras de Rogelio hasta la misma ermita, sobre los pinos del tío Orencio, advertí que había un árbol del que nunca me había percatado.
Intrigado, lo comenté con mi padre:
-Aquel árbol no estaba ayer.
Él miró hacia donde yo le indicaba y me respondió:
-Es el ramo.
- ¿El ramo? ¿Y para qué lo han colocado allí tan alto?
Entonces él me explicó que todos los años, cuando las uvas comenzaban a “pintar” con los primeros granos del embero, uno de los guardas colocaba en aquel lugar prominente un ramo de chopo u olmo, para indicar al pueblo que la perezosa garnacha o el rosado provechón comenzaban a cambiar, poco a poco, el color verde y el sabor del agraz por los primeros granos maduros.
Esa costumbre, naturalmente, ya ha desaparecido al igual que las viñas, los trillos y los guardas. En Deza no creo que exista ya ninguna; se arrancaron todas cuando no había subvenciones ni se podía negociar con los derechos de viña.
Un saludo.