Rebaja tu factura AQUÍ

DEZA: Los nidos......

Los nidos...

Mi primo Isaac y yo nos íbamos por lo montes cercanos a la Venta Tanas y no dejábamos de mirar ni una sola chaparra o zarca para subirnos a coger los nidos de picaraza. Encima cuando estaba con los compañeros de la Puerta Cihuela, dábamos mil vueltas por la vega y los barrancos de ambos lados del Henar, desde la Casilla del Mariscal para abajo y solamente quedaban indemnes los nidos los de aquellos pájaros que los hacían en ramas delgadas y altas, como por ejemplo la oropéndola, que lo teje muy alto entre dos ramajes finos.
Mi amigo Julián “el Churrero” se cayó desde un chopo del Cascajar y se rompió un brazo. Como no se mataría pues cayó de más de cinco metros de altura al suelo pelado.
Una manera de encontrar nidos de peñasquilla en las olmas de las eras, consistía en vigilar a los pájaros que rondaban por allí, hasta que se metían en algún agujero. Eran muy listos y daban mil vueltas; pero al final caían pues nosotros éramos unos diablos.
A veces, los huevos de picaraza o de perdiz nos los comíamos en tortilla si al cascarlos no salían hueros o enhuerados. Llamábamos huevo huero al que estaba malo y enhuerado al que estaba empollado ya. Unos peones que llevamos nosotros encontraron un nido de perdiz que estaba ya con pollo y decían que ellos en su tierra se los comían igualmente, puesto, ¿qué diferencia hay entre uno y otro si ambos al fin y al cabo son proteínas y fritos unos y otros, se llevan poca diferencia, en cuanto a sabor…?
La picaraza es muy tonta poniendo, pues le quitas los huevos y pones piedras redondas y siguen la puesta hasta el final. Otra cosa rara es que las perdices a veces ponen dos parejas en el mismo nido y te puedes encontrar uno que tenga hasta cuarenta huevos juntos.
El nido que más trabajo cuesta hacerlo es el que hace el pica chopo o pájaro carpintero puesto que tiene que hacer un agujero en un tronco a puro de dar golpes con su pico que es lo más parecido a una taladradora con percusión incluida. Las crías hacen un ruido en el interior que algunos creían adivinar que dentro habría alguna culebra y no se atrevían a meter la mano.
A donde no había que meter la mano nunca, era en los nidos de las abubillas que tuviesen crías, puesto que la sacarías llena de cagadas malolientes.

Sigue...

Un abrazo.