Se llamaba María Jesús y había nacido en Deza. Tras cuarenta y muchos años sin saber de ella, una bochornosa noche de verano me acerqué con un buen amigo, también de Deza, hasta el merendero del Cabezo junto la colosal estatua del Batallador, para cenar bajo las estrellas en un entorno tranquilo y casi bucólico. Buscamos un lugar desde donde se domina la ciudad, sobre el fresco del césped entre los enormes pinos. El lugar estaba muy concurrido por lo que hubimos de esperar un buen rato para conseguir mesa. Al fin, una amable y bonita camarera nos condujo a una que acababan de abandonar.
Siempre que nos reunimos y como es habitual entre amigos y paisanos, la conversación versó sobre los recuerdos de nuestra niñez y de nuestro pueblo, de los amigos, los parajes, las fiestas, los primeros escarceos y de las muchas cosas que tenemos en común. Enfrascados en nuestra conversación, no advertimos la presencia de la joven que, bolígrafo en ristre, esperaba anotar nuestro pedido. Se ve que estábamos ensimismados en nuestro coloquio, pero al escuchar el nombre de nuestro pueblo, la moza nos preguntó qué relación teníamos con Deza y tras responderle nosotros que somos de allí, nos sorprendió al decirnos que su madre era paisana nuestra.
La joven se marchó para atendernos y, pasados dos minutos, se acercó a nosotros una señora que nos saludó y se presentó: era María Jesús, una de las hijas de Darío y Catalina. Ella nos recordaba muy bien a nosotros debido a que somos cuatro o cinco años mayores, pero tuvimos más dificultad en identificarla porque eran varias hermanas casi de la misma edad. La recordé de niña de siete u ocho años acompañando los domingos a su abuela Estanislada- la tía Polla- en una esquina de la plaza con su cesta de caramelos y chucherías. Se sentó con nosotros y estuvimos departiendo recuerdos un buen rato hasta que fue requerida desde la cocina.
Volví a aquel lugar varias veces y siempre me acercaba a saludarla. Hace un par de semanas, en el pueblo, una de sus hermanas me dijo que María Jesús había fallecido. D. E. P como su hermana Chon, que en la foto está junto al caballo, también desaparecida hace varios años. Mi sincero pésame a su familia.
Un saludo
Siempre que nos reunimos y como es habitual entre amigos y paisanos, la conversación versó sobre los recuerdos de nuestra niñez y de nuestro pueblo, de los amigos, los parajes, las fiestas, los primeros escarceos y de las muchas cosas que tenemos en común. Enfrascados en nuestra conversación, no advertimos la presencia de la joven que, bolígrafo en ristre, esperaba anotar nuestro pedido. Se ve que estábamos ensimismados en nuestro coloquio, pero al escuchar el nombre de nuestro pueblo, la moza nos preguntó qué relación teníamos con Deza y tras responderle nosotros que somos de allí, nos sorprendió al decirnos que su madre era paisana nuestra.
La joven se marchó para atendernos y, pasados dos minutos, se acercó a nosotros una señora que nos saludó y se presentó: era María Jesús, una de las hijas de Darío y Catalina. Ella nos recordaba muy bien a nosotros debido a que somos cuatro o cinco años mayores, pero tuvimos más dificultad en identificarla porque eran varias hermanas casi de la misma edad. La recordé de niña de siete u ocho años acompañando los domingos a su abuela Estanislada- la tía Polla- en una esquina de la plaza con su cesta de caramelos y chucherías. Se sentó con nosotros y estuvimos departiendo recuerdos un buen rato hasta que fue requerida desde la cocina.
Volví a aquel lugar varias veces y siempre me acercaba a saludarla. Hace un par de semanas, en el pueblo, una de sus hermanas me dijo que María Jesús había fallecido. D. E. P como su hermana Chon, que en la foto está junto al caballo, también desaparecida hace varios años. Mi sincero pésame a su familia.
Un saludo
Soy teodosia hija de la tía esperanza y de el tío felipe el parro