Hace unos setenta y cinco años vivís en
Deza un chico que se llamaba Mariano Sanz. Vivía con su abuela, en el corredero, carca de la
plaza de toros; pero el no había nacido aquí. Marchó al cabo de dos o tres años y ya no supe más de él. Me recuerdo muy bien, que le llamábamos Mariano Sanz, se cagó en el orinal. Se enfadaba mucho.