Yo a veces me pregunto cual es la diferencia que hay entre un huerto y una huerta. A lo largo de mi vida, he oído muchas a las gentes de mi pueblo: Voy a echar un ratillo al huerto o bien, me voy a cavar unas patatas a la huerta. Y resulta que uno se va a un trocito de tierra pequeño que posee cerca del pueblo y el otro se dirige un poco más allá, a otra parcelilla semejante a la anterior; en cambio uno es el huerto y lo otro, la huerta.
Hay una expresión "maliciosa" que cuando uno se camela a una mujer, de tapadillo, se dice que se la ha llevado o que está a punto de llevársela al huerto. En cambio si el otro se lleva a la mujer a que le quite unas malas hierbas de las lechugas, por ejemplo, dice que ha ido con la mujer a la huerta.
Quisiera que alguien me sacara de dudas pues a pesar de que me voy a ir de este barrio, de viejo, todavía no me aclaro en este asunto.
Un abrazo.
Hay una expresión "maliciosa" que cuando uno se camela a una mujer, de tapadillo, se dice que se la ha llevado o que está a punto de llevársela al huerto. En cambio si el otro se lleva a la mujer a que le quite unas malas hierbas de las lechugas, por ejemplo, dice que ha ido con la mujer a la huerta.
Quisiera que alguien me sacara de dudas pues a pesar de que me voy a ir de este barrio, de viejo, todavía no me aclaro en este asunto.
Un abrazo.
Alguno de nuestros lectores, sobre todo jóvenes, se preguntarán qué es eso de malas hierbas.
Resulta que ya los Evangelios nos hablan de malas hierbas y nombran, sobre todo, la cizaña.
San Marcos nos narra en el capítulo trece de su evangelio, la parábola del trigo y la cizaña. Y dice así:
- Con el Reino de los cielos pasa como un hombre que sembró buena simiente en su campo; pero mientras todos dormían, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo y se fue.
Cuando los brotes crecieron y se formó la espiga, apareció también la cizaña. Los criados fueron a ver al amo y le dijeron:
- Señor, ¿No sembraste buena simiente en tu campo? ¿Pues como es que ahora ha salido cizaña?
El les respondió:
-Eso lo ha hecho un enemigo.
-Y los mozos le dijeron:
- ¿Quieres que vayamos a arrancar la cizaña?
El les respondió:
- No, no lo hagáis ahora no fuera caso que al arrancar la cizaña también arrancarais el trigo. Dejarlos que crezcan juntos hasta el tiempo de la siega y entonces diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y haced haces para quemarlos; en cambio, el trigo recogerlo y llevarlo a mi granero.
En Deza a pesar de que habían pasado muchos siglos desde aquel relato evangélico, pasaba lo mismo. Se sembraba lo mejor y a veces seleccionado y nacían toda clase de semillas perjudiciales. Desconozco si también salía cizaña ya que nunca he sabido como es esta planta que además de hacer daño en los campos, hace mal si se siembra entre las personas, según he oído muchas veces en comentarios.
Desde que el hombre descubrió la agricultura su principal tarea ha sido siempre separar las espigas de la cizaña. No todo lo que crece en un campo bien cultivado es una bendición, también hay malas hierbas que no sólo causan perjuicios a los cultivos, compitiendo con ellos por la luz, el agua y los nutrientes, sino que afectan a otras actividades del ser humano en el terreno urbano o semiurbano. Invaden caminos, jardines, monumentos históricos, provocan daños en vías férreas, tapan señales de tráfico, son causantes de alergias, de incendios y son transmisores indirectos de plagas, ya que actuan como huéspedes de virus y de los insectos vectores que las propagan. Por todo ello la proliferación de estas plantas, además de ser molestas, causan un enorme perjuicio económico.
Un abrazo.
Resulta que ya los Evangelios nos hablan de malas hierbas y nombran, sobre todo, la cizaña.
San Marcos nos narra en el capítulo trece de su evangelio, la parábola del trigo y la cizaña. Y dice así:
- Con el Reino de los cielos pasa como un hombre que sembró buena simiente en su campo; pero mientras todos dormían, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo y se fue.
Cuando los brotes crecieron y se formó la espiga, apareció también la cizaña. Los criados fueron a ver al amo y le dijeron:
- Señor, ¿No sembraste buena simiente en tu campo? ¿Pues como es que ahora ha salido cizaña?
El les respondió:
-Eso lo ha hecho un enemigo.
-Y los mozos le dijeron:
- ¿Quieres que vayamos a arrancar la cizaña?
El les respondió:
- No, no lo hagáis ahora no fuera caso que al arrancar la cizaña también arrancarais el trigo. Dejarlos que crezcan juntos hasta el tiempo de la siega y entonces diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y haced haces para quemarlos; en cambio, el trigo recogerlo y llevarlo a mi granero.
En Deza a pesar de que habían pasado muchos siglos desde aquel relato evangélico, pasaba lo mismo. Se sembraba lo mejor y a veces seleccionado y nacían toda clase de semillas perjudiciales. Desconozco si también salía cizaña ya que nunca he sabido como es esta planta que además de hacer daño en los campos, hace mal si se siembra entre las personas, según he oído muchas veces en comentarios.
Desde que el hombre descubrió la agricultura su principal tarea ha sido siempre separar las espigas de la cizaña. No todo lo que crece en un campo bien cultivado es una bendición, también hay malas hierbas que no sólo causan perjuicios a los cultivos, compitiendo con ellos por la luz, el agua y los nutrientes, sino que afectan a otras actividades del ser humano en el terreno urbano o semiurbano. Invaden caminos, jardines, monumentos históricos, provocan daños en vías férreas, tapan señales de tráfico, son causantes de alergias, de incendios y son transmisores indirectos de plagas, ya que actuan como huéspedes de virus y de los insectos vectores que las propagan. Por todo ello la proliferación de estas plantas, además de ser molestas, causan un enorme perjuicio económico.
Un abrazo.