Mis hermanos y un primo venido de Argentina, se dirigían a Deza en un coche prestado por mi padre. El motivo del viaje era que mi primo viera el pueblo donde había nacido su padre, mi tío Víctor, y de esta forma, acercarse un poco a los orígenes de su familia. Creo recordar que el viaje fue por semana santa, la noche era fría y a las tres de la mañana pasaron por un pueblo que se llamaba Esteras de Medinaceli. Cuando mi primo vio su apellido en el nombre de un pueblo, le dio un vuelco el corazón, y ni cortos ni perezosos dieron marcha atrás y se pararon a la entrada del pueblo, al lado del cartel.
Algún camionero extrañado no entendió que hacían a esas horas aquellos chavales jóvenes entre risas a la entrada del pueblo, y se ve que avisó a la guardia civil. Al poco, se presenta esta, y lo primero que ve, es a unos chicos desconocidos haciéndose fotos al lado de un cartel.
Eran tiempos en que los guardias no eran tan amables, y cuando mis hermanos y mi primo los vieron llegar, cesó la algarabía y se pusieron serios. Los guardias al ver su reacción preguntaron qué hacían a esas horas en ese sitio con una cámara de fotos y mis hermanos les dijeron que el pueblo tenía el mismo nombre que sus apellidos, y por eso fotografiaban el cartel.
El guardia no las tenía todas consigo, y a cada uno de ellos les pidió la documentación. Al comprobar que el primer apellidos coincidía con el nombre del pueblo y que sus domicilios estaban lejos de aquel lugar, pudo ver que efectivamente no mentían ya que Esteras era su primer apellido.
Pero antes de irse, les pidió la documentación del coche ¿De quién es el coche? preguntó. Y uno de mis hermanos, no se cual, contestó que de mi padre. El guardia seco espetó.. Documentación, pero sin por favor, y ya nerviosos se la presentaron.
Cuando el guardia leyó que el dueño del coche se llamaba Francisco Esteras Esteras los miro, y con una sonrisa lacónica les dijo, que si, que se quedaran en el cartel todo el tiempo que quisieran, que el pueblo parece ser que es de ustedes. Y se fué.
Algún camionero extrañado no entendió que hacían a esas horas aquellos chavales jóvenes entre risas a la entrada del pueblo, y se ve que avisó a la guardia civil. Al poco, se presenta esta, y lo primero que ve, es a unos chicos desconocidos haciéndose fotos al lado de un cartel.
Eran tiempos en que los guardias no eran tan amables, y cuando mis hermanos y mi primo los vieron llegar, cesó la algarabía y se pusieron serios. Los guardias al ver su reacción preguntaron qué hacían a esas horas en ese sitio con una cámara de fotos y mis hermanos les dijeron que el pueblo tenía el mismo nombre que sus apellidos, y por eso fotografiaban el cartel.
El guardia no las tenía todas consigo, y a cada uno de ellos les pidió la documentación. Al comprobar que el primer apellidos coincidía con el nombre del pueblo y que sus domicilios estaban lejos de aquel lugar, pudo ver que efectivamente no mentían ya que Esteras era su primer apellido.
Pero antes de irse, les pidió la documentación del coche ¿De quién es el coche? preguntó. Y uno de mis hermanos, no se cual, contestó que de mi padre. El guardia seco espetó.. Documentación, pero sin por favor, y ya nerviosos se la presentaron.
Cuando el guardia leyó que el dueño del coche se llamaba Francisco Esteras Esteras los miro, y con una sonrisa lacónica les dijo, que si, que se quedaran en el cartel todo el tiempo que quisieran, que el pueblo parece ser que es de ustedes. Y se fué.