LA ROSA.
Una mañana de mayo
a mi patio yo salí
y en el rosal de la puerta
nacer un capullo vi.
Era una rosa encarnada,
una rosa carmesí,
que en el rosal de la puerta
venía al mundo, feliz.
La rosa siguió creciendo;
Sus pétalos ya se abrían,
Y en el rosal de la puerta
su color me enternecía.
Era tan fina la rosa,
tan bonitos sus colores,
que quise adornar mi casa
y respirar sus olores.
Con una pinza corté
el tallo de aquella rosa
y en un jarrón coloqué
esa flor maravillosa.
Vi que la rosa se abría,
y vi como me miraba,
y en el jarrón japonés
su vida ya se acababa.
Me sentí triste y culpable,
Y la rosa me decía:
“nunca debiste cortarme..
“así no es la vida mía...
“ Mi vida está en el rosal,
“y si quieres admirarme,
“sal al jardín y verás
“mis colores rodearte.
“Para adornar tu salón,
“hay rosas de porcelana;
“ ¡No cortes nunca una flor...!
“ ¡No la mates, mi galana..!
-o0o-
Nunca más corté una flor;
Hice caso a aquella rosa;
Y tú, no vuelvas a hacer
una semejante cosa!
Pues nadie tiene derecho
a acabar con el candor
que nace dentro de un pecho,
aunque sea de una flor.
Lucía Bachiller.
Un abrazo.
Una mañana de mayo
a mi patio yo salí
y en el rosal de la puerta
nacer un capullo vi.
Era una rosa encarnada,
una rosa carmesí,
que en el rosal de la puerta
venía al mundo, feliz.
La rosa siguió creciendo;
Sus pétalos ya se abrían,
Y en el rosal de la puerta
su color me enternecía.
Era tan fina la rosa,
tan bonitos sus colores,
que quise adornar mi casa
y respirar sus olores.
Con una pinza corté
el tallo de aquella rosa
y en un jarrón coloqué
esa flor maravillosa.
Vi que la rosa se abría,
y vi como me miraba,
y en el jarrón japonés
su vida ya se acababa.
Me sentí triste y culpable,
Y la rosa me decía:
“nunca debiste cortarme..
“así no es la vida mía...
“ Mi vida está en el rosal,
“y si quieres admirarme,
“sal al jardín y verás
“mis colores rodearte.
“Para adornar tu salón,
“hay rosas de porcelana;
“ ¡No cortes nunca una flor...!
“ ¡No la mates, mi galana..!
-o0o-
Nunca más corté una flor;
Hice caso a aquella rosa;
Y tú, no vuelvas a hacer
una semejante cosa!
Pues nadie tiene derecho
a acabar con el candor
que nace dentro de un pecho,
aunque sea de una flor.
Lucía Bachiller.
Un abrazo.