Los nidos...
En invierno se quedaban pocos pájaros a pasar aquella terrible temporada de fríos, entre nosotros porque les era difícil encontrar comida y cobijo adecuado. Podíamos ver todo el año haciéndonos compañía el gorrión, el triguero, la cucuruzada, el andarríos, el mochuelo, la lechuza, la picaraza, los cuervos, los grajos, el tordo, los buitres y las perdices. La alondra anidaba aquí en pequeña cantidad; pero venían del centro de Europa a miles cuando hacía ya frío. Por cierto se solían cazar con un cencerro y una vela, si sabías donde pasaban la noche. Era lo que se llamaba ir a cazar, al gamusino.
Entre los que marchaban estaban las cardelinas, los pica chopos, los verderones, los mosquiteros, los zarceros, los loncetes, la golondrina, el avión, la avutarda, los sisones, la oropéndola, los chorlitos, las codornices, los pardillos, el ruiseñor, la peñasquilla, la bubilla y la cigüeña y la tórtola y el torcazo que se iban cuando se acababa la bellota. Y el carricero que colgaba el nido entre tres varas de carrizo.
Respecto a la cigüeña, decir que solamente he visto un par de ellas en nuestro pueblo y estaban posadas encima de dos pináculos de la torre. Por cierto “picaron el ajo” mientras estuvieron allí. Quiero decir que castañearon sus picos como suelen hacer habitualmente en cualquier momento de sus vidas. En como si cantaran, cosa que no saben hacer. No volvieron más. José Gil me dijo que el año pasado que hubo una encima del arco de San Blas y que me busco para que la filmara y no me encontró. No tengo referencia de ninguna otra ocasión en que haya estado por aquí. Y es muy raro puesto que es un sitio ideal, donde hay muchas ranas y culebras de las que pudiera alimentarse sin lugar a dudas. Pero se conoce que no les gustaba el sitio, no se por qué.
Una vez en invierno apareció una gaviota y le pegaron un tiro y la disecaron. Seguro que al aventurarse tan lejos de la costa, le costó la vida. Otra ave que aparecía cuando comenzaba el frío, era el avefría y surcando los cielos en esos días de otoño, veíamos las bandadas de grullas. Se decía que tiempos grulleros, tiempos marrulleros y era lógico puesto que emigraban del norte de Europa cuando venían los fríos fuertes y toda la tierra quedaba cubierta de nieve. El cielo se cubría de letras cambiantes y sus graznidos amenizaban el frío ambiente otoñal.
Ahora que, el ave mas rara debía ser el avechucho. Debía ser muy fea puesto que si te decían que te parecías a uno de ellos, te sentaba muy mal. Yo no vi ninguno ni me encontré ningún nido. Y eso que buscando nidos era un campeón. Ya no nos teníamos que subir a lo alto para saber si era viejo o nuevo. Y los sabíamos muchas veces desde que comenzaban a fabricarlos.
Sigue...
Un abrazo.
En invierno se quedaban pocos pájaros a pasar aquella terrible temporada de fríos, entre nosotros porque les era difícil encontrar comida y cobijo adecuado. Podíamos ver todo el año haciéndonos compañía el gorrión, el triguero, la cucuruzada, el andarríos, el mochuelo, la lechuza, la picaraza, los cuervos, los grajos, el tordo, los buitres y las perdices. La alondra anidaba aquí en pequeña cantidad; pero venían del centro de Europa a miles cuando hacía ya frío. Por cierto se solían cazar con un cencerro y una vela, si sabías donde pasaban la noche. Era lo que se llamaba ir a cazar, al gamusino.
Entre los que marchaban estaban las cardelinas, los pica chopos, los verderones, los mosquiteros, los zarceros, los loncetes, la golondrina, el avión, la avutarda, los sisones, la oropéndola, los chorlitos, las codornices, los pardillos, el ruiseñor, la peñasquilla, la bubilla y la cigüeña y la tórtola y el torcazo que se iban cuando se acababa la bellota. Y el carricero que colgaba el nido entre tres varas de carrizo.
Respecto a la cigüeña, decir que solamente he visto un par de ellas en nuestro pueblo y estaban posadas encima de dos pináculos de la torre. Por cierto “picaron el ajo” mientras estuvieron allí. Quiero decir que castañearon sus picos como suelen hacer habitualmente en cualquier momento de sus vidas. En como si cantaran, cosa que no saben hacer. No volvieron más. José Gil me dijo que el año pasado que hubo una encima del arco de San Blas y que me busco para que la filmara y no me encontró. No tengo referencia de ninguna otra ocasión en que haya estado por aquí. Y es muy raro puesto que es un sitio ideal, donde hay muchas ranas y culebras de las que pudiera alimentarse sin lugar a dudas. Pero se conoce que no les gustaba el sitio, no se por qué.
Una vez en invierno apareció una gaviota y le pegaron un tiro y la disecaron. Seguro que al aventurarse tan lejos de la costa, le costó la vida. Otra ave que aparecía cuando comenzaba el frío, era el avefría y surcando los cielos en esos días de otoño, veíamos las bandadas de grullas. Se decía que tiempos grulleros, tiempos marrulleros y era lógico puesto que emigraban del norte de Europa cuando venían los fríos fuertes y toda la tierra quedaba cubierta de nieve. El cielo se cubría de letras cambiantes y sus graznidos amenizaban el frío ambiente otoñal.
Ahora que, el ave mas rara debía ser el avechucho. Debía ser muy fea puesto que si te decían que te parecías a uno de ellos, te sentaba muy mal. Yo no vi ninguno ni me encontré ningún nido. Y eso que buscando nidos era un campeón. Ya no nos teníamos que subir a lo alto para saber si era viejo o nuevo. Y los sabíamos muchas veces desde que comenzaban a fabricarlos.
Sigue...
Un abrazo.