DEZA: La Casa Alta...

QUE GRAN CASA TU SERÍAS

Me estoy refiriendo a la Casa Alta. Podría explayar mi imaginación y escribir mucho y largo sobre ella; pero me da pena. Tanta pena como cuando estás viendo morir un viejo amigo, en esta caso sería una vieja amiga, que es lo mismo. Y su muerte es inminente, sin duda.
Quisiera que aguantaras unos años más. Los mismos que yo, para no ver tu entierro y no llorar tu pérdida que será irreparable.
Si tienes alma, algún día nos encontraremos para que me cuentes la historia tal como tu la has vivido mientras paseamos como fantasmas – que lo seremos - por esas ruinas que yo imagino nobles, aun cuando nunca te hayan colocado escudos ni heráldica, que lo pregone a los cuatro vientos, tal como hace tu amiga, la campana de la iglesia, que muestra su enagua descaradamente para llamar tu atención.
No sé si serás la mas vieja del pueblo. Hazme creer que sí y de esta manera mi imaginación contará de ti, cosas maravillosas acordes con tu prosapia, porque yo te estimo y quiero arañar recuerdos de tu pasado que te hagan revivir los años mozos, que son los más bellos…
Si me equivoco en algo, te pido perdón pues los poetas somos un poco atrevidos y nos adelantamos con nuestra imaginación, a los hechos. Pero que sólo es por redondear la copla, cómo diría, aquel. No hay malicia ni afán de protagonismo.

A mi me hubiera gustado que te hubieras reverdecido como aquellos árboles que son viejos y echan nuevos brotes; pero
claro… no siempre. Qué le vamos hacer. Alabado sea el Señor.

Un abrazo

La Casa Alta

¡Que gran casa tu serías
Si tuvieses gran señor!
Pero no tienes a nadie
Que te cuide con amor.
Y de esta muy noble villa
Nadie te tiene en estima;
Para vergüenza de Deza
Pronto acabarás en ruinas.
Aún sabiendo que tu has sido
Un palacio señorial,
Porque no tienes blasones
Nadie pagará ni un real.
Siendo vieja señorona
Y de estirpe solariega
Se caerá tu tejado
Que de morada sirviera
A damas de noble alcurnia
Que alegres por la escalera
Sus miriñaques lucían
Fijados en sus caderas,
Sujetando con sus dedos
Tenuemente aquellas sedas
Para no tocar al suelo
Que su marcha entorpeciera
Al subir de los jardines
Al pié de la fortaleza
Donde dejaban perfumes
De diversa procedencia
Que el aire los llevaría
Para perfumar la tierra,
Debajo de aquellos muros
Que refuerzan y sustentan
El enorme caserón
Noble puerta y escaleras
Pasillos interminables
Que los fantasmas pasean,
En vez de cruzarlo damas
Exhibiendo sus bellezas
Subiendo y cerrando puertas
Camino del mirador
Escuela de costureras
Donde las madres enseñan
Al abrigo, sus creencias
Y que tejiendo labores
Tomando el sol se calientan
En esos días de invierno
Despejados y sin nieblas.
Mientras los hombres afilan
Espadas para la guerra
Y las prueban en combate
Hasta quedarse sin fuerzas.
Con los caballos herrados
Que estén listos por si suenan
Las alarmas, de que el moro
Está subiendo la vega.
O bien, reyes de Aragón
Que apetecen estas tierras
Dispuestos siempre a venir
Caminos de Villalengua
Y que frenará Martín
Que está de Prior en Huerta
Sirviendo de consejero
Y moderador de afrentas
Aunque pasaran los años,
Enzarzados en las guerras
Hasta que al final acaben
Firmando en Terrer y Deza
Los pactos de no agresión (1361)
Entre Pedro de Castilla (l)
(Que llamarán el Cruel)
Y otro Pedro de Aragón (IV).
Y que entrando por tu puerta
Testigo tu gran balcón,
Firmaron aquí las actas
Por sus vidas y su honor.
Que durará lo que duran
En sus reinos los problemas
Pues los ánimos estaban
Emponzoñando las venas
Para que el vino corriera
Y llegaran a las armas
Para regar tanta tierra
Con la sangre de los tontos
Que la vida allá perdieran
Sabiendo que lo primero
Era evitar… estas guerras.
Y no servir a un señor
Que lo tragará la tierra
Con un puñal en el pecho
Que su hermanastro, prendiera.
(Enrique ll de Trastamara, a Pedro l reyes ambos de Castilla)

Posdata:

Sólo le pido al Señor
Que un milagro sucediera:
Que la casa alta no caiga
Llenándonos de tristeza
Pues la iglesia no tendrá
Quien le haga la competencia
Y Deza quedará coja
Sin la casa fortaleza
Que aunque no esté blasonada,
Fue una casa solariega
Que albergaría a los frailes
Cuando convento ella fuera
De los frailes capuchinos
Que en tiempos hubiera en Deza
Fundados por fray Velázquez
Fray Velázquez de Fresneda
Venerable Carabantes
Paisano de nuestras tierras,
Con las ventanas tapiadas
Para que nadie los viera
Y que mas tarde, los legos
A su antojo las abrieran
Para asomarse a la calle
Y a la vega que es tan bella.
Y que el médico D. Ángel
Su consulta allá tuviera
Y los niños de este pueblo
Por la escalera subieran
Que antes subieron las damas,
Los frailes con sus rosarios
Los caballeros de espada.
¿Qué diría el buen Paulino
Que aquí entregaría el alma
Y a la viuda le dejó
Para ella sola una casa
Que tenía tanta historia
Y que ya está abandonada
Por unos amos que tiene
Que no sabes donde paran?

Que Dios nos haga un milagro
Que será cosa muy rara
Pero sin cuidar la casa
Dejará de ser CASA ALTA.
Y será un montón de piedras
Para siempre, amontonadas
Con un montón de vergüenza
Que nos cubrirá la cara
A los que somos de Deza
Por no cuidar esa casa
Que pudo el Ayuntamiento
Con su apoyo restaurarla.
Y que sería de todos
Y todos poder usarla
Como casa de cultura
Como… ¡joya que se guarda!
Pues si los tiempos, cambiaran
Muchos, darían las gracias
Ya que el trabajo se queda
Aunque se vaya la pasta.
Y la historia nos demuestra
Que el hombre es el que se marcha
Y las obras sobreviven
Como sobrevive el alma.

Un abrazo.

El abuelo.