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DEZA: LO QUE SE HA ESCRITO, O SE ESCRIBE, DE DEZA...

Hace tiempo que quiero escribir acerca del proceso inquisitorial de Román Ramírez, morisco de Deza, que fue “relajado por la Inquisición” el cinco de Marzo de 1600. El resumen más extenso sobre su proceso lo escribió D Angel González Palencia, fue publicado en el boletín de la Real Academia en 1930, y ha sido utilizado por J Caro Baroja y en su parte médica por D. Luis García Ballester.
He intentado resumir la vida y vicisitudes, así como el proceso de este pobre morisco de Deza, que fue procesado por la Inquisición de Cuenca y murió en la cárcel y que, como digo, fue relajado en estatua en el Auto de Fe.
En los Autos de Fe, no solo se procedía a ejecutar las condenas a los vivos, sino que también habían, y no en pocos, casos de relajados en estatua (quemados en efigie)- es decir un muñeco antropomorfo en su representación- y quema de cadáveres (quemado en huesos) de los declarados culpables en esos procesos especiales.
La palabra relajar significa, según el diccionario de la Real Academia “entregar el juez eclesiástico al juez secular un reo digno de la pena capital”. En otras palabras: la Iglesia entregaba a sus condenados a muerte a la justicia ordinaria para que ésta fuera quien ejecutara la pena de muerte. Así la Iglesia no se ensuciaba las manos ejecutando al hereje.
El dramaturgo novohispano Juan Ruiz de Alarcón, contemporáneo de Román, que se basaba para escribir sus obras en hechos relevantes de la época, escribió al respecto la célebre comedia “Quien mal anda mal acaba”, de cuyos tres actos he recopilado únicamente aquellos versos en los que hace mención a nuestro pueblo.

DEMONIO Con esto entrarás en Deza,
e indicios darás de que eres
hombre ilustre; di que quieres
disimular tu nobleza.
Y para hacerte opulento
en riquezas y opinión,
y disponer la ocasión
a tu enamorado intento,
médico te has de fingir;
que de él necesita Deza.
ROMÁN: ¡Cómo podrá mi rudeza…………..…….,

LEONOR: ¡Qué dices! ¿Estás sin seso?
¿Hay algún galán en Deza
que a su talle y getitileza
pueda igualar? Y aun por eso
Forastero sois, y en Deza
no conocido, y no espero
que como vos pueda alguno
acreditar que es don Diego;…………..

ALDONZA Decir en la corte oí
que se ausentó. ¿Quién creyera
que a darme en Deza viniera
tan nuevo cuidado a mí? …………..

JUAN
Forastero sois, y en Deza
no conocido, y no espero
que como vos pueda alguno
acreditar que es don Diego;………..


Y porque ninguno en Deza,
cuando no os merezco yo,
blasone que os mereció,
goce de vuestra belleza…………..

FÉLIX: Dicen más, que el amor ciego
de Aldonza le trajo a Deza,
de la corte.
JUAN: También sé
esa verdad.
FÉLIX: Pues él fue,
sin duda, quien su belleza
mudable con vos ha hecho;………..

JUAN llevando, pues se fiaba
de injustos medios Román,
el castigo del refrán
quien mal anda en mal acaba.
(fin de la comedia)

Un saludo.

Las razones por las que Román Ramírez fuera encausado son muy diversas, y casi todas ellas están relacionadas con delaciones casi rituales de las que se usaban en los manuales de inquisición (por ejemplo, en el más común de todos que es el de Nicolau Eymeric, que además había sido reeditado y glosado para el Vaticano por el canonista Francisco Peña, publicado en Roma en 1585, yluego en varias ocasiones): magia, curanderismo, pactos diabolicos, etc. Uno de los testimonios asegura que Román Ramírez de Deza, que, según él mismo, apenas sabía leer ni escribir, podía, sin embargo, recitar largos pasajes de libros de caballerías con el sólo apoyo de una hoja en blanco o de un libro vuelto del revés.
Cuando los inquisidores le preguntan cómo es posible que sea capaz de hacer esto y de tener tan asombrosa memoria, él contesta que no sabe, pero que quizá en su infancia, su abuelo, al que identifica como "cristiano nuevo", Juan de Luna, que era herbolario, le habría dado algo para tener esa memoria. Como señala Harvey, es interesante que Román lo atribuya a causas naturales, puesto que los testigos de la acusación están haciendo hincapié en causas sobrenaturales y pactos diabólicos. Le piden que lea un libro cualquiera, y, en efecto, lee torpemente el Examen de Ingenios para las Ciencias de Juan Huarte de San Juan. Dice haber estado en contacto con muchos libros, sobre todo títulos caballerescos, pero seguramente no como biblioteca formal. Los ha visto o escuchado.
Su memoria se proyecta sobre una hoja de papel en blanco. No lee nada en ella, sólo la usa para concentrarse. Llegado cierto momento, los inquisidores le piden que haga una demostración recitando unos pasajes del Olivante de Laura, novela de Torquemada; Román Ramírez, en ese momento, se ve, como señala L. P. Harvey, en un dilema: si recita, confiesa, y si no recita, hace ver que sólo puede hacerlo con la ayuda diabólica que no puede entrar en la santa sala. Así pues, explica lo que en realidad sucede: dice que se sintió fascinado por escuchar una y otra vez la obra de Beatriz Bernal Cristalián de España, y que comprendió que todos los libros de caballerías obedecían a una retórica estable y previsible, así que en realidad lo que él hacía no era más que inventarse capítulos y aventuras, pero atribuyéndoles nombres, lugares y referencias procedentes de algunos libros que conocía un poco. Así, la mayor parte de quienes le escuchaban (que, obviamente, no lo verificaban con el original) consideraban que, en efecto, era capaz de recitarlo puntualmente.
El caso de este morisco tuvo cierta popularidad. El mismo año de 1600 el poeta mejicano Juan Ruiz de Alarcón se trasladaba a España, y pocos años después, antes de 1605, publicada su comedia Quien mal anda en mal acaba, cuyo protagonista es Ramírez. El mismo caso era también narrado con detalles fabulosos por el clérigo Martín del Río en sus Disquisitionum Magicarum, publicadas en 1608.
Román Ramirez de Deza ganaba una parte importante de su vida con su fama de memorioso y con sus habilidades de narrador. Contar historias era, en el siglo XVI y hasta el XIX una actividad razonablemente bien remunerada y que tenía un cierto impacto social y cultural en todas las capas sociales. A veces, las consecuencias podían ser terribles, como en este caso, o como en el pleito levantado contra el coplero ciego Mateo Brizuela, que también ganaba su vida cantando historias, contándolas y vendiendo los pliego sueltos en que se contenían. Este pleito ha sido recientemente estudiado por Pedro Cátedra en un libro necesario (Invención, difusión y recepción de la literatura popular impresa (Siglo XVI), Mérida, 2002). Es interesante que el caso levantado por la difusión de las coplas de Mateo Brizuela tuviera que ver también con un caso de magia demoníaca y de pactos con el diablo, como aquel del que se le acusaba a Román Ramírez.

Un abrazo.

LO QUE SE HA ESCRITO, O SE ESCRIBE, DE DEZA

Dije, anteayer, que ya hablaría de Román Ramírez de Deza. Antes, lo han hecho, y tan bien como acostumbran, pefeval y el abuelo. En el mencionado Diccionario de la España Mágica, le dedican un amplio comentario que paso a copiar literalmente.

Ramírez de Deza, Román

El dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón incluye en su obra teatral "Quien mal anda mal acaba" un personaje que, según Julio Caro Baroja, pudo tener visos de realidad. Se trata de Román Ramírez de Deza, personaje histórico en el que Ruiz de Alarcón parece basarse, aunque distorsione bastantes aspectos de su peripecia vital. Lo que no quiere decir que la obra de Alarcón sea mala, puesto que, en algunos aspectos, se adelanta bastante al Fausto de Goethe.
Pero lo que nos interesa ahora es el Román Ramírez real, quien resulta ser un morisco nacido en Deza (Soria), donde hubo numerosa colonia de esta etnia (v. Deza, bautismo, Ana de Almoraví, Luis de Cebeha, Gerónimo Gorgoz, Lope Herrero, Juan Caratón y Ana de Liñán).
Román nace en 1530 0 1540 (hay dudas, pues debió echarse años durante su proceso inquisitorial). Su padre era famoso en la población por su prodigiosa memoria, su madre era emplastera y comadrona. Su abuelo, Juan de Luna, aragonés, había tenido ya en Zaragoza algunos problemas con la Inquisición.
(Seguimos)
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Román Ramirez de Deza
(He fraccionado el relato para hacer más amena, creo, su lectura.)

A lo largo de su vida Román se debatirá entre la fe de sus mayores y sus periódicas conversiones al cristianismo, no siempre fingidas. En un momento de su vida reside en Teruel, donde se casa con Ángela de Miranda, y parece olvidar circunstancialmente sus prácticas islámicas. Vuelve a Deza, pero en breve tiene que abandonar de nuevo la población por verse envuelto en un crimen. Pasa entonces a Aragón, trabajando ... (ver texto completo)